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Lunes, 1 de agosto de 2005

MURIO EL POETA JUAN JACOBO BAJARLIA

El zoólogo de lo monstruoso

 Por Silvina Friera

En las páginas que se escriban sobre la historia de la literatura argentina se lo recordará como el “zoólogo de la monstruosidad”. Así calificó Leopoldo Marechal al escritor y periodista Juan Jacobo Bajarlía, que murió en Buenos Aires el pasado viernes 22 a los 90 años. Impulsor del vanguardismo en la Argentina, en 1944 formó parte del movimiento de Arte Concreto-Invención junto con Edgar Bayley, Gyula Kósice y Tomás Maldonado, entre otros, y dirigió la revista Contemporánea. Bajarlía escribió cuentos, novelas, poemas, ensayos y obras de teatro, entre los que se destacan los policiales que publicó con el seudónimo de John J. Batharly, Historias de monstruos (1969), Los números de la muerte (1972) y El endemoniando Sr. Rosetti (1977).
La biografía de Bajarlía, que nació el 5 de octubre de 1915, responde al paradigma de un destino literario precoz: a los 9 años escribía poesía, a los catorce terminó su primera novela, de la que perdió el original, y siempre recordaba –en las charlas o mesas en las que participaba– que su profesora lo “presionaba” para que escribiera sonetos. Pero no podían faltar las dificultades que todo escritor prematuro suele tener cuando decide publicar. Muchos editores, comentaba Bajarlía, le aconsejaron que se dedicara a otra cosa, pero este porteño pícaro y simpático encontró el modo de torcer esas voluntades mezquinas. A cambio de escribir doscientos prólogos, consiguió que uno de esos editores le publicara doscientos ejemplares de su libro. Sus primeros poemarios aparecieron en la década del ‘50 –Estereopoemas (1950) y La gorgona (1953)–, al mismo tiempo que editaba los ensayos Notas sobre el Barroco (1950), Literatura de vanguardia (1956), El vanguardismo poético en América y España (1957), Sadismo y masoquismo en la conducta criminal (1959) y Lovecraft, el horror sobrenatural (1959).
Colaborador de los diarios Clarín, La Nación y La Gaceta de Tucumán, donde publicó el mismo día de su muerte el que sería su último artículo periodístico, Bajarlía se empeñó en adjudicarle a Jorge Luis Borges la paternidad de la novela policial El enigma de la calle Arcos, que apareció editada con el seudónimo de Sauli Lostal. En un artículo publicado en La Nación del 13 de julio de 1997, Bajarlía señalaba que fue Ulyses Petit de Murat quien le había revelado el secreto de que Borges había escrito esa novela “a máquina” (cuando el autor de El aleph nunca supo escribir a máquina) para “ensayarse en ese género”, que a Borges no le interesaba.
Bajarlía recibió numerosos premios, el Premio Municipal de Teatro por su pieza Monteagudo (1962), la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1963) –de la que fue vicepresidente en 2000–, el Konex de Platino (1984) y el Boris Vian (1996). Uno de sus poemas más recordados es el que le dedicó a Haroldo Conti: “Un día entraron/ eran cinco aparecidos llegados del infierno/ con el olvido a cuestas y la voz en los puños./ Las paredes se humedecían de llanto/ de finas garras de sangre/ de flores negras que brotaban impregnadas de fuego./ Las tinieblas jugaban al destino en la cabeza/ de los cinco aparecidos./ ¿Por qué me llevan?/.

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