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Viernes, 22 de abril de 2016

LITERATURA › MANIFESTACION CONTRA ALBERTO MANGUEL DURANTE SU DISCURSO INAUGURAL DE LA FERIA

La Biblioteca en el centro del conflicto

Un colectivo formado por artistas, profesores, académicos, docentes y trabajadores de la cultura mostraron carteles con consignas como “No a la Biblioteca offshore” a metros del desprestigiado escritor, quien siguió adelante sin responder ni reaccionar.

 Por Silvina Friera

“¿Quién dirige la Biblioteca Nacional?” “La Biblioteca no es un negocio.” “No a la Biblioteca offshore.” “¿Quién mató a Esteban Latorre?” Los manifestantes, en una intervención ejemplar y educada, se ponen de pie y alzan los carteles, letras negras sobre fondo blanco, en un respetuoso silencio. Alberto Manguel lee su discurso y hasta agradece cuando empiezan los aplausos. Ay... pero no son para él, sino para los artistas, profesores, académicos, docentes y trabajadores de la cultura que caminan y muestran las consignas a metros del desprestigiado escritor. No dice una palabra, no responde ni reacciona. Se desbarranca con sus ademanes afectados en una patética indiferencia, hace de cuenta como si no estuviera sucediendo nada. Sigue leyendo, sordo y ciego al malestar que genera el desmantelamiento que viene ejecutando en complicidad manifiesta con Elsa Barber, la directora interina, sentada entre el público, muda ella también. Los pocos autoritarios de siempre sacuden las manos, como si ahuyentaran mosquitos, tan intolerantes como intempestivos en sus gestualidades, y gritan: “¡Fuera!” “¡Que se vayan!” Excluir en vez de incluir, no soportar lo que el otro viene a expresar: ése fue el cuadro que provocó el cada vez más desprestigiado Manguel durante la apertura de la 42 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que tiene a Santiago de Compostela como ciudad invitada, con una delegación de escritores encabezada por Manuel Rivas.

“Somos un colectivo de personas que pensamos esta acción para contrarrestar este panorama inquietante en que parece que no hay ningún inconveniente, mientras echan a un montón de trabajadores y desmantelan distintas áreas del Estado”, cuenta Paola a Página/12. “La consigna principal fue hacerlo educadamente y no interrumpir las palabras de Manguel, sino intervenir con la palabra escrita”, afirma la integrante de este colectivo junto a Patricia, Vanina, Federico, Santiago y muchos más nombres. “Somos personas que estamos enojadas, que vemos cómo Manguel mira pasivamente la situación de la Biblioteca para después avanzar con su proyecto, que se basa en desmontar al anterior”, dice una profesora de matemática. “Hay algo más básico todavía: no hay forma de hacerte cargo de un organismo si no te hacés cargo de sus trabajadores, ya sea para despedirlos o para negar esos despidos”, plantea Paola. “La idea de que la Biblioteca es un depósito de libros es un problema. Manguel dijo en una entrevista que la Biblioteca tiene que funcionar sólo como Biblioteca. Ese es un proyecto del siglo XIX, así funcionaban los museos, los archivos y las bibliotecas. A partir del siglo XXI, la característica de estos espacios es convertirse en instituciones que abren, que publican, que producen intervenciones, que también funcionan como centros culturales, como muchas bibliotecas del mundo. Nos parece interesante poder discutir con alguien que tiene el proyecto de convertir la Biblioteca en una institución del siglo XIX. El problema es que Manguel dice que no es responsable hasta julio. Esta borradura había que exhibirla.”

Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro (FEL), reclama que se ponga en práctica los programas de compras de libros por parte del ministerio de Educación de la Nación. “El llamado ‘sinceramiento de la economía’ que está llevando adelante la actual administración ha provocado una baja en las ventas, afectando especialmente a las librerías y a las pequeñas y medianas editoriales. La apertura de la economía en estos primeros meses ha dado como resultado un aumento del 40 por de libros importados y una caída en las exportaciones del 10 por ciento. Las editoriales queremos exportar más, pero para eso necesitamos que se implemente inmediatamente el Exporta Fácil, sistema simplificado de exportación que permitirá que a un menor costo lleguen nuestros libros a todo el mundo.”

Gremmelspacher explica que en la FEL confluyen libreros, autores, gráficos y editores. “La facilitación de las importaciones es vista por algunos como una mejora de la competitividad y una apuesta a la diversidad, y para otros supone la amenaza de la llegada de saldos editoriales de otros países y una competencia desleal con la industria gráfica del país. En este delicado equilibrio la intervención del Estado puede ser fundamental para la salida del laberinto ‘por arriba’ de acuerdo a la feliz metáfora del gran Leopoldo Marechal.” No se olvida de una de las viejas demandas del sector: la asimetría impositiva generada por el 21 por ciento del valor agregado sobre el papel. “Nuestros principales competidores, México, Colombia y España, tienen políticas públicas activas de protección a la industria editorial y aunque parezca mentira, la Argentina no la tiene. Las cámaras del libro vienen discutiendo estos temas hace muchos años, sin recibir respuesta afirmativa a nuestro reclamo”, recuerda el presidente de la FEL, que anuncia el lanzamiento de un Premio Literario en Libro de Cuentos, dotado de 300.000 pesos, cuyo jurado estará integrado por los escritores Abelardo Castillo, Antonio Skármeta, Luisa Valenzuela, Pablo De Santis y el editor Daniel Divinsky.

Manguel representa el paradigma del artista abducido por una galaxia libresca, sin capacidad para mirar a los otros a los ojos y poder dialogar. Lo único que expresa es una arrogancia gélida y hasta un tanto cruel. “Don Quijote insiste que el principal deber de un lector es actuar en el mundo con honestidad moral e intelectual, sin dejarse convencer por eslóganes tentadores y exabruptos emotivos, ni creer sin examinar noticias aparentemente veraces. Quizás ese modesto principio suyo pueda hacernos, como lectores en esta sociedad caótica en la que vivimos, más tolerantes y menos infelices”, concluye el escritor.

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Los manifestantes se propusieron “mostrar la borradura” de Manguel en la Biblioteca Nacional.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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