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Miércoles, 12 de agosto de 2009

LA OCTAVA EDICIóN DE LA FERIA DEL LIBRO DE FOTOS DE AUTOR

Cita para degustar imágenes

El encuentro que se lleva a cabo hasta el domingo en el Espacio Ecléctico permite una experiencia atípica. “Este formato fuerza los límites de lo que tradicionalmente se entiende por libro”, dice Julieta Escardó, directora de la muestra.

Funciona como un tenedor libre de comidas exóticas, repleto de manjares para testear los sentidos. Pase, póngase cómodo y sírvase, proponen los bibliotecarios. Tentados, algunos de los que llegan a la octava edición de la Feria del Libro de Fotos de Autor, en el Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730, San Telmo), seleccionan del menú, primero con frenesí, los objetos de diseño más rimbombantes. Luego, cuando se percatan de que nadie los corre, sobrevuelan con una mirada parsimoniosa las mesas sobre las que reposan más de 200 ejemplares. De allí levantan una cajita morada con moño de seda, una valijita marrón con botones de plata o una armadura de hojalata con cerrojo y se dirigen a los sillones, puffs y mesitas a degustar la elección. “Este formato del ‘libro de artista’ fuerza los límites de lo que tradicionalmente se entiende por libro, que ya no es solamente un objeto con una tapa, una contratapa, un lomo y páginas, sino que puede adquirir muchas otras formas. Junto con los libros seriados o los que son factibles de editar, hay desplegables, cuadernos con espiral y pop-ups”, explica Julieta Escardó, cofundadora del centro artístico y directora de la iniciativa, durante el encuentro con Página/12.

En rigor, la feria funciona así: no bien un asistente atraviesa la puerta de entrada y paga el bono contribución de 10 pesos, se le entrega el catálogo con el detalle de los libros que se encuentran en exposición (nombre de la obra, tamaño, concepto y contacto del autor), según una categorización un poco arbitraria pero que sirve de mapa para los buscadores de precisiones: “Biografías”, “Construcciones y ficciones”, “Documentales”, “Estudios”, “Viajes” y “Otros lenguajes”. Cuando se hubo elegido qué probar, los bibliotecarios, que son algunos de los propios fotógrafos–autores, marcan en el menú el libraco prestado. A partir de ahí, el concurrente decide si leer de parado, acostado o sentado, si compartirlo o hacer carpita con la campera ante el inevitable sondeo de los cercanos, si admirar el packaging o solamente las fotografías. Al terminar la faena, el libro se devuelve en su respectiva mesa, el bibliotecario sella la devolución y el asistente puede elegir otro libro para continuar con la cata. No es una tarea de pocos minutos: además de ser libros únicos, no se repiten siquiera con los de ferias anteriores. Tantas son las fotos que no faltan gourmets de tiempo completo: desde el sábado pasado, cuando se inauguraron, las jornadas comienzan a las 14 y cierran sus puertas a las 20, y así lo harán hasta el próximo domingo. Entre las novedades respecto de ediciones anteriores, este año los organizadores implementarán “Los nuevos”, que consiste en la selección de un trabajo que durante la próxima edición ambientará la sala principal del Ecléctico, así como ahora decoran sus paredes las imágenes de Naturalezas de escritorio, de Diego Spivacow.

“La idea es hacer una especie de vidriera para estos proyectos. Es muy difícil publicar libros de fotografía en Argentina, sobre todo por los costos, y está buenísimo que esto sirva para difundir el esfuerzo de los artistas. Acá surgen varias propuestas, porque son muchos fotógrafos y viene mucha gente: curadores de galerías, editores, gente que ofrece laburos. Es una usina de proyectos”, se entusiasma Escardó. Pero, además, la feria tiene, según destaca, el sabor de un doble encuentro: entre el libro y el lector, por un lado, y entre éste y los realizadores de las obras, por el otro. “Una de las premisas es, justamente, la intimidad: no es lo mismo una exposición en un lugar inmenso con un montón de fotografías colgadas en la pared que un objeto al que uno tiene que acercarse, observar, tomarse cinco minutos, elegir y agarrar.” La lectura, que suele ser un acto privado, se transforma en un gesto grupal. “Es muy lindo cuando hay gente en los sillones leyendo un libro, comentando con el de al lado, pispeando lo que lee el otro. Y en ese trajín, los fotógrafos participan, además de como hacedores de sus obras, como bibliotecarios, recomendando libros y asistiendo a los visitantes”, señala.

No se trata de libros realizados sólo por reporteros gráficos o fotógrafos de galería, sino que también hay obras de artistas plásticos que decidieron participar conjugando en collages la pintura y la fotografía, artes hermanadas por herencia de lenguajes en el siglo XIX. De hecho, la riqueza de la exposición reside más en la variedad de formatos, colores, texturas y conceptos que en la excelencia técnica de sus instantáneas. “La idea es que los libros tengan un desarrollo narrativo coherente y estén bien resueltos desde lo formal. Hay algunos que son relatos de temas específicos, que empiezan, se desarrollan y terminan, y hay otros de fotografía documental, en los que el ejercicio visual tiene que ver con encontrar paralelos entre dos situaciones aparentemente distintas, puestas a dialogar entre sí. Cada ítem tiene muchas posibilidades y cualquier definición se escurre de los dedos, porque conviven formatos y miradas distintas sobre la fotografía”, asegura Escardó.

Hay cosas que el dinero no puede comprar, pero la mayor parte de las obras sí: las piezas van desde los 50 pesos, las hay de 100, 500 y 1000, y ascienden a unos salados 4200. Eso sí, sólo pueden ser señadas. Lo aclara Julieta: “Los ejemplares únicos no se entregan inmediatamente. ¡Ni un libro se va de la feria antes de que termine!”. Los organizadores levantaron la rigurosa barrera sólo a las obras seleccionadas para participar en el Festival de Fotoseptiembre, que será el próximo mes en el Distrito Federal mexicano. “El director del Centro Nacional de la Imagen mexicano, Alejandro Castellanos, visitó la feria en 2004 y desde entonces estuvo tentado con hacer algo con nosotros. Este año, el Festival tiene como invitada a la Argentina y van a viajar unos cuantos proyectos, entre ellos la Feria del Libro de Fotos de Autor. Va a haber un diálogo entre los libros de allá y los de acá. Va a ser una experiencia muy interesante”, augura.

Informe: Facundo Gari.

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“Cualquier definición se escurre de los dedos, porque conviven formatos y miradas distintas sobre la fotografía.”
Imagen: Carolina Camps
 
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