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Sábado, 18 de agosto de 2007

LITERATURA › ENTREVISTA AL AUTOR FRANCES MARCEL BENABOU, INTEGRANTE DEL GRUPO OULIPO

“Lo que se busca es despertar la imaginación”

La agrupación, creada en 1960 por Raymond Queneau, inventa nuevas formas literarias aplicando los recursos de las matemáticas. Bénabou, junto con Hervé Le Tellier, participará en el Malba de las jornadas “La literatura en juego”.

 Por Silvina Friera

Raymond Queneau y François Le Lionnais querían romper con el tedioso armazón de la “Gran Literatura” y demostrar que tanto el lenguaje como la literatura están en todas partes. En 1960 crearon OuLiPo (Ouvrier de littérature potentielle o Taller de literatura potencial). Acostumbrados a definirse como “ratas que deben construir ellas mismas el laberinto del cual se proponen salir”, los integrantes del grupo, que congregó a escritores, artistas y científicos como Italo Calvino, Georges Perec y Luc Etienne, inventaron nuevas formas literarias aplicando recursos de las matemáticas. Lo resumen en su manifiesto fundacional: “Llamamos literatura potencial a la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca”. Anagramas, palíndromos, lipogramas, inventarios, integran el menú de invenciones formales, de juegos imaginativos y de restricciones compositivas de los oulipianos. A 47 años de los comienzos de esta singular agrupación, que sigue creciendo y sumando nuevos adeptos, a 25 años de la muerte de Perec y 60 de la publicación de Ejercicios de estilo, de Queneau, texto emblemático para el grupo, los escritores franceses Marcel Bénabou y Hervé Le Tellier, miembros de OuLiPo, estarán en Buenos Aires para participar de las jornadas La literatura en juego, organizadas en forma conjunta por el Malba, la Alianza Francesa y la Embajada de Francia en la Argentina. Los autores dictarán talleres, conferencias y serán entrevistados el próximo martes a las 18.30 por Eduardo Berti (ver aparte).

Bénabou, profesor de Historia Romana en la Universidad de París VII, autor de ¿Por qué no he escrito ninguno de mis libros? y secretario de OuLiPo, al que ingresó en 1969 de la mano de su amigo Georges Perec, cree que estaba destinado a integrarse al grupo. Siempre le interesaron los problemas del lenguaje, interés que atribuye a la situación lingüística que vivía en Marruecos (donde nació, en 1939) entre el hebreo, el árabe y el francés. Muy pronto comprendió que el lenguaje tiene varios niveles y que puede ser engañoso. Cuando conoció a Perec, teorizaron juntos sobre la manipulación y los juegos del lenguaje y comenzaron a aplicar esas teorías en los textos que escribían. “El viaje a la Argentina representa un momento importante en la vida del grupo –admite Bénabou en la entrevista con Página/12–. Podremos entrar en contacto directo con un público numeroso y culto que descubrirá nuestros trabajos. Además, el recuerdo de Borges, un autor muy caro a los oulipianos, agrega un sabor particular a este encuentro”.

El autor de ¿Por qué no he escrito ninguno de mis libros? invita a sumergirse en la historia de OuLiPo. En 1960 se constituyó un pequeño grupo de amantes de las letras que en un primer momento se llamó Seminario de la Literatura Experimental (Sélitex). Bajo la dirección de sus dos fundadores, Queneau y Le Lionnais, el grupo reunió inicialmente a Noël Arnaud, Jacques Bens, Claude Berge, Paul Braffort, Jacques Duchateau, Latis, Jean Lescure, Jean Queval, Albert-Marie Schmidt. Amigos, admiradores o comentaristas de Queneau, tenían la particularidad de ser matemáticos fuertemente atraídos por la literatura, o bien, escritores que deseaban acentuar los lazos de la literatura con las matemáticas. Desde el comienzo, OuLiPo se negó a reconocerse como un movimiento literario. No comulgaba con las corrientes de vanguardia que imponían sus dogmas y pretendían borrar el pasado de manera periódica. Esta desconfianza y distancia con lo que en los años ’60 se conoció como “literatura aleatoria” será uno de los rasgos principales de la agrupación. Claude Berge emitió una sentencia que no ha perdido vigencia: “El OuLiPo es el antiazar”.

En el corazón del proyecto oulipiano gobierna el principio de la restricción, que no siempre tuvo críticas favorables. Los que adhieren a las concepciones románticas del “genio creador” y de “la inspiración” o creen que la calidad de un texto reside en su “sinceridad” o en su “autenticidad”, desconfían de la restricción como si se tratara de una extraña chifladura. Apenas la reconocen como un juego, quizás ingenioso o simpático, que oculta el hueco intelectual o la sequía sentimental de unos meros acróbatas del lenguaje. El secretario de OuLiPo advierte que algunas restricciones, los anagramas, cronogramas, palíndromos y lipogramas (que consiste en escribir privándose de una letra del alfabeto, estructura oulipiana a la que apeló Perec en El secuestro, prescindiendo de la vocal “e”) tienen un carácter de universalidad que debería protegerlas de un juicio tan ligero como el de Marcial. Las restricciones consiguen apartar al sistema del lenguaje de su funcionamiento rutinario, lo fuerzan a que confiese, a revelar sus recursos ocultos.

“Después de algunos años de trabajo intenso en un clima tan amistoso como discreto, el grupo decidió abrirse a nuevos miembros”, cuenta Bénabou. A los diez fundadores se agregaron, por sucesivas cooptaciones, Jacques Roubaud (1966), Perec (1967), Bénabou y Luc Etienne (1969), Paul Fournel (1971), Harry Mathews, Italo Calvino (1973), Michèle Métail (1975), François Caradec, Jacques Jouet (1983), Pierre Rosenstiehl (1986), Hervé Le Tellier (1992), Oskar Pastior (1994), Michelle Grangaud, Bernard Cerquiglini (1995), Ian Monk (1998), Olivier Salon, Anne F. Garréta (2000), Valérie Beaudoin (2003) y Frédéric Forte (2006). “Nuestros centros de interés se fueron multiplicando y diversificando, en particular en materia de creación, donde fueron explotados varios filones: imposiciones literales nuevas o renovadas, como epitálamos (bellos presentes, bellas ausentes); exploración de formas fijas nuevas o renovadas, sextinas, terinas, queninas, explotación de los infinitos recursos del lenguaje establecido, como locuciones fijas, fórmulas invariables, proverbios y aforismos; búsqueda de limitaciones que no tienen que ver sólo con elementos verbales, sino con objetos semánticos, sentimientos, sensaciones, personajes, situaciones”, enumera el secretario de OuLiPo. “En materia teórica, se planteó el problema de una clasificación racional de las restricciones. En noviembre de 1974, Queneau propuso sus dos tablas, una dedicada a los objetos lingüísticos, otra a los objetos semánticos, que fueron bautizadas inmediatamente ‘tablas de Queneleieff’. Ese trabajo fue retomado varias veces para ser completado y, en la medida de lo posible, mejorado”. También las publicaciones y las producciones de los oulipianos se han multiplicado y diversificado. Junto a las exploraciones del lenguaje y a los ejercicios de virtuosismo –editados en La literatura potencial y en Atlas de literatura potencial, y en los fascículos de la Biblioteca oulipiana–, han sido elaboradas obras de largo aliento tan importantes como La Vida, manual de instrucciones, de Perec; Si en una noche de invierno un viajero, de Calvino; Cigarrillos, de Harry Mathews o la serie de las Hortensia, de Roubaud.

–¿Cómo fue que comenzó a formar parte de OuLiPo?

–Mi entrada al grupo está estrechamente vinculada con mi amistad con Perec. Esa amistad comenzó en 1958. Aún éramos estudiantes e integrábamos un grupito que proyectaba crear una revista nueva, La Línea general. Esa revista nunca vio la luz, pero el trabajo desarrollado dentro de ese pequeño grupo fue determinante y selló nuestra amistad. En 1965 y 1966, cuando no conocíamos a OuLiPo, emprendimos varios proyectos de escritura experimental como el proyecto PALF (Producción Automática de Literatura Francesa). Nuestro amigo Jacques Roubaud, que acababa de ser elegido en el OuLiPo, tuvo noticias de ese trabajo y se lo presentó a los oulipianos. Y así fuimos admitidos en el grupo, en primer término Perec y después yo.

–¿Por qué decidió quedarse?

–El hecho de pertenecer al OuLiPo representa un rol muy importante en mi vida. Allí encontré algo así como una nueva familia, dentro de la cual nunca dejé de sentirme plenamente a gusto. Me gusta esa confrontación constante con personalidades diversas, cada una con su propia cultura, con sus propias curiosidades, con su propio ámbito de competencia.

–La propuesta oulipiana aplica consciente y razonadamente limitaciones que le permitan nuevas formas de creación. ¿De qué modo se pone en juego este procedimiento?

–OuLiPo insiste desde siempre en lo que constituye la aparente paradoja de la restricción: en lugar de bloquear la imaginación por sus exigencias arbitrarias, sirve al contrario para despertarla o estimularla. Es cierto que el mecanismo se explica con bastante facilidad: la elección de una limitación lingüística o semántica fuerte permite soslayar o ignorar todas las demás restricciones que escapan más fácilmente a nuestro control.

–El grupo se ha denominado “plagiarios por anticipado”. ¿Podría ampliar el sentido de este concepto?

–La fórmula “plagiarios por anticipado” fue utilizada por primera vez por François Le Lionnais en su Segundo Manifiesto del OuLiPo. Le Lionnais quiso designar con esa fórmula a todos los que, antes del nacimiento del OuLiPo, habían recurrido en sus escritos a restricciones o estructuras análogas a las de los oulipianos. Esa noción resulta particularmente útil: posibilita la relectura de un autor a la luz de uno de sus sucesores. O sea que ayuda a encontrar en el predecesor unos elementos que habían pasado inadvertidos, y que sólo se volvieron visibles en comparación con lo que se hizo mucho más tarde. La misma idea está presente en Borges. Se observa, en efecto, en el prefacio a la traducción francesa de Ficciones, esta afirmación de Borges citado por Ibarra: “Las grandes mentes crean sus precursores”. En cuanto al “plagio” en sí mismo, entendido como la reutilización o la manipulación de un texto ya existente para producir un nuevo texto, OuLiPo le asigna en muchos de sus trabajos un lugar importante. Los oulipianos se hacen cargo de una famosa expresión de Lautréamont: “El plagio es necesario. Está implicado en el progreso. Se ciñe a la frase de un autor, utiliza sus expresiones, borra una idea falsa, la reemplaza por una idea correcta”.

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Los oulipianos aplican limitaciones que les permiten renovadas formas de creación.
 
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