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Viernes, 18 de abril de 2008

DANIEL MAZA Y LA PRESENTACION DE AL CONTADO, SU NUEVO DISCO

Para volver del “contrato tipo”

El notable bajista tuvo que boicotear su segundo álbum, cuando descubrió que lo que había firmado enajenaba sus derechos y lo encadenaba a un disco lleno de errores. Ahora mira hacia adelante, y el show de hoy en el IFT es un buen punto de partida.

 Por Cristian Vitale

Es inevitable: con Daniel Maza hay que hablar de música. Es un animal nato. Un bajista versátil, dotado de un humor natural, capaz de definir el proceso de una canción como “ese zapato que se va amoldando al pie”. Pero, a veces, imperan necesidades: por ejemplo, anclar en las condiciones en que un tipo así, simple y laburante, hace música. Nadie se enteró que entre aquel auspicioso debut (Música destilada) y el flamante Al contado hubo otro disco. “Yo mismo lo boicoteé, no lo presenté y le dije a la gente que no lo comprara”, dice, desparramando su enorme humanidad en una silla negra. Está hablando de Vamo’arriba: Maza firmó un contrato leonino, la compañía se adueñó del derecho editorial de las canciones, y fueron dos años perdidos. “Desagradable. Me hizo perder dos años de shows, porque si no tenés disco no tenés excusa para tocar.”

–¿Por qué firmó?

–No sé. Yo firmé un contrato tipo. Mi manager me dijo que lo había hecho ver con alguien que sabía, y me lo trajo para firmar mientras estaba grabando. Me dijeron “firmá, así no ponés más guita para grabar”. Yo no estaba muy convencido. Cuando salió, tenía como 50 errores de ortografía. Fattorusso estaba mal escrito, donde tenía que decir “Casi una chacarera” decía “Casi una chacarera uno”; donde tenía que decir candombe decía candome... ¿entonces qué?: si yo le doy esto a la prensa me matan.

Al contado aparece como la calma que sigue al naufragio. Aún arrastra ciertos efectos, porque Maza incorporó tres temas del disco anterior y tuvo que pagar el derecho para editar tres de sus canciones, pero el proceso grabación-edición-promoción-presentación volvió a su curso natural. Lo estrena hoy en el Teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549), después rotará por el interior y en julio irá al festival Boleros de Oro de La Habana. Irónico, este uruguayo nacido hace 49 años en el barrio el Cerro –que dice tener a Dios viviendo en la piecita del fondo–, subtituló su nueva criatura con una sentencia: “Nadie nos dio crédito para hacer este disco” y se ríe por lo que significa: cierta ostentación de la nada. “Habla del momento económico que estamos viviendo, y también de que no cambio, ni tengo un personaje. Soy como soy y así me expongo... creo que la gente se da cuenta de eso. Nunca digo en un concierto ¡señoras y señores!”

–¿Y qué dice?

–Yo qué sé. Vamo’arriba, como hablo en mi casa.

La alquimia estética de Al contado conserva los parámetros mazianos: una síntesis de los músicos que adora (Rubén Rada, Chico Novarro, Eduardo Mateo, los Fattorusso) más ese touch propio que pendula entre bolero, murga, samba, funk, jazz, candombe e, incluso, una cumbia devenida latin jazz: “La burrita”, de Los Wawancó. “Son ídolos... si escuchás las cosas viejas de ellos hay arreglos alucinantes. Además, me trae recuerdos: cuando íbamos a los bailes de lluvia, los varones llevábamos los discos y la bebida. Y Los Wawancó eran inevitables.”

–¿“Mateo te amo” es por su hijo o por Eduardo?

–Por mi hijo, pero tiene que ver, porque a mi hijo le puse Mateo por Eduardo. Mateo prácticamente inventó la música uruguaya. Todo lo que viene detrás suyo es más de lo mismo. El influyó a los Fattorusso, a Rada, a Jaime Roos, por más que digan que no.

–¿Cómo trata las versiones? ¿Las respeta, las desarma?

–Respeto la melodía, jamás la cambio. Por ahí agrego acordes, modifico la rítmica o rearmonizo, pero la melodía no. No estás haciendo ningún arreglo, sino que le estás descomponiendo la canción al otro.

–¿A “Dedos”, el tema de Rada, le caben las generales de la ley?

–Ese es un tremendo funk. Volvió a grabarlo hace poco. Creo que mi versión está entre la de Tótem y la última. No es ni tan funkera como la nueva ni tan antigua como la original. La diferencia es que no canto como Rada: es el mejor cantante del mundo. Puede cantar lo que se le ocurra y siempre bien.

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“Cuando salió ese disco tenía como cincuenta errores de ortografía. Si se lo daba a la prensa me mataban.”
Imagen: Sandra Cartasso
 
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