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Lunes, 20 de agosto de 2012

MUSICA › ERNESTO SNAJER Y SU PARTICIPACIóN EN EL PROYECTO RARAS PARTITURAS

Desafíos de la música popular

El guitarrista aceptó la convocatoria de la Biblioteca Nacional y se metió en su archivo, donde encontró gemas de los autores más diversos, desde Charly hasta Omar Moreno Palacios, pasando por Salgán y Troilo. Y las interpretó con su particularísimo estilo.

 Por Cristian Vitale

Ernesto Snajer se llena el alma hablando de los músicos que ama. Nombra a Spinetta como “lo más”. “Toco sus músicas todo el tiempo, en casa”, dispara, sin pestañear. Cuchi Leguizamón es otro. Astor Piazzolla, el tercero. “Ni qué hablar de ellos dos, ¿no?” Es su tríada principal –lo ratifica más de tres veces ante Página/12– y, llamativamente, opera como causa de una paradoja: cuando tuvo que armar la lista de versiones que poblarían el noveno capítulo de Raras partituras, que la Biblioteca Nacional le encargó para la colección Lecturas Argentinas destinada a investigar y difundir el patrimonio musical que mora allí, no eligió ninguna de sus tres más amados. “Tal vez no tuve el tiempo necesario como para hacer algo distinto sobre ellos”, se excusa. Raras partituras IX, entonces, se nutrió de otras musas: de Remo Pignoni y Carlos Guastavino, por caso. También de Omar Moreno Palacios, Horacio Salgán, Charly García, Ramón Ayala, Aníbal Troilo y Litto Nebbia. De un mosaico estético, al cabo, que este eximio guitarrista exprimió bajo su propia impronta. “La verdad es que cuando recibí el encargo me dio como cagazo, fue una mezcla de placer y responsabilidad”, apunta. Mostrará el disco el sábado 1º de septiembre en La Paila (Costa Rica 4848).

Snajer empezó por el principio. Se embarró los dedos en el ingente archivo de partituras que guarda la Biblioteca y descubrió perlas. “Adiós Querida”, de Salgán y Carmelo Volpe fue una. Un bello vals que no cuenta ni por lejos entre los clásicos del maestro. “Milonga caliente”, de Pichuco, otra. “La verdad es que no quiero arriesgar ninguna teoría, porque no soy experto en la obra de Troilo, pero hablé con muchos tangueros, me metí en páginas con el catálogo completo de sus grabaciones y, hasta donde sé, no la grabó nadie. Me llamó la atención también que la letra fuera suya. Lindo hallazgo”, se regocija, posado en una de las versiones más festejadas durante la grabación en vivo del cd (Octubre 2011, Auditorio Borges) que acaba de publicarse a través de Epsa Music. “La idea general fue mostrarle a la gente cómo yo me imaginaba estas músicas, y creo que hay una diferencia con los originales que nace de esta intención. Estoy conforme, porque por lo menos no destruimos las músicas, y todos los cambios fueron hechos desde el amor, no desde la pretensión”, explica.

El desafío-base del versátil guitarrista fue encarar compositores muy distintos entre sí, cuyas franjas de extremo podrían darse entre Charly García y Remo Pignoni, o entre Nebbia y Guastavino, y lograr una unidad auditiva en arreglos y tratamiento. Achicar distancias entre extremos, dicho de otro modo. Se imaginó piezas de Guastavino –“El clavel del aire blanco” y “La flor de aguapé”– como canciones y temas de García –“Canción de Hollywood”, “Zocacola”– como instrumentales y las elaboró, desde tales principios motores, bajo cierta unidad de criterio. “Toda una cuestión ¿no? Pensé que la única manera de lograr una unidad era apropiándome de la música más que ciñéndome a lo que estaba escrito en las partituras, y en este sentido fui poco respetuoso con varias de las personas que más respeto –se ríe–. Desde ese lugar, cambié muchas cosas, las interpreté desde mi óptica y, cuando terminé, sentí básicamente el temor de comerme alguna puteada.”

–¿Se las comió?

–No, por suerte. Con el que más miedo tenía era con Nebbia, porque realmente le dimos vuelta “Zamba de la reencarnación”, otro tema que, hasta donde indagué, no conocía nadie que no fuera de su fan club. Pero él es lo más y cuando la escuchó le encantó. Le gustó que nos apropiáramos así de su música. Lógico que no sentía ese miedo con Remo y Guastavino, porque están muertos, pero tuve la fantasía de que si Guastavino hubiese escuchado estas versiones las aprobaría por el entre sucio que les dimos. No sé, me lo imagino escuchando versiones de sus temas y puteando porque les falta tierra, mugre.

En tanto guitarrista, compositor y productor, Snajer viene buscándole vueltas a la música argentina desde que ganó el pre-Cosquín de 1988 junto al grupo Semblanza. Ha paseado sus músicas por casi toda Europa. Y su carácter inquieto y trashumante se torna tangible en varias direcciones: el singular dúo que integra hace más de 20 años con el guitarrista danés Palle Windfeldt, con un disco producido y editado por Egberto Gismonti a través de su sello Carmos/Ecm, o sus aportes a las músicas de Lito Vitale, Fito Páez, León Gieco, Peteco Carabajal, Jorge Cumbo y Pedro Aznar. En otras vetas, le ha producido discos a Liliana Herrero (Igual a mi corazón), Verónica Condomí (Remedio pa’l alma) y la Bruja Salguero (Caja de luna), y dirigido Toque Argentino, la serie discográfica que publicó trabajos de Juan Quintero, César Franov, Willy González y Andrés Beeuwsaert, entre otros. Hoy lidera el grupo que completan Guido Martínez en bajo y Diego Alejandro, en batería y percusión, trío que, junto a los aportes de la cantante Luvi Torres y el saxofonista Ramiro Flores, terminó dándoles forma a estas raras partituras. “Más allá de nombres y estilos, este encargo significó un desafío doble: por un lado encontrar una manera de tocar la música de los grandes creadores argentinos, en formato de trío y con nuestra visión particular. Por el otro, mantener viva una música cuya rareza principal es que no esté constantemente presente en el repertorio de los músicos argentinos. Quise mostrar un pantallazo breve de mi propia historia musical”, explica.

–¿Y dónde se nota más su propia historia?

–Respuesta complicada... no sé, tal vez mi pluma de arreglador se note más en los temas de Pignoni, porque él fue el mejor intérprete de su propia obra y competir con esa excelencia me parecía impensable..., entonces les di a sus temas un tratamiento más aguerrido... una onda Jimi Hendrix Experience.

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Snajer dice que ante el encargo de la BN sintió “una mezcla de placer y responsabilidad”.
Imagen: Bernardino Avila
 
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