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Viernes, 7 de mayo de 2010

CHARLA PúBLICA DEL EQUIPO DE 6 7 8 CON SUS ESPECTADORES

“Antes no sabíamos cómo defendernos”

En el Espacio del Bicentenario, Sandra Russo, Luciano Galende, Orlando Barone y Carlos Barragán debatieron sobre los medios de comunicación, los “discursos hegemónicos” y las formas de discutir la agenda. El protagonismo del público.

 Por Silvina Friera

En el Espacio del Bicentenario, los periodistas que integran el programa 6 7 8, Sandra Ru-sso, Luciano Galende, Orlando Barone y Carlos Barragán, debatieron ante unas 300 personas sobre los medios de comunicación. “El discurso hegemónico empieza a tener fisuras gruesas de las cuales va a ser muy difícil recomponerse, porque no tienen que ver con una información mal chequeada, los errores inherentes a la profesión, sino con omisiones”, dijo Galende. “Si un medio está teóricamente para acercarse a reflejar la realidad, está claro que eso no está pasando. No somos cuatro o cinco periodistas los que nos estamos dando cuenta de eso, sino miles de personas. Y de eso no se vuelve.”

Como acostumbra, Barone arrojó una frase desafiante: “Una verdad sin interés es eclipsada por una mentira emocionante”. El periodista subrayó que “estamos inaugurando la verdad emocionante de un sistema nuevo”. “Hubo un momento en que estábamos acallados porque esa ‘mentira emocionante’ que enarbolaban los medios aplastaba en las conversaciones al que quería expresar su verdad. Teníamos que hablar de lo que ellos querían; la agenda la marcaban los medios monopólicos y todo el aspecto positivo de un estado quedaba demolido por la anécdota –recordó–. Es como si usted entrara a una catedral y el pelotudo que está ahí dice: ‘Viste que está mal el zócalo’. ¡El zócalo no me importa, idiota, fijate qué catedral tenemos!. Estamos asistiendo a la alegría de ver la catedral. Sabemos que tiene hendijas y paredes que tienen alguna humedad, como en toda construcción hecha por los humanos, pero lo que hay como abarcación de la catedral es mucho más poderoso y deja en el enanismo esas anécdotas”.

Leonardo se presentó como un fanático del programa. “¿Trabajás de fanático?”, bromeó Barone. No, el muchacho trabaja en una biblioteca. El joven en cuestión preguntó si 6 7 8 “no termina siendo un metamonopolio de la información al ser el único programa que nos muestra la información verdadera por razones opuestas a lo que se hace normalmente en el monopolio”. Barone fue el primero en responder. “Si hubiera un revolucionario que actúa sobre una sociedad dormida y estúpida, el revolucionario pierde, o lo matan o lo condenan porque no tiene actores sociales que lo apoyen. Este programa, usando la palabra revolución en diminutivo, significó una revolución que encontró actores sociales dispuestos a comprarla. Ustedes son los revolucionarios, no nosotros.” Russo puso en la palestra el concepto de “multitudes inteligentes”, que escuchó recientemente en un foro sobre la televisión digital. “Hasta ahora estábamos acostumbrados a multitudes disciplinadas, mansas, estupidizadas, lobotomizadas por un discurso como el del carpintero: ‘el supervisor que te gusta está casado’, ‘el supervisor que te gusta está casado’. Pero ahora tenemos la posibilidad de multitudes inteligentes; gente que decodifique mensajes y los lleve a la práctica.”

Otro hombre, que también se reconoció como fan, comentó que le gustaría, como hace Víctor Hugo Morales, que hubiera una línea a favor, pero también “ciertas cosas críticas que faltan” para no caer en “lo mismo que hacen los otros”. Galende admitió que es un “dilema” que suele estar en discusión entre los periodistas de 6 7 8. “El programa es el único lugar de defensa de las operaciones mediáticas que en este momento puede tener el Gobierno –explicó Barragán–. A mí tampoco me gusta lo que pasa con los glaciares o con la soja, pero no hay espacio; no somos el lugar para hacer eso.” Galende planteó que para llegar a esa instancia “hay que resolver la discusión sobre la distribución de la palabra.” “El periodismo debería tratar de generar cierta idea de contrapoder. Pero esa noción está alterada por la acción obscena e impune de un sector muy importante de la prensa. La verdadera hechura de contrapoder está en contestar a aquellos que están queriendo arrebatar el poder.” El conductor recordó una frase del productor del programa, “nos corren el arco”, para analizar lo que ocurriría ante un gesto más crítico. “Cuando el año pasado se discutió el patrimonio de los Kirchner, Orlando dijo que le hubiera gustado que no tuvieran esa guita y cada uno dijo lo suyo. Al día siguiente, los medios hegemónicos dijeron que nos habían censurado. Es cierto que te corren el arco; es una encerrona que nosotros no elegimos. Si habláramos de los problemas de la minería, nos dirían que lo estamos haciendo por demagogia. Los códigos de una discusión no se eligen; hay alguien que los establece. Cualquier mirada crítica que nosotros tengamos del Gobierno, aparece como un giro demagógico y no como algo que nosotros creemos.”

Un joven tomó el micrófono para lanzar su reflexión. “No hay que ponerse mal porque la nombren como la ley de medios K. A mí me hubiese gustado que Alfonsín hubiera mandado una ley de medios que terminara con la ley de la dictadura. Que el que vino después, que no lo quiero nombrar, hubiese mandado una ley de medios; que el aburrido que vino después hubiese mandado una ley de medios. Lo cierto es que ninguno la mandó. Reivindiquemos que este gobierno fue el que mandó una ley al Congreso que pone las reglas claras. Hagamos como con la palabra desaparecidos, que fue dicha por Videla y después la retomamos y la llevamos como bandera, y empecemos a decir la ley de medios K.”

Russo celebró la idea. “Cuando fue ‘la mierda oficialista’, todos entendimos que habíamos sido maltratados durante más de un año por el conflicto del campo y no sabíamos cómo defendernos. Nos sentíamos unos soretitos que creíamos en cosas horribles. Lo mismo pasó cuando vi esa remera que decía ‘todas somos yeguas’. Es un mismo juego semántico, una reconversión del sentido; es devolver aquello que nos tiran por la cabeza, resignificarlo y convertirlo en otra cosa.”

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El panel en pleno: “Hasta hace poco estábamos acostumbrados a multitudes mansas, estupidizadas”.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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