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Miércoles, 9 de septiembre de 2009

PACO GOYANES MARTíNEZ TERCIA EN LA VIDA CULTURAL DE ZARAGOZA DESDE SU TIENDA CáLAMO

“Un buen librero necesita criterio”

Aunque este licenciado en Filosofía nunca había vendido libros, la vocación lo llevó a abrir su propio local. Ahora se precia de poder conseguir cualquier ejemplar que haya sido publicado. Hoy hablará de su experiencia en la Conferencia Editorial.

 Por Silvina Friera

Hijo de la España del fin del franquismo y con una fisonomía que recuerda al escritor sueco Stieg Larsson, Francisco “Paco” Goyanes Martínez tenía 24 años cuando decidió cumplir con un viejo sueño: “Mi momento de ser librero ha llegado”, le dijo la voz interior de la vocación. En 1983, ese joven licenciado en Filosofía abrió las puertas de Cálamo, una librería especializada en literatura, humanidades y libros de viaje. En su primera visita a Buenos Aires, en el marco de la Conferencia Editorial, ciclo de actualización profesional que se realiza en la librería El Ateneo (ver aparte), Goyanes Martínez repasa su experiencia como librero, fogueado al compás de esa gran caja de Pandora que suele ser el método del ensayo y el error, explica cómo esa pequeña librería fue incidiendo en el entramado cultural de Zaragoza y generando complicidades y analiza el futuro de las librerías ante el horizonte del e-book. “Entré al mundo de la librería sin haber trabajado previamente en ninguna. La palabra vocación existe, aunque esté un poco desprestigiada por sus connotaciones religiosas”, advierte en la entrevista con Página/12.

“Soy un librero autodidacta, me formé con mi propia librería”, cuenta Paco Goyanes. “Durante dos años hice fichitas de los libros que quería vender, que no eran muchos, los que me permitía el dinero que tenía. Recuerdo la sorpresa de los distribuidores cuando aparecía con mis fichitas y decía: ‘Quiero estos libros’. Lo triste fue que la mayoría de esos libros no se vendieron. Empecé con la ilusión de venderles a mis amigos, pero a los que leían no les interesaba nada de lo que a mí me gustaba. Tuve que cambiar poco a poco.” Cálamo, vocablo latino que significa plumas, es una librería “de trato”. “Nos preciamos de conseguir cualquier libro que se edite en cualquier parte del mundo”, asegura el librero, que ha logrado abrir otra sucursal de Cálamo especializada en libros franceses y de arte. “Tenemos un público que acude a nosotros por nuestras opiniones literarias. Esa imagen del librero rodeado de polvo ha pasado a la historia. El librero tiene que ser muy dinámico y sensible con lo que pasa alrededor, tener criterio y saber moverse en un mundo tremendamente profesionalizado.”

Paco Goyanes modificó radicalmente el imaginario de las librerías en una ciudad como Zaragoza, de 500 mil habitantes. “Cálamo tiene una puesta en escena teatral, siempre está llena de contenidos y la gente lo pasa bien.” Como suele suceder, las buenas ideas nacen en una noche de copas. El propio Paco confirma que, eufórico después de varias rondas de alcohol, dijo en voz alta ante un puñado de testigos en la misma sintonía etílica: “Si hay un premio Nadal, un premio Planeta, ¿por qué no puede haber un premio Cálamo?”. La librería recomienda los quince mejores títulos que considera que se han publicado en el año y los somete al plebiscito popular de los lectores entre diciembre y enero. El más votado obtiene el premio Cálamo al Libro del Año. El primer listado se sometió a consideración en 2001 y el ganador fue Javier Cercas con Soldados de Salamina, “pero antes de que se generara el boom Cercas”, aclara Goyanes. Desde 2004 se agregaron dos rubros más: el premio Cálamo Otra Mirada, que lo elige directamente la librería y que han ganado Alberto Ruy Sánchez, Juan José Saer, Michel Onfray, José Luis Peixoto y Knud Romer, y el premio Extraordinario, que ha recibido el escritor gallego Manuel Rivas por su trayectoria, entre otros.

“Llevamos al autor del libro ganador a Zaragoza, sea de donde sea. Los premios se entregan durante una cena a la que la gente paga su invitación y además se hace una lectura pública. Este pequeño premio se ha convertido en uno de los actos más relevantes de la vida cultural de nuestra ciudad. El premio no tiene dotación económica, pero por supuesto que se paga el viaje y la estadía del ganador”, subraya el librero. “Hemos logrado crear un montón de complicidades. El premio está dentro de los gustos de la librería, pero también tiene que ser algo lúdico y no gravoso. El problema de muchas actividades culturales es que pueden terminar cargándose a la librería.” Hace dos años que Cálamo ha comenzado a publicar pequeños libros, de 60 a 70 páginas, en una colección abierta y multidisciplinar, que incluye los cuentos de La chica del calendario, del joven Joaquín Pérez Azaústre; los poemas de Espacio de humo, de Celia Prieto Mazariegos, y los relatos Los mariachis y otros cuentos, del mexicano Marcial Fernández (editor del sello Ficticia, especializado en cuentos), entre otros títulos. “Todavía es algo muy artesanal, porque no tenemos la capacidad financiera ni la estructura para hacer una editorial seria. Pero vamos despacito. Soy un buen librero, pero para considerarme un buen editor me falta mucho”, admite Goyanes.

–¿Qué es ser un buen librero?

–Un buen librero necesita tener criterio. Cuando entras a una librería y ves cómo está organizado el espacio, cómo es la puesta en escena de los libros, te das cuenta de si ese librero tiene criterio. En España las librerías cada vez se parecen más, casi siempre te encuentras con los mismos libros en las vitrinas de entrada, normalmente los best sellers. No entiendo por qué un librero mediano o pequeño tiene que vender los mismos libros que El Corte Inglés. ¡Es absurdo! Lo que tengo que hacer es diferenciarme con mi mesa de novedades; mis recomendaciones son otras.

–¿Qué impacto tendrá el e-book en las librerías?

–Es ridículo oponerse al avance tecnológico y pensar que es negativo. Con el e-book no se va a acabar el sistema. Ahora, quién va a comercializar los libros es otro tema. Como es un mercado que moverá millones de dólares, hay una pelea tremenda entre Google, Amazon, Microsoft y Yahoo, que tienen el afán de acaparar el mercado. Las librerías no vamos a poder evitar el e-book pero, ¿vamos a venderlos? La verdad que no sé. En España ya hay empresas que comercializan las descargas, pero hay 27 formatos diferentes de e-books, con lo cual es algo que todavía está en el aire. Las librerías tradicionales no vamos a poder incidir mucho en el mercado. Los dos formatos van a convivir, aunque habrá una contracción fuerte de los libros impresos, y creo que desaparecerán muchas librerías, que no podrán soportar el impacto de los e-books.

–Alguien muy pesimista podría afirmar que las librerías, en el largo plazo, serán como piezas de museo.

–No lo sé, pero estoy seguro de que en tres o cuatro años va a cambiar todo el panorama. En Estados Unidos, el e-book no llega al 0,6 por ciento de las ventas totales de libros; en el Reino Unido no alcanza el 0,1 por ciento; en España es de 0,0001. Pero la dinámica económica hace que se genere la necesidad. ¿Era necesaria la telefonía móvil? Pues sí y no, pero alguien se empeñó en que fuera necesaria y ahora todos llevamos un móvil. Con el e-book también se generará la necesidad.

Después de Alemania y del Reino Unido, España es el país que más títulos edita en Europa. “El libro español que llega a América latina es muy costoso; somos una comunidad de 300 millones de hispanohablantes, pero los libros no circulan”, plantea el librero. “El mercado español está sobresaturado, no aguanta tantos libros, se publican más 70 mil títulos al año. Sería bueno que hubiera una reducción de los títulos, lo que no creo que suponga una pérdida ni una merma cultural importante. Nosotros devolvemos sin vender libros extraordinarios. Pero también ocurre que no llegan un montón de libros valiosos de México o Argentina. Y lo que llega es cada seis meses, cuando viene el barco.”

–En tiempos en que se habla de las nuevas tecnologías, una parte del mercado editorial todavía funciona como si estuviera en el siglo XIX.

–Claro, es absurdo que estemos esperando el barco (risas). Y las cosas que llegan es por favor, y el favor no es muy productivo ni para el editor ni para el distribuidor.

Goyanes confiesa que no tiene tiempo para escribir sus memorias de librero, pero ganas no le faltan. “Quizá dentro de unos años pueda; imagino que será un libro humorístico”, sugiere el librero.

–¿Tan gracioso es este oficio?

–Sí, hombre. Hay algunos libros de la comunidad de Madrid que solamente se pueden conseguir de acuerdo con los resultados del Real Madrid del domingo.

–¿En serio?

–Si el Real Madrid gana, el funcionario de turno atiende mis pedidos; si pierde, no. Ahora que el equipo consiguió refuerzos, ¡espero que las cosas funcionen mejor!

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Francisco Goyanes Martínez vino a Buenos Aires para formar parte de la Conferencia Editorial.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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