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Viernes, 11 de febrero de 2011

HISTORIETA  › MAÑANA CON PáGINA/12, LA EDICION Nº 52 DE LA REVISTA FIERRO

Cuando las mujeres reivindican su lugar

En el número que ya llega a los kioscos, lo femenino tiene un nuevo protagonismo, alejado del lugar típico de mujeres que esperan el regreso del héroe o meros objetos decorativos. “Sin mujeres no hay conflicto, deseo o búsqueda”, asegura Juan Soto.

 Por Lautaro Ortiz

No es casual que la revista Fierro haya elegido a esas mujeres enfurecidas, sexualmente rabiosas, de armas tomar, como tapa para la edición 52, que sale mañana junto a este diario. Si se tiene en cuenta el papel de la mujer en la historieta argentina se justificaría el gesto de bronca de esas chicas –magistralmente creadas por Diego Parés–, y hasta se podría suponer que este número trata de aplacar los ánimos. Pero no es así, la Fierro de este mes no viene con lo femenino en la costura, pero sí en el contenido. Para ser más claro: la única mujer que revela el sumario es la investigadora Laura Vázquez, quien precisamente se encarga de tirar la primera piedra en su columna “Ojo al cuadrito”.

“Si bien hay más ilustradoras que historietistas y casi en ningún caso podemos hablar de una obra, un rápido recorrido por las academias de dibujo nos acerca un futuro promisorio. La mitad del alumnado son mujeres. En diez o quince años, surgirán de estos bancos de prueba futuras artistas profesionales”, se anima a decir Vázquez, luego de realizar un recorrido histórico sobre las creadoras en este oficio. De todas maneras, la crítica deja bien claro que “las categorías femenino/masculino son taxonomías irrelevantes. Después de todo, en los últimos años, la representación de ‘otra mujer’ en la historieta argentina vino de la mano de un hombre”. Y agrega: “Lo femenino en la historieta argentina se diluyó como concepto, puede haber una mirada femenina, pero funciona como un recurso más, apenas un ingrediente de un entramado de géneros y estilos”.

Así es como la tapa de febrero cobra sentido y, al echar un vistazo al contenido de la revista, se revela de qué manera las mujeres brillan en las historias.

Si bien no está la paranoica Sa-sha de Varela-Trillo ni la detective Dora de Minaverry, las musas cumplen siempre. Tal es el ejemplo que puede observarse en Justicia Poética (ver aparte), serie unitaria escrita por Pablo De Santis y dibujada por Frank Arbelo, donde justamente una atractiva chica de nombre Mariana es la que se convierte en el nexo necesario para que el lector descubra los secretos del poeta Julio Fux, dedicado a escribir un nuevo libro –a la manera de Edgar Lee Master– tras “ayudar” al destino para que personajes nada transparentes alcancen su muerte. Por ahora esa mujer mira el escenario, pero se sabe que rápidamente tomará la historia por asalto.

Ni qué decir de Bolita, la joven inmigrante creada por Eduardo Risso y Carlos Trillo, que en este tercer capítulo, bautizado “La depre del domingo”, destila toda su bronca contra el despiadado Toco (su novio) y contra el machismo que reina en los fondos humildes del Gran Buenos Aires. Es curioso entonces cómo en estas dos historietas vertebrales de Fierro las mujeres juegan papeles opuestos: una es periodista, la otra empleada de limpieza; una que se presume rubia y la otra morocha. Sin ellas no hay historia.

Dos casos más: En La gran orquesta, la misteriosa violinista Mabel Orlando pone en jaque a todo un pueblo que, ante la noticia de su supuesta muerte, entra en pánico colectivo. “Sin mujeres no hay conflicto, deseo o búsqueda”, asegura Juan Soto, dibujante de esta serie. “En este trabajo lo femenino está a flor de piel, amo dibujar mujeres y trato de entenderlas a través del dibujo. No siempre se consigue, claro. Por eso es mentira que la presencia de la mujer en la historieta sea mínima, dibujamos para ellas, por ellas y ponemos en los ojos del lector todos sus sufrimientos y grandezas.” Federico Reggiani, guionista de Tristeza (serie futurista que presenta un mundo arrasado por la peste), sostiene que su historia “es un aporte a la imaginación del desastre propio de nuestro estilo de época. Si bien hubo apocalipsis durante todo el siglo XX, me parece que los que nos tocan en estos tiempos son más globales, más definitivos, más impersonales y, por eso, más relacionados con la construcción de nuevos modos de vida. Por eso nos pareció que era imposible pensar una reconstrucción masculina del mundo. Las mujeres en esta historia no se pueden quedar en casa a inventariar latitas de azafrán mientras esperan al marido que salió a matar cascarudos, porque tienen que volver a inventar la agricultura y la alfarería. Nos parece mucho más probable que un grupo de sobrevivientes esté liderado por una madre, maestra de escuela y ama de casa, que por un guerrero musculoso”.

Con mujeres en tapa, Fierro saldrá mañana a dar batalla, poniendo las cosas en su lugar o, como dice Vázquez: “Más que exigir un lugar merecido, las mujeres vienen a patear el tablero. Más allá de la militancia, de las reivindicaciones feministas, de las cuestiones de género y de la lucha, estas minas están hartas. Si antes fueron bataclanas, guerrilleras, amazonas, amas de casa, lesbianas o personajes de Robert Crumb, hoy sabemos que son mujeres porque Parés nos muestra sus pezones. Los de ellas, claro”.

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Justicia Poética, de Pablo De Santis y Frank Arbelo, y Bolita, de Eduardo Risso y Carlos Trillo.
 
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