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Viernes, 23 de septiembre de 2011

HISTORIETA  › CUENTOS DE EDGAR ALLAN POE ADAPTADOS POR ALBERTO BRECCIA

Notable cruce de dos maestros

El gato negro y otras historias, publicado por la editorial A4, reúne trabajos del dibujante y guionista argentino basados en la obra del norteamericano. Se trata de trabajos de su última década, en los que cada pincelada está al servicio de la narración.

 Por Andrés Valenzuela

Muchas de las mejores páginas de la historieta argentina surgieron de las manos de Alberto Breccia (Montevideo, 1919 - Buenos Aires, 1993). El Viejo, como le decían, puso en imágenes esa maravilla de guión oesterheldiano que fue Mort Cinder. Además, esas manos hicieron algunas de las versiones más poderosas que se conozcan sobre los mitos de Cthulhu. Y esas mismas manos, además, adaptaron varios de los mejores cuentos de Edgar Allan Poe. Cinco de esas adaptaciones aparecen en El gato negro y otras historias, que la editorial A4 publicó dentro de su colección “Maestros x Maestros”. El volumen incluye, además del cuento que le da nombre, versiones de William Wilson, El corazón delator, La máscara de la muerte roja y El extraño caso del Sr. Waldemar. A excepción de William Wilson, cuyo guión corrió por cuenta de Guillermo Saccomanno, todos estos relatos breves fueron abordados por Breccia en soledad. Y produjo una obra infrecuente para los parámetros historietísticos, porque tradicionalmente la adaptación de obras literarias a viñetas se hizo ciñéndose al original. En la “edad de oro” del medio en la Argentina, incluso, algunas revistas abundaban en ellas. Se trata de un respeto a rajatabla que no es tan común en otras disciplinas, como el teatro o el cine, que suelen tomar el texto literario sólo como base para crear una historia. Con excepciones contadas, la historieta es más “fiel” a la palabra escrita.

Además de la brillantez gráfica que impregna toda su obra, aquí hay un punto en el que Breccia volvió a diferenciarse de la tradición historietística local y se paró sobre una frontera muy difusa. Por un lado, estos cinco relatos parecen una adaptación “de manual”. El poeta norteamericano está allí, sin dudas. Sus descripciones sino reproducidas, están transformadas en imágenes. Pero, por otro lado, queda claro que no es una simple ilustración de sus relatos y que al dibujante le interesó partir de esas lecturas para hablar de otras cosas: el horror de la dictadura militar, de los desaparecidos, del desguace industrial.

El caso más claro es aquel en que el dibujante trabaja con Saccoma-nno, y juntos llevan la acción directamente a un barrio porteño (Mataderos, pareciera) y en medio del Carnaval (una fiesta popular que había sido prohibida por la dictadura militar unos años antes de su publicación original, en 1970). En ese sentido, vale destacar el artículo que oficia de prólogo al libro, en el que Fernando Ariel García hace un buen trabajo de contextualización y análisis de cada una de las historietas del libro.

En la faz gráfica sólo caben elogios. Aunque sus trabajos más reputados son los de su juventud, cuando Breccia estaba vigorosamente volcado a la experimentación gráfica y sacudía al medio, aquí se disfrutan sus páginas de madurez. Cuatro de los cinco relatos fueron creados entre 1982 y 1992, durante la última década de la vida del autor. Se trata de una etapa de su obra muy sólida y de gran factura, pero alejada de la experimentación más desatada. Para ese momento, Breccia ya había resuelto gran parte de sus búsquedas técnicas y plásticas, y sólo le quedaba concentrarse en sus intereses expresivos. De modo que estos cuentos se destacan desde lo formal, pero no tienen lujos gratuitos; cada pincelada está al servicio de la narración, de lo que el artista quería transmitir y de su diálogo con Poe. Esto es, un maestro trabajando con otro maestro.

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