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Lunes, 11 de abril de 2011

CINE › PELíCULAS LATINOAMERICANAS EN LA COMPETENCIA INTERNACIONAL

Entre el documental y la comedia

Primero de los dos films argentinos de la sección competitiva, Yatasto tiene como protagonistas a chicos cartoneros de la ciudad de Córdoba. Y hay dos comedias, muy distintas entre sí: la uruguaya Norberto apenas tarde y la guatemalteca Las marimbas del infierno.

 Por Horacio Bernades

Mucho cine latinoamericano presenta, por estos días, la Competencia Internacional del 13º Bafici. Primera de las dos películas argentinas de esta sección, el documental Yatasto –cuyos protagonistas son chicos cartoneros de la ciudad de Córdoba– no está dirigido por un argentino, sino por un catalán radicado aquí. La uruguaya Norberto apenas tarde, ópera prima en la realización del conocido actor Daniel Hendler, es también, en parte, argentina, ya que se trata de una coproducción entre ambos países. En un punto coincide la película de Hendler con la guatemalteca Las marimbas del infierno: ambas son comedias. Pero bien diversas: mientras que la guatemalteca es una suerte de comedia bizarra con actores reales, la del actor de El abrazo partido y Derecho de familia es un cuento de hadas en tono de comedia hierática.

Yatasto se llama así por el nombre del caballo de uno de los protagonistas. Si la película narra, entre otras cosas, la relación entre chicos y caballos, es porque éstos tiran de los carros con los que El Bebo, El Pata y El Ricardo (dueños de un carisma intransferiblemente cordobés) cartonean en el barrio periférico de Villa Urquiza. El plano más reiterado de Yatasto, con la cámara colocada sobre el carro, de frente a sus ocupantes, hace literal lo que sin duda constituye el gran mérito de la película, y que radica tanto en una cuestión de distancia como de altura. Formado en una de las mejores escuelas documentales del mundo (la catalana), Hermes Paralluelo observa a sus protagonistas con cámara fija, desde cerca y a su misma altura. En ocasiones, la cercanía puede devenir una mayor distancia, como en la que es seguramente la mejor escena de la película, cuando dos de los chicos, de espaldas a cámara, hablan largamente de uno de los caballos, con un cariño enorme y contagioso.

Lo que Paralluelo no negocia es la fijeza y la altura desde la que filma: ni por un solo instante se pone por encima de sus personajes, dicho esto tanto en términos físicos como éticos. Notoriamente, antes de filmar el realizador convivió con los chicos (cuyas edades están entre los 8 y 12 o 13 años) el tiempo necesario como para que, a la hora de dar cámara, ésta dé la impresión de de-saparecer, por la evidente confianza que los tres le tienen. Tanta como para tirarse pedos en cámara, por poner un ejemplo bien sonoro. Evidente es también que Paralluelo ha resuelto dejar fuera de campo aquello que lesione el pudor, la discreción y camaradería que se impuso. Se habla, por ejemplo, del padre alcohólico de uno de los chicos, pero nunca se lo muestra. Es como si al costado de Yatasto circulara un documental televisivo invisible, de esos que hacen de la sordidez, la demagogia, el miserabilismo, su materia misma y al que el realizador le hace la más elegante verónica.

Por lo visto, si algo no le falta a Daniel Hendler es coherencia. Norberto apenas tarde tiene la misma clase de humor –hierático, sarcástico, asordinado– que el actor de Sábado y Los suicidas suele mostrar cuando actúa. La de Norberto es la historia de una mutación. Notablemente interpretado por el hasta aquí desconocido Fernando Amaral (no hay en la película de Hendler una sola actuación que no sea excelente), al protagonista –un gordito bueno-para-nada– lo despiden de la empresa en que trabajaba y prueba como vendedor de inmobiliaria, donde tampoco da la impresión de destacarse demasiado. Hasta que una noche descubre, de pura casualidad, algo que parece entusiasmarlo como ninguna otra cosa: el mundo de la actuación. ¿Y si eso fuera lo suyo? Sin duda una de las películas de todo el Bafici con mayores posibilidades de público, que la de Hendler funciona en términos de comicidad quedó bien a la vista en la función de prensa, donde las risas no fueron pocas. Pero en muchos casos estuvieron puestas en lugares equivocados: si alguna singularidad tiene Norberto... es la ambigüedad de su punto de vista (otra característica del Hendler-actor, en relación con sus propios personajes). Esa ambigüedad hace que nunca pueda asegurarse del todo si la película trata a su héroe con complicidad o crueldad, con empatía o sarcasmo. Es posible que se trate de ambos pares. O tal vez de algo intermedio, tan sutil como para que sea difícil ponerlo en palabras.

También es ambigua la relación que Las marimbas del infierno establece con sus personajes, corte de los milagros guatemalteca que, según el caso, mueve a risa o a pena. ¿Nos reímos de ellos o con ellos? ¿Estamos en presencia de una variante cómica del miserabilismo? Algunas preguntas para hacerse frente a este ejecutante de marimba (instrumento típico de Guatemala) al que una vaga extorsión mafiosa deja sin familia y en la calle, sólo con su instrumento. Momento a partir del cual busca la forma de ganarse unos pobres, improbables pesos, cuestión de afrontar las abundantes deudas. ¿Con quiénes se asocia Alfonso? Con un tal Chiquilín, recién evadido de un centro de detención, que no da la impresión de tener en su equipo mental los once jugadores reglamentarios, y con un metalero veterano al que le dicen Blacko, que pasó sin escalas del satanismo al evangelismo, antes de dedicarse a sermonear, en un templo judío, en un hebreo aprendido por fonética.

Juntos, Alfonso, Chiquilín y Blacko intentarán inventar un nuevo género musical, algo así como un thrash metal con marimba. Si los tres fueran como Blacko, que tiene mucho de pícaro y de chanta, Las marimbas del infierno podría funcionar como zaparrastrosa variante latina de This is Spinal Tap. Incluyendo un par de escenas desternillantes. El problema es que Alfonso y Chiquilín suscitan más lástima que gracia. Que según declaraciones ambos sean amigos personales del director obliga a relativizar un poco la sospecha de manipulación. Que el director, Julio Hernández Cordón, sea el mismo de Gasolina (Bafici 2009), que terminaba con un tremebundo golpe bajo, hace que esas reservas se acrecienten.

* Yatasto se verá mañana a las 13.30 en el Hoyts 11, y el domingo 17 a las 19, en el Teatro 25 de Mayo. Norberto apenas tarde, mañana a las 21.45 en el Cosmos UBA, y el domingo 17 a las 15.30, en el Atlas Santa Fe 1. Las marimbas del infierno, hoy a las 16 en el Hoyts 11 y mañana a las 14.45, en el Teatro 25 de Mayo. A espada e a rosa, hoy a las 16.30 en la sala Lugones y el miércoles a las 14, en el Hoyts 3.

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Yatasto está dirigida por Hermes Paralluelo, cineasta catalán radicado en la Argentina.
 
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