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Miércoles, 5 de octubre de 2005

FALLO CONTRA PIGLIA Y PLANETA

La plata quemada cambia de dueño

La Corte confirmó la sentencia por la que el autor y la editorial deberán indemnizar a G. Nielsen.

 Por Silvina Friera

El rumor ya no tiene quien lo alimente en los corrillos literarios: cambió de status, aunque quizá la polémica no se salde tan fácilmente. La Corte Suprema de Justicia confirmó ayer el fallo por el que condenó al escritor Ricardo Piglia y a la editorial Planeta a pagarle una indemnización de 10.000 pesos al novelista Gustavo Nielsen, que en 1997 “perdió” el premio Planeta porque habría sido direccionado para que resultara ganadora la obra Plata quemada. Ya no quedan instancias para apelar y deberá ser pagado el resarcimiento a Nielsen, quien denunció, junto con su abogado Gabriel Len, que hubo irregularidades en la entrega del premio. El 28 de febrero pasado, la sala G de la Cámara Civil había condenado al autor de Respiración artificial y a la editorial Planeta por “predisposición o predeterminación en favor de la obra de Piglia”.
En esa oportunidad, los jueces manifestaron que la novela ganadora pudo haber sido otra distinta de la presentada por Piglia originalmente, y que el jurado, integrado por Mario Benedetti, Tomás Eloy Martínez, María Esther de Miguel y Augusto Roa Bastos, no leyó la totalidad de los textos que se habrían presentado al certamen. En el fallo de Cámara, los jueces Leopoldo Montes de Oca, Hugo Molteni y Carlos Bellucci afirmaron que Piglia “no debió postularse para la obtención del premio” porque para la época del concurso “se encontraba vinculado contractualmente con la empresa editora Espasa Calpe Argentina”. En diálogo con Página/12, Nielsen señaló que la decisión del máximo tribunal es el final de un proceso lógico. “Era extraño plantear una queja por un tema comercial, por un arreglo en un concurso que no es un tema de Estado ni de derechos humanos. Fue una operación de marketing, que no estaría mal, pero me involucraron a mí en una operación sin mi consentimiento. Y no soy el único, lo hicieron con las otras personas que se presentaron al premio; fuimos estafadas porque participamos de una campaña publicitaria orquestada de antemano.” Nielsen cuenta que todo empezó con una entrevista publicada en Página/12 en 1997, en la que Piglia dijo que su novela Plata quemada iba a salir publicada por Seix Barral, sello que pertenece al grupo editorial que convocaba el concurso. “Piglia no cobró nunca los 40.000 del premio, se los descontaron de los honorarios, 100.000 pesos, que le había adelantado la editorial”, asegura Nielsen, quien publicó su novela El amor enfermo, finalista del premio Planeta, por otro sello. Para los jueces, el vínculo entre Piglia y la editorial comenzó en junio de 1994 para “el aprovechamiento económico futuro de los derechos emergentes de diversas obras”, y Piglia había transferido, por título oneroso, la producción literaria, por la que cobró 50 mil dólares. Los camaristas afirmaron que el escritor cobró otros 50.000 pesos un año después, pero como no se obtuvo el rédito previsto “se vislumbró la posibilidad cierta de una razonable recomposición patrimonial mediante la adjudicación del premio correspondiente al año 1997”.
Según los jueces, “existen demostradas muchas circunstancias que revelan la predisposición o predeterminación del premio en favor de la obra de Ricardo Piglia”, entre ellas la “menguada intervención del jurado”. Los camaristas dieron a entender que las 264 obras presentadas para competir no fueron leídas, ya que de haber sido así los miembros del jurado hubieran necesitado “aproximadamente dos años y medio” para dictaminar el resultado del concurso. Otra cuestión que analizaron es que el texto que resultó ganador, Plata quemada, no fue el que originalmente presentó el escritor. Piglia admitió que la novela presentada, Por amor al arte, bajo el seudónimo de Roberto Luminari, correspondía a un título que después fue cambiado, supuestamente con anterioridad a la edición. Los camaristas advirtieron que “para ser exacta esta aseveración debió acreditarse la identidad del contenido entre la novela presentada y Plata quemada, circunstancia que no ha tenido lugar en tanto no se ha acompañado el texto de la primera de esas obras a los fines comparativos”. “Yo pienso seguir participando en concursos, no creo que un concurso arreglado como éste sea la norma, al contrario, me parece que es la excepción”, subraya Nielsen.

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