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Lunes, 20 de febrero de 2012

LITERATURA › SE VIENE LA COLECCIóN “NARRADORAS ARGENTINAS”

“Son escritoras que se encontraban olvidadas”

La cordobesa María Teresa Andruetto, codirectora, junto a Carolina Rossi, de la colección, explica el sentido del “rescate” de autoras como Fina Warschaver, Libertad Demitrópulos, Amalia Jamilis, Elvira Orphée, Paula Wajsman y Andrea Rabih, tan interesantes como ocultadas.

 Por Silvina Friera

Un sexteto de acrobáticas escritoras sobrevuela el cielo de un enigma. La rueda del destino gira, impulsada por un compás que parece idéntico y glorioso como la eternidad. Pero la apariencia es una emboscada que no puede disimular ni reducir el abismo entre la alabanza y el silencio. Antes de que el olvido teja su filigrana, nace el culto de una pequeña pero vigorosa cofradía de lectores. Hubo un tiempo de ascenso y consolidación de seis magistrales autoras, de la mano de obras que transgredieron las leyes de la gravedad literarias. Fina Warschaver, Libertad Demitrópulos, Amalia Jamilis, Elvira Orphée, Paula Wajsman y Andrea Rabih regresan por la “revancha”, gracias a la colección “Narradoras Argentinas” que el sello cordobés Editorial Universitaria de Villa María (Eduvim) lanzará durante este año. Decir que nunca se fueron sería sólo una expresión de deseo. Sus libros se esfumaron de la faz de la tierra editorial, suelo tan mezquino como imprevisible. En el mejor de los mundos posibles, quedaron atrincherados en los polvorientos estantes de las librerías de viejo, hasta que un terco buscador –o buscadora– los rescató y volvieron a deambular secretamente. A esta desidia y omisión se añaden otras. Muchas han dejado o aún tienen textos inéditos.

El objetivo de esta colección anfibia –en soporte papel y digital– es rescatar y poner otra vez en circulación escrituras de narradoras relevantes de la literatura argentina, cuyas obras permanecen inéditas, olvidadas, agotadas o perdidas; acompañadas de estudios preliminares –de ensayistas del país o del extranjero– y con un recorrido bibliográfico de cada una de las escritoras. Se impone desglosar los títulos de “Narradoras Argentinas” para comprender la magnitud de la faena que están emprendiendo la escritora cordobesa María Teresa Andruetto y Carolina Rossi, directoras de la colección. La mamacoca es la novela inédita que dejó la genial Libertad Demitrópulos (ver aparte), que se publicará con prólogo de Nora Domínguez. El reconocimiento y otros cuentos, de Amalia Jamilis, incluye sus dos primeros libros de cuentos, Detrás de las columnas (1967) y Los días de suerte (1968), más un relato inédito que da título al libro, encontrado recientemente por sus hijas. El autor del prólogo es Elvio Gandolfo, infatigable difusor de la obra de Jamilis.

Hay silencios que asumen dimensiones catastróficas cuando obturan el puente con quien quizá sea una de las autoras “más secretas” del conjunto de narradoras recuperadas: Paula Wajsman. El primero en descubrirla fue Daniel Divinsky, cuando publicó Informe de París (1990) en Ediciones de la Flor; novela ponderada por Elsa Drucaroff y Angélica Gorodischer como “una de las escrituras más interesantes de esa década”, la de los años ’90. Ahora a través de Eduvim, editorial que dirige Carlos Gazzera, se lanzará la novela inédita de Wajsman, Punto atrás, preservada gracias a una amiga y a la sobrina nieta de la escritora, con prólogo de Susana Rodríguez. Andrea Rabih murió a los 34 años, en noviembre de 2001. Su Obra completa reúne los relatos de Cera negra (que publicó en Simurg, un año antes de su muerte), la novela inédita Todos contentos, y una serie de cuentos también inéditos en torno de la enfermedad, escritos en una carrera contra la muerte, agrupados bajo el título de Melanoma, prologados por Carlos Gamerro, escritor de su generación y amigo de Rabih (ver aparte). En el plano de las reediciones, la colección incluye Dos veranos, primera novela de Elvira Orphée, editada en 1956, con prólogo de la escritora española Rosa Chacel, el antológico artículo que le dedicó en la revista Sur, en 1957. Y el libro de cuentos El hilo grabado (1962), de Fina Warschaver, prologado por Drucaroff, principal divulgadora de esta escritora, militante socialista, feminista y autora de libros de ficción, ensayos literarios e históricos.

Andruetto, directora de la colección “Narradoras Argentinas”, subraya que para poder concretar este proyecto contaron con todo el apoyo y la confianza de los herederos, y con el entusiasmo de los prologuistas convocados, “apoyo y entusiasmo sin los cuales esta tarea hubiera sido imposible”. Y anticipa que ya están realizando los contactos necesarios para editar más obras agotadas o inéditas de las mismas escritoras y otras de valor excepcional, “escritoras que se encontraban, a nuestro juicio, olvidadas”. La propuesta de recuperación –revela Andruetto– no incluye a autoras del siglo XIX porque hay otro espacio editorial, la colección “Las Antiguas” del sello Buena Vista, que las reúne. El punto de partida cronológico de la colección postula hurgar en las narradoras que comenzaron a publicar hacia la década del ’30 del siglo pasado en adelante, en lo que se podría considerar, pese al tiempo transcurrido, “mujeres atravesadas por conflictos e intereses próximos a nuestra contemporaneidad”.

“Nos interesa tanto la calidad de esas escrituras como su diversidad, cuentistas o novelistas de diversas líneas estéticas, diversos posicionamientos ideológicos, diversas trayectorias políticas y privadas, diversas extracciones sociales, culturales, geográficas”, resume Andruetto a Página/12. “Este abanico de enorme riqueza nos obliga a barrer de un plumazo los clichés y cotos de lo femenino.” La lupa está enfocada hacia el enorme potencial de escritoras que produjeron y editaron en las décadas del ’50 al ’70 y que –como apunta la directora de la colección– “debieron romper varios techos de cristal”. Después serían “arrancadas de cuajo de la circulación literaria nacional” con la llegada de la dictadura y luego, por infinidad de razones, “ya no regresarían al campo literario con la recuperación democrática”.

¿Escribirían para conjurar la muerte? Quién sabe; la pregunta, inscripta con mayor o menor fuerza en el horizonte de inquietudes lectoras, no puede esquivar una doble paradoja: quienes formulan el interrogante y las autoras han tenido y tienen conciencia de la finitud. El inventario de escritoras desplazadas al desván de los recuerdos es como una llaga en el rostro de la literatura argentina. Un tiempo las exalta, las reconoce y legitima; otro, en cambio, las abandona en el mar de la indiferencia. El rostro de Jamilis (1936-1999) es el de una diva trágica, una suerte de Irene Papas más bella. En las fotos, sus ojazos destilan una pátina de tristeza. O de melancolía. Como lo repitió tantas veces Gandolfo, Jamilis tiene al menos una decena de cuentos “maestros y contundentes”. Lejos de gravitar por el efímero universo de las ediciones de cabotaje, sus libros fueron publicados por sellos como Losada, Emecé, el Centro Editor de América Latina, Legasa y Catálogos: Detrás de las columnas (1967), Los días de suerte (1968), Los trabajos nocturnos (1971), Ciudad sobre el Támesis (1988) y Parque de animales, respectivamente. Los relatos de esta escritora que nació en La Plata pero se radicó en Bahía Blanca, donde murió, han sido incluidos en prestigiosas antologías editadas en la Argentina, Alemania, Estados Unidos y México.

Libertad Demitrópulos (1922-1998) lo hizo. “¿Qué otra escritora argentina ha alcanzado en las últimas décadas las cimas de perfección que se pueden leer en Río de las congojas (1981)?”, se pregunta Nora Domínguez. “El yo de Libertad viajó, mutó, se dispersó en historias de mujeres de distintas épocas, tierras, razas y clases sociales, mujeres que experimentaron las diversas peligrosidades de enunciarse con un yo: heroínas, criollas, españolas, indias, inglesitas engañadas. En esta construcción variada y dispersa se sostiene en parte el valor de su escritura.” A fines de los años ’40, una joven Demitrópulos, que hacía nacido en Ledesma (Jujuy), llegó a Buenos Aires. Pronto comenzó a trabajar en el Hogar Escuela Eva Perón, donde conoció a Evita, de quien escribiría una biografía, publicada en CEAL en 1984 y reeditada por Ediciones del Dock. Entonces ya era una “peronista visceral”, metamorfosis que se produjo cuando vio cómo eran explotados los trabajadores de la zafra en el Ingenio Ledesma. Autora de Los comensales (1967), La flor de hierro, Sabotaje en el álbum familiar (1984) y Un piano en bahía desolación (1994), entre otras novelas, en Río de las congojas narra desde una perspectiva polifónica la segunda fundación de Buenos Aires a través de las voces de dos mestizos, una criolla y un negro. Huérfanos, marginales, bastardos y prostitutas abundan en toda su narrativa; son voces que resisten la exclusión, que piden “reescribir la historia”.

Hija menor de una familia de inmigrantes polacos, Paula Wajsman nació en San Juan, en 1939. A los cuatro años, después del terremoto, se trasladó a Buenos Aires. Estudió Psicología, practicó el psicoanálisis, la traducción y la investigación social. Vivió en Francia y en Estados Unidos. Amiga y consejera de Manuel Puig, vinculada afectivamente con Osvaldo Lamborghini, Wajsman publicó una sola novela en vida, Informe de París, en 1990, cinco años antes de su muerte, en 1995. “No quiero hacer misterios: estoy enferma, tengo ‘unos meses’ de vida. No sé cuántos. De ahí que me haya vuelto una especie de punk (‘No future man’, le dijo al poeta Jorge Naparstek en una carta). Por favor no tengas pena por mí: estoy viviendo, a pesar de todo, una de las épocas más felices y fecundas de mi vida, aunque lo sea en un aspecto muy restringido, ya que no laburo –tengo plata para vivir también ‘unos meses’– y me dedico casi exclusivamente a escribir.” Además de la novela Punto atrás, dejó inéditos dos libros de poesía y cerca de sesenta cuadernos manuscritos con poemas, relatos de viaje y un libro de cuentos titulado Crónicas e infundios.

Fina Warschaver (1919-1989), valiosa narradora, dramaturga, poeta, ensayista y música casi desconocida, ha sido redimida de la buhardilla de la “figura solitaria” de la literatura argentina, aquella que parece no pertenecer a ninguna escuela –y a ninguna época–, por Drucaroff. Warschaver provenía de una familia de inmigrantes ruso-judíos que a comienzos del siglo XX se habían radicado en el Litoral argentino, huyendo de las persecuciones y los pogroms de la Rusia zarista. A mediados de los años ’30 inició su militancia política en el ala izquierda del Partido Socialista, nucleada en la revista Cauce. Participó activamente en los movimientos feministas, se vinculó con Salvadora Medina Onrubia, colaboró en el Movimiento Femenino Antiguerrero y, más tarde, en la Unión de Mujeres de la Argentina. La condición de la mujer sería, años después, uno de los ejes de su producción literaria. “Mamá era un ser raro, de la estirpe de las amazonas. Como mi abuela y mi bisabuela, afectadas por la fatalidad de su destino femenino”, dice Amós, alter ego de Fina y personaje que recorre y enlaza los cuentos de su libro Hombre-Tiempo (1973). Su primera novela, El retorno de la primavera (1947), fue ponderada en su momento por el diario La Prensa como la aparición de un nuevo Roberto Arlt en la literatura argentina.

Elvira Orphée (San Miguel de Tucumán, 1930), que emigró a Buenos Aires a fines de los años ’40, publicó su primer relato, “La calle Mate de Luna”, en la revista Sur, en 1951. Leopoldo Brizuela lo define como un “extraordinario cuento coral sobre las sospechas y chismes que un barrio tucumano va elaborando, a medida que avanza el calor, acerca de una familia de forasteros porteños”. Esta escritora con una obra extrema por su originalidad es autora de las novelas Aire tan dulce (1956), En el fondo (1969) y Su demonio preferido; y de los libros de cuentos Ciego del cielo (1991) y Las viejas fantasiosas (1981), entre otros títulos.

Aunque la colección “Narradoras Argentinas” está dirigida a un público amplio, “tenemos la mirada puesta en la formación universitaria, en los lectores interesados en literatura argentina y en literatura de género”, aclara Andruetto. “Queremos acercar a lectores de las nuevas generaciones –y también a los de mi generación– escrituras excepcionales y en cierto modo olvidadas que dan cuenta de aspectos muy diversos de nuestro devenir.” Muy pronto los lectores podrán descubrir en las páginas éditas e inéditas de estas formidables narradoras una música remota, pero envolvente.

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Arriba, de izquierda a derecha: Fina Warschaver, Andrea Rabih, Amalia Jamilis. Abajo: Paula Wajsman, Elvira Orphée y Libertad Demitrópulos.
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