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Jueves, 13 de agosto de 2015

CULTURA › CICLO EL BORDE DE Sí MISMO EN EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE BUENOS AIRES

“Imaginar lo que no tiene forma aún”

Los artistas participantes, extranjeros y argentinos, provienen de las artes escénicas y las visuales. La idea de Alejandro Tantanian y Javier Villa, curadores del ciclo, es que el público tenga acceso a los ensayos de materiales teatrales y performances.

 Por María Daniela Yaccar

El borde de sí mismo” es el nombre de un ciclo que abrirá las puertas al público a un espacio-tiempo al que no suele tener acceso: los ensayos de materiales teatrales y performances. Otro condimento que le da particularidad a esta propuesta es el hecho de que los ensayos sucederán no en una sala convencional, sino en el segundo subsuelo del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. El ciclo se extenderá durante siete semanas, desde hoy hasta el 27 de septiembre, y los artistas participantes provienen de las artes escénicas y las visuales. Ellos son Jérôme Bel (Francia), Richard Maxwell (Estados Unidos), Ariel Farace, Bruno Gruppalli, Daniel Joglar, Mauro Guzmán, Nancy Rojas, Silvio Lang, Liliana Porter y Rubén Szuchmacher (Argentina).

Según uno de los curadores, Alejandro Tantanian, el principal objetivo de este ciclo es “compartir la experiencia, el tiempo, el proceso, la construcción de la obra: imaginar aquello que no tiene forma aún, permitir el error y alentar el fracaso”. El dramaturgo, director, réggiseur, actor, cantante y gestor cultural se incorpora al museo como curador de teatro. Para este ciclo comparte la función con Javier Villa, curador de arte contemporáneo del Mamba. “La obra está en el proceso: se escribe, se gesta en la tensión entre la mirada del artista y el público. La experiencia del público iluminará –ojalá– el sendero de la obra. Este ciclo invita al público a ser parte de la obra y al artista a asomarse al borde de sí mismo para mirar al público a la altura de los ojos. Una de las ideas es poner el foco en el proceso, correrse de cierta voluntad resultadista y volver a pensar en los procesos, en las maneras de entender la obra, en la forma de aproximarse y construirla”, concluye, en diálogo con Página/12.

El primer artista que mostrará lo suyo es Jérôme Bel. 1000 es una performance pensada para espacios no teatrales, que propone una experiencia compartida sobre cómo cada individualidad encuentra los modos de abordar una tarea dentro de un grupo. Bel presentará, además, Compañía, compañía, en la que un grupo de actores y bailarines, tanto profesionales como amateurs, son elegidos para integrar un elenco con la mayor representación posible del cuerpo. Lo que seguirá se percibe variado. En Intervalos, Szuchmacher –con la colaboración de Lautaro Vilo y Miguel Rausch– se pregunta por las relaciones entre la música y el teatro. Ensayo de Eros, de Lang, será “un museo de la pasión del Eros, de lo que está por venir; una comunidad afectiva deseada”. Guzmán y Rojas trabajaron con el biodrama como punto de partida. The Evening, de Maxwell, es un work-in-progress épico, dividido en tres partes e inspirado en Dante. “El trabajo que presentaremos es una prueba sobre una posible escultura y, a su vez, una puesta en acto cambiante de un ejercicio en colaboración”, definen Gruppalli y Joglar, sobre El tercero en cuestión. Finalmente, Porter presentará “un ensayo desde el punto de vista conceptual”. Los curadores buscaron que el ciclo reuniera “diferentes generaciones de artistas de cada disciplina, trabajando bajo la misma propuesta, para percibir diversas líneas de pensamiento y de acción”.

“Pensar en la actualidad en un museo sin cruces disciplinares sería tanto un error de diagnóstico sobre la cultura como sobre la posibilidad de ofrecerle al público experiencias más profundas y amplias, en cuanto a la reflexión, lo sensorial o emocional”, aporta Villa, en relación al encuentro entre las artes visuales y escénicas. “Los compartimentos estancos cierran la potencia de la experiencia estética”, sentencia. Para él, pese a que la contaminación entre las disciplinas gana terreno internacionalmente, “el teatro y las artes visuales están un poco desencontrados en Buenos Aires, en comparación a otras épocas como las del Di Tella o el Parakultural”. “Como institución estamos dando una plataforma para que algo que intuimos que está latente y tiene una gran potencia, ocurra. Se va demostrando con el interés del público, que ya agotó varias funciones antes de comenzar, y con la predisposición y el estímulo que demostraron los directores de teatro al trabajar en una sala de museo y los artistas visuales al ensayar un formato de ‘función’”, completa Villa.

La realización de este ciclo implica la incorporación formal de Tantanian en su rol de curador teatral del museo. Fue convocado por la directora de la institución, Victoria Noorthoorn, con quien ha colaborado en diversos proyectos, como el armado del catálogo de la Bienal de Lyon 2011, de la que ella fue curadora. “En la construcción del catálogo hubo un diálogo permanente entre el enorme grupo de artistas convocados por Victoria y las ideas que la propia curaduría tenía sobre lo que debía ser aquella Bienal. Esa tensión, esa construcción, no difería mucho de aquello que siento que se construye en el trabajo de ensayos de una obra teatral: lo que circula entre el director y los actores, entre el texto y el director o entre el texto y los actores. Esa manera de entender lo que está ahí, la forma en que la obra –en aquél caso la Bienal toda– se despliega en colaboración con los artistas, las ideas que se construyen respecto a la espacialidad. Lo que uno construye es una forma de entender ese diálogo extraordinario entre esos artistas. Tal vez esto que digo sea de una obviedad pasmosa en el terreno de la curaduría o, quizás, algo cercano a la herejía: lo que sé es que aquella experiencia conjunta marcó mi manera de entender el hecho teatral, modificó mi percepción y afirmó ciertas ideas que tenía y tengo acerca de qué es dirigir.”

“Creo profundamente que la gestión realizada por artistas es más profunda, más intensa y permite la circulación de los materiales de otra manera. Mi trabajo siempre estuvo ligado a la colaboración, siempre aprecié y puse en primer lugar el poder trabajar con otros, dar el espacio para que el trabajo de los otros, unido al mío, tenga visibilidad”, dice Tantanian, y destaca que no existen antecedentes de curadurías teatrales dentro de museos.

Es interesante para ilustrar todo lo que se dijo más arriba una cita de Theodor Adorno que ha utilizado Silvio Lang para referirse al ciclo. En un ensayo, “los momentos se entretejen como los hilos de una tapicería. La fecundidad del pensamiento depende de la densidad de esa intrincación. Propiamente el pensador no piensa sino que se hace escenario de una experiencia espiritual sin analizarla” (El ensayo como forma). Para muchos de los artistas es novedoso trabajar dentro de un museo, “es comenzar a saldar una deuda histórica de un vínculo demasiado impotente, reticente e incomprensible entre la práctica escénica y las artes visuales en Argentina”, subraya Lang. Según Liliana Porter, “el museo es uno de los ámbitos que alberga los trabajos que siempre han roto las convenciones. Y si no es, debería serlo”.

* Las funciones se realizarán de jueves a domingo. El lunes 17 también hay función. Los horarios de comienzo serán a las 16, a las 18.30 y a las 20. Las localidades pueden reservarse por Alternativa Teatral o adquirirse en el museo (San Juan 350).

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Villa y Tantanian, responsable de El borde..., que se extenderá durante siete semanas.
Imagen: Pablo Piovano
 
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