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Sábado, 9 de enero de 2016

LITERATURA › EL NAPOLITANO ERRI DE LUCA VISITARA LA ARGENTINA EN MARZO

Experiencias de un autodidacta

Invitado por la Untref, el autor de En el nombre de la madre dará una conferencia sobre el proceso creativo en la escritura. “Un escritor está en una situación privilegiada. Si lo que hace es decir algo contra el poder está haciendo sólo una parte de su trabajo”, dice.

 Por Silvina Friera

“Un escritor es como un zapatero, lo que tiene que hacer es buenos zapatos”, afirma el napolitano Erri de Luca, quien visitará el país el próximo 16 de marzo, invitado por la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) que dirige María Negroni. “Si quiere darle un valor ético o político a su trabajo, lo que debe hacer es actuar para que nadie tenga que ir descalzo –plantea el autor de Los peces no cierran los ojos–. En alguien que trabaja con las palabras ese valor consiste en esforzarse para que se oigan las palabras de todo el mundo, incluidos los analfabetos. O las de los que no conocen tu lengua y llegan aquí y tratan de hacerse entender: los inmigrantes, los presos. Un escritor está en una situación privilegiada. Si lo que hace es decir algo contra el poder está haciendo sólo una parte de su trabajo. No creo que la literatura tenga tareas especiales salvo casos de emergencia. No puede cambiar el mundo, pero sirve para hacer compañía”.

“De Luca es un escritor de primerísima línea que tiene muchísimo para aportar, no solamente por los libros que ha escrito –la mayoría son novelas cortas–, sino por su figura de escritor: un hombre napolitano que a los 18 años se fue a Roma y que estudió solo; es un autodidacta. Como nació en el 50, le tocó vivir esa especie de huracán de Mayo del 68 francés. El se metió de cabeza en la militancia política y fue uno de los dirigentes de Lotta Continua, en la que también participó (Pier Paolo) Pasolini. Hizo todo tipo de trabajos –fue operario, manejó camiones– entre los veinte y treinta años. Nunca tuvo una formación académica más que la que él mismo se dio. Cuando el proyecto político fracasó en Italia, como fracasó en el resto del mundo diría yo, ahí empezó a escribir y se construyó una casa íntegramente, desde los muebles hasta su propia huerta, en las afueras de Roma, donde vive estudiando el hebreo y se puso a traducir la Biblia. Me pareció muy interesante que él pudiera venir para compartir sus experiencias”, cuenta Negroni a Página/12.

Negroni dice que De Luca es uno de los escasos escritores que “descienden a la prosa para escribir poesía”, expresión del chileno Alejandro Zambra. El napolitano de intensos ojos azules se ganó la vida como albañil –además es un apasionado alpinista–, vivió en Africa y durante un tiempo transportó en camiones ayuda humanitaria a Albania. Publicó su primer libro Aquí no, ahora no (1989), cuando tenía 39 años y todavía trabajaba como obrero de la construcción en Roma. Luego seguirían más de cincuenta obras, traducidas a 23 idiomas, entre las que se destacan Tú, mío (1998), Tres caballos (1999), cuya trama ocurre en la Argentina de la última dictadura militar; Montedidio (2002), El contrario de uno (2005), El peso de la mariposa (2009), El día antes de la felicidad (2009) y La palabra contraria (2015), libro en el que fundamenta por qué llamó a sabotear las obras de construcción de una línea de Tren de Alta Velocidad (TAV) entre la ciudad italiana de Turín y la francesa de Lyon, en defensa de los pobladores de los valles alpinos de Susa, Venaus y Sangone, quienes protestan desde la década de los noventa porque temen los efectos negativos medioambientales y para la salud que implica remover miles de toneladas de uranio y amianto que se encuentran sepultados bajo las montañas alpinas. La empresa francesa LTF, constructora del tren, presentó una denuncia penal contra el escritor en 2013. El gran saboteador ganó una batalla lingüística, judicial y política, que concluyó en octubre de 2015, cuando la jueza Immacolata Iadeluca decidió absolver a De Luca por considerar que no hubo delito de “incitación a la violencia”.

“Como escritor y hablante, vivo en la lengua italiana. La lengua italiana es mi patria, pero no tengo sentimientos patrióticos respecto de mi país –confiesa De Luca–. Si suena el himno no se me acelera el pulso, con la bandera tampoco. Pero la lengua me gusta. Nací y crecí en napolitano y me convertí en un escritor en italiano. No soy un escritor italiano, sino en italiano”. Negroni recuerda que conoció al autor de En el nombre de la madre en Nueva York y revela que es “un hombre de una modestia aparte, ajeno a las miserias y equívocos del mundo literario”. Durante su estadía en Buenos Aires, el escritor napolitano dará una conferencia sobre el proceso creativo en la escritura. Probablemente en la Untref se exhiba el cortometraje escrito y protagonizado por él, Di lá del vetro (Detrás del vidrio), donde en la cocina de una casa austera, el autor conversa durante una larga noche con su madre muerta. De sus años de obrero, conserva la costumbre de madrugar. Suele levantarse a las 4.30 para leer el Antiguo Testamento en hebreo antiguo, que aprendió por su cuenta con una gramática. “Lo mejor que puede hacer uno con un campo es plantar árboles y hacerlos crecer. Yo sigo el tiempo menos por el calendario que por la longitud de la sombra. Lo mejor que he hecho en la vida ha sido alargar la sombra de los árboles”.

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Erri de Luca fue albañil, vivió en Africa y transportó camiones con ayuda humanitaria a Albania.
 
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