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Viernes, 7 de octubre de 2016

MUSICA › EL PRODUCTOR Y MUSICO LLEGA NUEVAMENTE A BUENOS AIRES PARA PRESENTAR SUS HITS

Alan Parsons, del estudio al escenario

Estuvo tras la consola en El lado oscuro de la Luna, participó de Abbey Road y tiene una larga carrera solista, pero el paso del tiempo lo hace dudar sobre cuánto tiempo seguirá presentándose en vivo. El sábado tocará en el Luna Park.

“La sala de control es mi hogar. Ahí me crié”, responde Alan Parsons sin titubear cuando es consultado acerca de su preferencia entre el escenario o el estudio. Así leído, resulta bastante obvio: se trata de un hombre que forjó su carrera detrás del vidrio del estudio de grabación. Es reconocido por haber sido el responsable de la ingeniería sonora de El lado oscuro de la Luna (Pink Floyd) y por haber participado de la grabación de Abbey Road (The Beatles). Es, también, el creador de un sonido característico, propio, al mando de Alan Parsons Project. Es innumerable la lista de éxitos (propios y ajenos) con los que está vinculado como productor e ingeniero. Sin embargo, hace 23 años dio el paso que faltaba y se expuso al público sin intermediarios. En 1993, y luego de dar por finalizado el vínculo creativo que lo unía a Eric Woolfson, dio forma al Alan Parsons Live Project. El control de la sala de grabación fue reemplazado por la adrenalina del vivo. Desde ese momento, se dedicó más a las giras que a la edición de discos. De ahí, la pregunta. Pero no: el estudio es su lugar en el mundo y no habrá escenario que cambie esa realidad. Y es precisamente con este proyecto que llega nuevamente a la Argentina para presentarse mañana en el Luna Park (Bouchard 465), en el marco del Greatest Hits Tour. “Me gusta mucho subir al escenario. Toda la experiencia, estar frente al público... claro que lo disfruto. Como productor, por otro lado, siento que tengo más control. Sin un buen productor, una buena banda o una buena canción pueden resultar completos fracasos”, afirma Parsons.

–Los discos I, Robot (1977) y The Time Machine (1999) están inspirados en libros que hablan, entre otras cosas, del futuro. ¿Cómo se lleva con el paso del tiempo?

–En términos profesionales, me siento muy afortunado: estoy transitando mis 60 y vengo haciendo esto desde que era un adolescente. No estoy seguro de seguir tocando en vivo en el futuro, pero creo que a mi carrera de estudio todavía le queda bastante. En ese sentido, puedo decir que el paso del tiempo fue muy amable conmigo.

–¿Por qué abandonaría los escenarios?

–La verdad, no me gustaría verme como Keith Richards en el escenario (ríe). Aunque creo que me veo un poco mejor que él ahora mismo (ríe). Quizá me queden un par de años, pero no más.

–¿La música es una máquina del tiempo?

–Es una manera interesante de pensarlo. Supongo que sí. Trascendí varias décadas dentro de la música, así que esa es una linda manera de decir que ha sido como una maquina del tiempo.

–Otro de los temas que atraviesan esas obras es la tecnología.

–Uno de los problemas que tengo con la tecnología es que, dentro de su permanente evolución, no está siendo amable con los dueños de copyright. En términos de calidad de sonido, no es todo lo buena que podría ser. Los servicios de suscripciones, las descargas baratas y YouTube están matando el negocio de compositores y performers.

–Pero, en todo caso, ése es un tema de mala utilización de la tecnología…

–No culpo a la tecnología de la baja en la calidad o en las ventas. Sí creo que la música hoy es tan accesible y los precios son tan baratos que la gente ya no necesita gastar en música. Ya nadie gasta en el producto real.

–¿Quiere decir que los desarrollos tecnológicos influyeron más negativa que positivamente en su trabajo?

–Creo que la tecnología es buena para que los profesionales de la industria se comuniquen entre sí, que los músicos se puedan enviar material de manera mucho más rápida, y creo que cambió la industria de la fabricación de la música. Pero la manera en la cual el consumidor está expuesto a esta tecnología generalmente es algo negativo que definitivamente no favorece a los artistas.

–¿Si pudiera, seguiría eligiendo las grabaciones analógicas a las digitales?

–No estoy diciendo eso. Hay gente que prefiere la grabación analógica a toda costa y defiende que es el único sonido verdadero, pero el nivel de la grabación digital nunca ha sido más alto que ahora. Y esto obviamente es gracias a los avances tecnológicos. Lo que no ayuda es la parte que tiene que ver con el consumidor. El consumidor de esas tecnologías es el que no le hace ningún favor a la calidad del sonido digital. Algún día nos vamos a reír del vinilo también ¡y nos reiremos de por qué lo defendíamos tanto! Porque, en algún momento, la tecnología digital va a superar al sonido análogo, como ocurre con el cine. Y no creo que falte mucho, ya que tecnología digital es joven todavía.

–¿Piensa que sería posible producir un disco con la estética, la profundidad y la calidad de El lado oscuro de la Luna en la actualidad?

–¡Sería facilísimo de grabar hoy! De hecho, tomaría la mitad del tiempo. Piense que está hecho todo a partir de cintas… Todo el tiempo que perdíamos en rebobinar, en encontrar el punto específico en la cinta... ¡había que hacerlo cada vez que queríamos cambiar una parte! Hoy eso es inimaginable.

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“No me gustaría verme como Keith Richards”, se ríe Alan Parsons.
 
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