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Lunes, 2 de marzo de 2015

MARCELO SAVIGNONE ESTRENó ENSAYO SOBRE LA GAVIOTA

Variaciones sobre la infelicidad

El actor, director y maestro de actores vuelve a Chéjov, uno de sus autores favoritos. “La gaviota se me convirtió en un pretexto para hablar de los vínculos, del desamor y hasta del maltrato entre las personas”, subraya Savignone.

 Por Cecilia Hopkins

“Crecí artísticamente con los clásicos”, afirma el actor, director y maestro de actores Marcelo Savignone a pocos días de su último estreno, Ensayo sobre La gaviota, basado en la obra de Chéjov. Junto a Shakespeare, el autor ruso es uno de los dramaturgos a los que el teatrista vuelve una y otra vez: en El vuelo ya había trabajado sobre esta misma pieza y hace dos años con Un tal Vania puede decirse que afianzó su marca personal. Por su calidad, estos espectáculos lograron darle una mayor visibilidad a este artista que viene trabajando sin tregua en la creación y la enseñanza, con un gran número de espectáculos escritos por él mismo, todos ellos dentro de la estética del teatro físico, dada su formación en Improvisación, Commedia dell’Arte y Máscara Balinesa, entre otras técnicas. “Entiendo al teatro desde el cuerpo”, subraya en la entrevista con Página/12, por si quedase alguna duda.

Esta versión de La gaviota se encuentra cruzada con textos de El cuaderno de Trigorin, versión libre de la misma obra que dio a conocer Tennessee Williams dos años antes de morir, en 1981. Esta elección importa cambios en la óptica de los personajes y sus conflictos, agravándolos en más de un sentido. No obstante, se mantienen las preguntas que se hizo Chéjov acerca de la vida de los artistas, su necesidad de éxito y el deseo de crear formas nuevas en el arte. Y siguen en primer plano la incomprensión y el amor desairado entre las cuestiones que impiden que los personajes encuentren al menos un instante de felicidad. El elenco está integrado por María Florencia Alvarez, Mercedes Carbonella, Luciano Cohen, Merceditas Elordi, Pedro Risi, Belén Santos y el propio Savignone.

Hace casi diez años, en El vuelo, Savignone interpretaba a Kostia, el artista primerizo que busca obsesivamente la atención de su madre, actriz de renombre. Hoy, en cambio, se hace cargo del rol de Trigorin, el artista que ya consiguió un lugar de prestigio y debe mantenerlo. “Es que ahora me pregunto qué hacer con lo que conseguí y cómo continuar arriesgando”, enfatiza el actor y director.

–¿Cómo comenzó a trabajar la versión de esta obra?

–Le voy “preguntando” al texto y de lo que entiendo sus respuestas voy armando el lenguaje. En los ensayos pongo en marcha un mecanismo de creación que, como hacía Bacon (Francis Bacon, pintor irlandés fallecido en 1992), consiste en “manchar la tela”: lo más impulsivo, lo no dicho es lo que primero aparece en el juego dramático con los actores. De esos ensayos aparece el interior del personaje hecho movimiento, atreviéndose a expresar con el cuerpo lo que las palabras no dicen.

–Otro rasgo expresivo que utiliza es la repetición de secuencias de acciones...

–En la obra de Chéjov se da la repetición de ritos o de comportamientos como si fuese lo único que esos personajes pueden hacer. Como si la repetición fuese un condicionamiento para la infelicidad. Así repiten lo que les hace daño sin ver que el error les brinda la posibilidad de cambio.

–¿Por qué hay en la escena un adentro y un afuera?

–La necesidad de guardar las apariencias ya está en Chéjov. Acá se manifiesta aún más la hipocresía, dando a entender que puertas adentro suceden hechos de violencia extrema que todos saben que ocurren, de los que sin embargo nadie habla.

–¿Dónde cree haber puesto el énfasis en su versión?

–El éxito, la profesión del artista, la creación de formas nuevas, todo eso está en La gaviota, pero para mí, su gran tema es la infelicidad. La obra muestra una gran cantidad de razones muy concretas que hacen infelices a los personajes: está el que tiene miedo a la frustración, el que posterga sus sueños por cobardía, el que toma una decisión por no quedarse solo, el que vive una vida equivocada. Creo que la obra de Chéjov se me convirtió en un pretexto para hablar de los vínculos, del desamor y hasta del maltrato entre las personas. Aunque también está la mirada esperanzada.

–¿A qué aspecto se refiere?

–El pesimismo de Chéjov adquiere así mayor profundidad. Me atrae pensar al teatro desde un estado de esperanza. Me gusta creer en mi profesión y pensar que hay cambios que son posibles, que el arte trasciende al dolor. Por eso tomo con mucha responsabilidad el hacer teatro. Tal vez sea una posición romántica de mi parte o se deba a que tengo hijos y quiero tener esperanza.

–Los textos de Tennessee Williams habilitan otros temas, como el de la homosexualidad...

–Sí, me parece interesante que una obra clásica hable sobre eso. Hay muchos temas que no aparecen en los textos clásicos. Siempre estoy pensando en el aporte que puede hacer el teatro para pensarnos como sociedad, para hablar sobre la inclusión y la igualdad. Porque si bien hubo muchos avances, la batalla de la igualdad nunca está totalmente ganada. Hay que seguir porque si no se está atento, existe el peligro de que vuelvan las posiciones reaccionarias.

* Ensayo sobre La gaviota, Teatro La Carpintería (Jean Jaurès 858), domingos a las 20.30.

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Esta versión de Savignone también incluye textos de El cuaderno de Trigorin, de Tennessee Williams.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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