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Martes, 3 de septiembre de 2013

LITERATURA › DANIEL TUNNARD, EL INGLéS DETRáS DEL LIBRO COLECTIVAIZEISHON

“No pretendo haberles sacado la ficha”

Escritor, guionista, actor y traductor, vive en Buenos Aires desde 1999. La idea de tomar todos los colectivos de la ciudad llevó a un libro que, lejos del análisis sociológico o urbano, se zambulle en una observación de argentinidades donde ante todo prima el humor.

 Por Karina Micheletto

“Colectivaizeishon: Acción y efecto de tomar todos los colectivos de Buenos Aires.” Eso es lo que atacó a Daniel Tunnard, escritor, guionista, actor y traductor, un inglés que vive en Buenos Aires desde 1999. Para ganarse la vida por estas tierras, este inglés ha sabido encarar proyectos que dan ganas de conocer, ya desde el vamos, por su formulación misma. Como actor, por ejemplo, hizo ciclos de stand up aquí, pero en inglés. Y aunque para un público hispanohablante es difícil imaginar cómo seguir los chistes y el repentismo que el género implica, él los vendió como “una clase de inglés más barata”. Como escritor acaba de publicar un libro –éste sí en español– que ya levantó comentarios desde su origen en un blog (www.danieltunnard.com, y luego en www.colectivaizeishon .com), que podría transformarse en un documental, y hasta tener su continuidad con los trenes de la Argentina. El recientemente editado Colectivaizeishon es, entonces, la crónica de unos trescientos cuarenta viajes en las ciento cuarenta líneas de colectivos de la ciudad de Buenos Aires (más el 195, que va de Retiro a La Plata, la ciento cuarenta y uno), de punta a punta de sus recorridos, según una sistematización que llevó unos siete meses de viaje.

“Si trataba de abarcar todo el conurbano, el proyecto se volvería interminable. La vida es demasiado corta para tomar el 60 hasta Escobar sólo porque sí. Pido disculpas a toda la gente del conurbano, que sepan que no quise ofenderlos con esta decisión necesaria. No soy conurbanofóbico. Muchos de mis mejores amigos son del conurbano”, explica Tunnard. En las redes sociales, y en los que siguen su blog desde hace un par de años, él ya es “el inglés de los colectivos”, o “el inglés loco que se tomó todos los bondis”. Lo que terminó surgiendo de ese proyecto loco es un libro con mucho humor, que pinta a los porteños, a la ciudad de Buenos Aires y, por qué no, a su sistema de transporte, desde la mirada extrañada de un inglés que no es del todo extranjero (porque vive aquí hace rato, porque su esposa y sus amigos son argentinos, porque ha hecho grandes esfuerzos por adaptarse a este paisaje), pero que no deja de mirar extrañado eso que se denomina argentinidad.

La idea de Colectivaizeishon apareció por 2009, “inspirado en el libro The Know-It-All (El sabelotodo) de A. J. Jacobs, quien leyó la Enciclopedia Británica entera en un año y escribió un libro muy gracioso al respecto”. “Quería plantearme alguna cosa parecida que pudiera hacer en Buenos Aires, y además hacía mucho que venía escribiendo observaciones sobre la vida porteña. Se me ocurrió que tomar todos los colectivos de Capital era una forma de reunir todos esos pensamientos que tenía –cuenta Tunnard–. Mi primer intento fue en el invierno de 2009. Tardé un mes en tomar siete colectivos, me aburrí terriblemente y me di por vencido. Dos años más tarde decidí intentarlo de nuevo y tomé las 140 líneas que pasan por la CABA, en siete meses, entre septiembre de 2011 y abril de 2012. La clave fue empezar a escribir en castellano para un público argentino, cuando antes escribía en inglés para unos pocos lectores a los que les interesaba la Argentina. Finalmente, eso de escribir en castellano fue parte de una toma de conciencia de que como inmigrante tenía que comprometerme más con mi país adoptado, en lugar de siempre estar mirando hacia el otro hemisferio. Mi psicoanalista Flavia fue muy importante en ese antes y después. El psicoanálisis es el mejor invento argentino, superando fácilmente al colectivo, la birome y el dulce de leche.”

–Entre estas 140 líneas de colectivos, ¿cuál es la que recuerda con más cariño?

–Fueron más bien épocas, el comienzo en primavera fue muy lindo porque iba redescubriendo todo lo que me encanta de Buenos Aires, y después en otoño también, porque se acercaba el final del proyecto y sabía que iba a extrañar pasar mis fines de semana recorriendo la ciudad. Pero el verano fue un infierno, sobre todo en esos colectivos viejos a los que se les calienta el asiento trasero arriba del motor. Colectivos especiales fueron el 46, en el cual subió un señor con su propia silla y se prendió un porro, y el 45 y el 33, que van por toda la Costanera Norte antes de entrar en Retiro, lo cual sería la apertura del documental de Colectivaizeishon si algún día se llega a realizar ese proyecto.

–¿Y cuál la que preferiría olvidar?

–La pasé mal en el 108, que el día que lo tomé tardó dos horas y media en recorrer los 22 kilómetros entre Retiro y Liniers. Siento mucha compasión por los pasajeros que tienen que bancarse este tipo de cosas todos los días.

–Su identidad inglesa aparece en situaciones que son muy graciosas así narradas, pero que también habrá padecido. ¿Qué es lo más incomprensible que sigue encontrando en los argentinos? ¿O ya les sacó la ficha por completo?

–No pretendo haberles sacado la ficha, ni creo que alguien podría hacerlo. La capacidad argentina para charlar horas y horas en un café con tan sólo un cortadito delante suyo es algo que nunca pude replicar, ni tampoco su contraparte nocturna de seguir bailando y charlando hasta las 6 AM con tan sólo una gaseosa como sostén. Tengo un conflicto interminable con el amor argentino por los sandwiches de miga, pero no quiero meterme en eso porque la gente se ofende y me echa del país.

–Dice en su libro: “Creí que Colectivaizeishon me haría más argentino”. ¿Sucedió algo semejante después de escribirlo?

–Sí y no. Creo que cuanto más uno vive en un país extranjero, uno va asimilándose cada vez más, pero siempre queda alguna cosita que le marca aparte de los que nacieron en el país, y muchos me lo han comentado con el ejemplo de algún abuelo italiano que vino acá a los 10 años, pero siempre parecía más italiano que argentino, por más que ya ni hablara italiano y cortara los espaguetis con cuchillo. Creo que voy asimilando las cualidades positivas de los argentinos, quienes en su mayor expresión son muy amigueros y familieros y charlatanes, en el buen sentido. Noto cada vez más argentinidad en mí mismo en los mundiales, que cada vez hincho más para la Selección Argentina (y también sufro más...) Va a llegar el día en que Argentina se enfrente nuevamente con Inglaterra por un partido clave de algún mundial, y no sé cómo voy a estar.

–¿Y qué piensa ahora de los colectiveros?

–El proyecto de Colectivaizeishon me abrió los ojos al hecho de que el 99,9 por ciento de los colectiveros son realmente buenos tipos (y tipas, aunque jamás me crucé con una colectivera, lamentablemente). Uno de los viajes que más disfruté fue cuando me reconoció un colectivero de la línea 176 (aparentemente los colectiveros ya hablaban de mí entre ellos) y viajé sentado al lado suyo, charlando sobre su trabajo y su vida en Buenos Aires (es chaqueño, se llama Manuel Galán, un capo y también, según me contaron sus compañeros, un galán). Creo que fue justamente ese viaje que me hizo ver lo esencial de lo argentino y la razón por la cual nos gusta a tantos extranjeros vivir acá, que es esa calidez humana que no encontrás en todo el mundo.

–También aparecen sus propios prejuicios, en relación con las villas de emergencia, por ejemplo. ¿En qué cambió su visión al respecto?

–Hay varios colectivos que pasan por villas de emergencia (el 23, el 26, el 46, el 70, el 76) y en cada uno de estos viajes veía cómo la vida en estos lugares no es tan diferente a “la nuestra”, que está muy exagerada la imagen que uno tiene de las villas de emergencia, por esta manera de ciertos medios de sensacionalizar la realidad de estos lugares. Ahora estoy tomando todos los trenes de la Argentina para el próximo libro y en los trenes entre Temperley y Haedo, y entre Aldo Bonzi y Puente Alsina, que transitan zonas muy marginales, viajé con un amigo inglés que quedó realmente impactado por lo que veía, y hablábamos de cómo puede ser que este tipo de lugar siga existiendo en el siglo XXI, pero también de cómo se hace para cambiar esta situación de la vivienda. Es una cuestión muy compleja, y no pretendo tener la respuesta.

–¿Qué comentarios recibió hasta ahora de su libro?

–Me gusta que se haya trasmitido el humor del libro, porque el humor es muy particular para cada pueblo e idioma, y a veces cuando uno intenta ser gracioso en un idioma extranjero es un fracaso realmente tragicómico. A su vez, Argentina es un país que consume mucha comedia “anglosajona”. Es más, descubrí a Seinfeld viviendo en Argentina, porque durante los años 1999-2003 las 11 de la noche era la hora Seinfeld, y son muchos los argentinos que disfrutan de ese tipo de comedia, o de The Office, The Mighty Boosh, Monty Python y varios otros. También encontré con el blog que había muchos argentinos que me leían desde afuera del país, que disfrutaban de rememorar los colectivos de su ciudad. Siempre va a haber gente, como por ejemplo los que dejan comentarios en cierto diario de la nación, a la que no les gusta para nada que venga un inglés acá a tomar sus colectivos y escribir sobre ellos, pero también aprendí que con algunas personas no hay caso...

* El libro será presentado el próximo sábado a las 18 en Magdalena’s Party, Thames 1795.

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No conforme con lo vivido, Tunnard ahora está dedicado a seguir el recorrido de los trenes.
 
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