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Martes, 18 de agosto de 2009

TARDE PERO SEGURO, LA CIUDAD EXPLOTA SU POTENCIAL BEATLE

Hamburgo se peina con flequillo

En el lugar donde estaba el Star Club, una artista ambulante ofrece un “Tour Beatle”. Por iniciativa privada, el museo Beatlemanía apunta a conseguir 250 mil visitas por año. No es sólo pasión musical: la ciudad ya no vive del sexo.

 Por Tony Paterson *

Hamburgo finalmente decidió explotar su derecho a la fama como la ciudad que crió al grupo pop más famoso del mundo. El sitio donde estaba el legendario Star Club desde el que Los Beatles despegaron al estrellato es ahora un restaurante de comida china para llevar que se especializa en fideos fritos. Pero alrededor de la medianoche el lugar aún puede rockear al ritmo de “Twist and Shout”, aunque sea tocado con ukelele. Los tañidos de la música y las letras con acento alemán corren por cuenta de la artista ambulante Stefanie Hempel, fan confesa de los Fab Four que empezó a llevar a los artistas en un completo “Beatles Tour” por el distrito rojo de Hamburgo. En sus excursiones de trasnoche por Reeperbahn, la joven explica que cuando los pibes de Liverpool vivieron aquí, a comienzos de los ’60, solían mear desde los balcones y darse máquina con una píldora basada en anfetaminas que los ayudaba a lidiar con la agotadora rutina de shows toda la noche. Los visitantes son llevados al lugar donde estaba el cine Bambi, a un costado de la calle principal de Reeperbahn, donde Los Beatles dormían tras la pantalla en camas plegables, y debían lavarse en las piletas del baño de mujeres. Una foto en blanco y negro colocada en la puerta principal del Bambi los muestra riendo mientras sostienen un frasco vacío de Preludines.

“Una noche, Paul y John clavaron un preservativo en la pared de la habitación donde los habían acomodado... y luego le prendieron fuego”, explica Hempel. “Después de eso fueron deportados”, recuerda con regocijo. La irreverente mirada de la música de 32 años a la parte menos conocida de los días en Hamburgo del grupo –cuando se vestían como rockers de campera de cuero con el pelo engominado hacia atrás y “colas de pato”, y no con los célebres trajes de cuello Mao– forma parte de la iniciativa de Hamburgo para reinventarse como “Ciudad Beatle”. Casi medio siglo después de que la banda empezara a tocar su mezcla de skiffle y rock’n’roll como número menor en el Kaiser Keller, con Pete Best en la batería y Stu Sutcliffe al bajo, la ciudad finalmente ha descubierto su pasado beatle.

Un incendio destruyó el Star Club original en los ’80, y todo lo que queda es un monumento negro, como una lápida, con los nombres de todas las leyendas del rock que tocaron allí en letras de oro, incluyendo a grandes como Jimi Hendrix y Ray Charles. Ulf Kruger, un músico de 63 años que fue amigo de Los Beatles, lleva décadas tratando de hacer que la ciudad promueva su asociación con el grupo. “Hemos llegado bastante tarde, pero mejor tarde que nunca”, admite. En un intento de reparar 50 años de amnesia, en Reeperbahn se abrió una exhibición permanente de Beatlemanía que apunta a sumar al menos 250 mil visitantes al año. El proyecto, que sigue a la construcción de una “Esquina Beatle” en el barrio, fue financiado en forma privada por la industria musical alemana, pero tiene pleno apoyo del gobierno de la ciudad. No es difícil entender por qué: el famoso Reeperbahn viene en declive desde hace décadas. El sexo ya no produce dinero y hay dos mil prostitutas menos en Hamburgo de las que había hace una década. La industria culpa al desarrollo del porno en Internet y los foros de chat sexual: los clubes de sexo realizan ofertas y recortes de precios para atraer nuevos clientes.

“Reeperbahn debe cambiar el énfasis sobre lo que ofrece a los visitantes”, dice Guido Neumann, de la empresa Hamburg Marketing. “El lugar ya no atrae a marineros del puerto, porque el embarque de containers actual hace que pasen poco tiempo en tierra.” El museo Beatlemanía de Hamburgo cuenta la historia de cómo la banda decidió venir a la ciudad porque los pubs y clubes de su Liverpool natal cerraban demasiado temprano: “Yo nací en Liverpool, pero crecí en Hamburgo”, fue la frase de John Lennon. En el Indra Club y el Kaiser Keller llegaron a trabajar 48 noches seguidas, improvisando en el escenario, bebiendo, tomando anfetaminas y teniendo sexo con chicas que, como dijo Paul McCartney, “no tenían faja” como las de su ciudad. Allí trabaron relación con los “exis”, una variante de los existencialistas franceses: Sutcliffe se enamoró de la fotógrafa y estudiante de arte Astrid Kirchherr, cuyas famosas fotografías en blanco y negro de los primeros Beatles son una de las presentaciones principales de la exhibición. El bajista murió de una hemorragia cerebral tres días antes de que el grupo debutara en el Star Club. Y luego de que Brian Epstein se convirtiera en el manager, Ringo Starr reemplazó a Pete Best.

A Kirchherr y Klaus Voormann, otro fotógrafo de Los Beatles y “exi” de Hamburgo, se les atribuye el haber persuadido a la banda a adoptar el corte de pelo con flequillo, un estilo que tomaron prestado de los existencialistas de Francia: la exhibición recorre todos estos temas. Presenta dormitorios de adolescentes de los ’60 atiborrados de vestimenta beatle, placas y posters de los Fab Four sonriendo con benevolencia. Los visitantes pueden incluso grabarse a sí mismos cantando una canción de Los Beatles. Una de las piezas más llamativas está contenida en un cuarto donde se proyecta –en color– el desastroso concierto de 1965 en el Shea Stadium de Nueva York: el ensordecedor rugido de miles de chicas, muchas histéricas, pegadas a la valla y llorando, expone la poderosa (y aún hoy perturbadora) fuerza de la genuina Beatlemanía. A Los Beatles se los ve apenas abriendo las bocas: fue su último concierto.

La exhibición cubre el resto de la historia beatle, pasando por Yellow Submarine y hasta el último disco, Let it Be. El visitante es invitado a relajarse después en el Yeah Yeah Café, en el primer piso de lo que antes era un museo de arte erótico. Bernd Zerbin, uno de los organizadores principales, dice que era importante reflejar toda la historia beatle y no sólo concentrarse en Hamburgo. Paul y Ringo fueron invitados, pero aún no se recibió respuesta. “No sé siquiera si sus managers les permitieron ver la invitación”, señala Zerbin. “Pero sería grandioso si se aparecieran por aquí algún día de éstos.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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The Beatles como quinteto, en las épocas de shows toda la noche, anfetaminas y sexo salvaje.
 
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