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Viernes, 19 de octubre de 2012

MUSICA › KATHARINA WAGNER ABANDONO LA PUESTA DE SU BISABUELO

Otro escandalete en el Teatro Colón

 Por Diego Fischerman

Si un auto se atasca en el barro, nada peor que acelerar. Y eso es lo que está haciendo el Teatro Colón con el mutilado Wagner que quiso presentar como gran novedad en el mundo del espectáculo operístico y que, a su más que discutible mérito en el campo de lo artístico, suma fracaso tras fracaso en el terreno de los negocios. Se soñó con la venta a otros teatros, lo que no sucedió. Tampoco se han vendido entradas y, víctima involuntaria del impulso reducidor, de las cuatro funciones previstas quedaron en pie sólo dos. Para peor, la bisnieta del compositor, Katharina Wagner, actual directora del Festival de Bayreuth, encargada hasta ayer de la puesta en escena y presentada como supuesta carta de legitimidad del proyecto, acaba de abandonarlo y volverse a Alemania.

El fuego que en la obra original rodea a Brunilda amenaza, a esta altura, con convertirse en incendio y para apagarlo –o por lo menos para sacar de allí las papas, junto a una que otra walquiria– se habría llamado a la directora teatral Valentina Carrasco, integrante de La Fura dels Baus que colaboró en las puestas de El gran macabro, de György Ligeti, y Edipo, de Georges Enescu, ya presentadas en el Colón. Trabajaría, en el caso de aceptar, con la escenografía ya construida y, obligadamente, a partir de la concepción de Katharina Wagner. “Rebelde y segurísima de sí misma, talentosa y capaz, desafió desde chica, con personalidad volcánica e importantes méritos, todos los rótulos impuestos desde afuera”, definía a la bisnieta de Wagner una nota exegética publicada en septiembre del año pasado por la Revista La Nación. Quien la firmaba, Cecilia Scalisi, preguntaba, entre otras cosas, “¿Qué opinás de la muletilla ‘qué diría Wagner si viera un Anillo compacto en una sola jornada’?”. Y la directora de escena contestaba: “Opino que es totalmente ocioso ponerse a discutir sobre qué hubiera sostenido mi bisabuelo respecto de esta idea”. Lo que el reportaje no decía es que la entrevistadora es coordinadora general del proyecto –así fue presentada en conferencia de prensa por las propias autoridades del Colón– y, según la Resolución 0377 del Ente Autárquico Teatro Colón, suma a tal efecto dos contratos: uno de 48.000 pesos por “Pre producción artística” y otro de 24.000 como “Asistente artística de producción lírica”. Poco, de todas maneras, si se lo compara con la cifra del contrato de la alemana: $1.130.040.

El proyecto, que lejos de concitar el imaginado entusiasmo generalizado no logró, hasta ahora, interesar a nadie por fuera de la dirección del teatro, fue bautizado, con optimismo, como “Colón-Ring”. Se trata de una versión en unas siete horas –incluido un pomposo buffet servido en el intervalo– de lo que Wagner pensó como una inmersión en su universo (con teatro ad hoc incluido) a lo largo de cuatro óperas concebidas como un ciclo. “La obra de Wagner contiene filosofía y acción. Nosotros le sacamos la filosofía”, fue la frase, digna de Les Luthiers, con la que Cord Garben, autor de la adaptación, explicó sus fundamentos. La colección de desatinos se suma a un clima enrarecido. Y es que, además de que su presupuesto para el año próximo será un 30 por ciento más chico que el de 2012 (el más alto, medido en dólares, de los últimos 50 años), Pedro Pablo García Caffi se encontró esta semana con que el jefe de Gobierno había designado un nuevo jefe administrativo, poniendo en duda su investidura como director “general y artístico”. El nuevo funcionario, Javier Ibáñez, ex titular de la Agencia Gubernamental de Control, es un integrante de la comisión directiva del club Atlanta y tuvo su momento de fama cuando apareció en un video corriendo a cinturonazos a hinchas de Chacarita.

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Wagner cobró más de un millón.
 
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