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Lunes, 13 de septiembre de 2010

MUSICA › FINAL ABIERTO, NOTABLE ESPECTáCULO EN LA TRASTIENDA

Un conjunto de afinidades electivas

Teresa Parodi, Liliana Herrero y el dúo Orozco-Barrientos concretaron una fiesta que se extendió hasta bien entrada la madrugada, con varios bises obligados por el fervor del público que llenó la sala. Hubo un repertorio ecléctico, con temas propios y clásicos del cancionero.

 Por Karina Micheletto

Está, primero, la decisión de juntarse. No con un fin posterior: no para “lanzar” nada, no para hacer un disco, no para imaginar giras. Podrán venir, a lo mejor; pero si no llegan, el fin habrá estado igualmente cumplido. Quienes se juntan, lo hacen porque creen que tienen que juntarse. Porque tienen ganas: tan simple como eso. Estas podrían ser consideraciones contextuales, si no fuera porque este modo de concebir un espectáculo suena muy concretamente, de una forma que lo identifica y lo diferencia. Eso fue lo que sonó el viernes y sábado pasados en La Trastienda, en el show que dieron juntos Teresa Parodi, Liliana Herrero y el dúo Orozco-Barrientos. No los reunió el show: se reunieron ellos. El Final abierto –así bautizaron el espectáculo– se materializó en una fiesta que se extendió hasta bien entrada la madrugada, con varios bises obligados por el fervor del público que llenó la sala de San Telmo.

Hay en este decir juntos, por la pura decisión de decir juntos, algo que expande las individualidades. Se nota apenas se larga el concierto con “Vidala para mi sombra”, cuyos versos irán pasando sucesivamente por las voces de cada uno de los anfitriones. Están también el guitarrista Jorge Giuliano y el percusionista Facundo Guevara, que pronto se lucen como importantes sostenes musicales en la concepción de este espectáculo. La noche sigue con “La tempranera”, una zamba que va revelando su poesía, de voz en voz. Y algo, se nota en la reacción del público, ya comienza a marcar que será un concierto especial.

Otra pista podría estar dada en lo que ocurre en esa canción que ya se instaló por su propio peso, a pesar de haber sido presentada en un disco que su autora lanzó no hace tanto: “Tarumba”, de Teresa Parodi. Además de los aplausos larguísimos, el público le hace saber a la compositora que es uno de los temas que ya hizo propios, cuando se queda coreando el estribillo, con la canción ya terminada: “Tarumba nunca te olvides, Tarumba lo que te aclaro, ningún niño nace feo, ni nace malo”. El clima queda definitivamente instalado en la fiesta con “Celador de sueños”, el tema con el que el dúo mendocino tituló su disco debut, que tiene otra vuelta en los bises del final, ya coreado como en cancha.

En el repertorio de este Final abierto hay lugar para himnos del cancionero como “Piedra y camino”, “Pueblero de allá ité”, la tonada “Quien te amaba ya se va” o la picardía de la chacarera “Juan del monte”, de Leguizamón y Castilla; también para una creación contemporánea como la del uruguayo Fernando Cabrera, con la interpretación de Liliana Herrero de “La casa de al lado”. Y para recorrer temas de Parodi (“Canto labriego”, “El otro país”), composiciones de Barrientos (“Bagualín”) y del dúo (“Los ojos del amor”). Un recorrido que irán armando cantando todos juntos, en dúos o en forma individual, aunque siempre manteniendo el espíritu del cuarteto, inclusive visualmente, sentados los cuatro en fila. En esta juntada los cuatro se presentan como pares, aunque Orozco y Barrientos, que representan una camada posterior de la música popular argentina, reconozcan a Parodi y Herrero como referentes.

Hay, claro, antecedentes de esta forma común de decir en las presentaciones de todos estos artistas, además de las muchas invitaciones cruzadas en los diferentes shows individuales. El más directo seguramente es el espectáculo Dos orillas, la reunión que concretaron Parodi y Herrero unos años atrás. Pero también podrían buscarse estas formas del encuentro en conciertos como los que la autora de “Pedro canoero” compartió alguna vez con Marián Farías Gómez, o más atrás en el tiempo, cuando junto con Ramona Galarza concretó aquel Correntinas, en el Luna Park, que fue un hito del chamamé. En este Final abierto, los artistas son ellos mismos, pero distintos. Como siempre les ocurre a los humanos, cuando se juntan porque tienen ganas.

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Intérpretes con diferentes características, hermanados por las ganas de “decir juntos”.
Imagen: Rolando Andrade
 
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