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Lunes, 21 de abril de 2014

SERIES › BROOKLYN NINE-NINE, OTRA MIRADA SOBRE EL MUNDO POLICíACO

La comedia se viste de azul

Andy Samberg se aleja de la simple parodia al género de tiros, persecuciones y un escuadrón de oficiales neoyorquinos. Ganadora de dos Globos de Oro, la serie de los creadores de Parks and Recreations podría ser justo lo que la sitcom necesita para renacer.

 Por Federico Lisica

Dan Goor y Michael Schur, los productores y guionistas de Brooklyn Nine-Nine (hoy se estrena por TBS, los lunes a las 21), dicen contar con un método para generar las bromas de cada episodio. Darse un latigazo cada vez que alguno de ellos escribe algún gag, remate o situación propia de Police Squad!, aquella comedia televisiva que luego se transformaría en la saga cinematográfica La pistola desnuda. Incluso en el cine, Arma cargada con la caricatura al paroxismo o Starsky & Hutch con su espíritu vintage, reforzaron el modelo paródico a la institución policial. Si hace casi tres décadas Martillo Hammer versionaba en la televisión a Harry, el Sucio, ¿qué viene a aportar esta ficción a un género tan poco renovado? Mucho. Más cerca del humor anárquico de M.A.S.H. que de cualquier sitcom que intenta sobrevivir por estos días, junto con buenas y logradas cuotas de acción, el éxito de crítica y público que Brooklyn Nine-Nine ha logrado con tan sólo una temporada, es tan natural como una sincera carcajada.

El eje es el día a día en un escuadrón que tiene como chico a estrella a Jake Peralta (Andy Samberg). Su excelencia es tal que le da tiempo para andar en slip mientras confecciona reportes, jugar carreras con las sillas de oficina y matafuegos, citar en el medio de una investigación al film Donnie Brasco. Ser el policía bueno y no un torpe que arruina todo fue lo que convenció al ex Saturday Night Live de montarse al proyecto: “Cuando Jake se porta como un idiota, el espectador puede perdonarlo más, y aceptarlo más. Es como Jimmy McNulty de The Wire, pero en lugar de ser un bebedor y un mujeriego, hace bromas en la oficina”, dijo el ganador del último Globo de Oro por este papel. A propósito, esta serie se llevó ese galardón como mejor comedia, venciendo a otros pesos pesados como The Big Bang Theory, Girls y Modern Family.

Que parte de la dupla creativa también haya estado en The Office (versión estadounidense) y juntos en Parks and Recreation(sobre la administración pública), explica la sustancia del programa. “Es el ámbito laboral, estúpido”, podría parafrasearse. Todos los personajes (y sus intérpretes, dicho sea de paso) se adecuan perfectamente en el desmadre que es esa comisaría, donde a los chistes físicos y cameos se acoplan diálogos punzantes, sin escaparle al género policial. Está la detective que compite con Peralta, el buenudo, la recia (a cargo de la argentina Stephanie Beatriz), los inútiles (entre ellos una notable administrativa que encarna Chelsea Peretti) y el oficial intimidante pero miedoso como el león de El Mago de Oz (Terry Cews). Y llega un nuevo capitán a la estación (André Baugher) con su estricto código de vestimenta y de trabajo, personaje que cuenta con una característica impensable hace una década para un programa de este tipo.

En el primer episodio deben resolver un asesinato. Lo atractivo es la pista del caso: ¡el robo de una pata de jamón ibérico! En el periplo pasarán por escenarios típicamente neoyorquinos, harán guardias y Peralta tendrá tiempo de ponerse una corbata en la panza. “Hoy en día, cuando hay como diez millones de programas de todos los géneros, en todos los contextos y lugares que el cerebro humano puede imaginar, hacer ese tipo de programa era un desafío interesante”, dijo Michael Schur, convencido de que éste era un territorio inexplorado en el mundo de las comedias de media hora. Las escenas de acción, por otra parte, no desentonan: poseen dinamismo (en eso ayuda el estar realizadas con lógica de una cámara), pero también gracia. Así, por ejemplo, un policía acaba con su cabeza dentro de un pote de helado tras un tiroteo en un deli.

Gran parte del secreto de la serie está en el protagónico. No parece haber ningún actor en la tierra más idóneo que Samberg para este detective. El actor que escaló con su humor inocente, bestial y viral en SNL; el que compone raps humorísticos con su grupo The Lonely Island (chequear “Dick in a Box” junto a Justin Timberlake) y el que interpreta papeles gansos, entrañables, que luchan por ser cool como el doble de riesgo de Hot Rod. Famoso por su improvisación y juegos con la voz (nunca tan necesario el SAP), los realizadores han admitido que hacen las escenas con el libreto y luego suman otras libradas a la espontaneidad. Y es por eso que la comedia parece fluir en una estructura de relojería, sin tanta referencialidad pop o el sarcasmo cruel, que parecen ser los principales sostenes de las sitcoms actuales. Hasta el único chiste propio de Police Squad! está bien aprovechado, un flashback donde se recuerda a un criminal setentoso llamado “el Hombre Disco” que va sembrando el terror con su yo-yo. Latigazo para el que se le ocurrió.

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Brooklyn Nine-Nine no intenta ser una nueva versión de La pistola desnuda.
 
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