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Miércoles, 30 de enero de 2013

CINE › DAVID O’RUSSELL HABLA DE EL LADO LUMINOSO DE LA VIDA

“Es un proyecto muy personal”

El director de El ganador cuenta por qué para él su nueva película no es una película cualquiera, cómo hizo para obtener de Robert De Niro su mejor actuación en años y qué representan para él las mejores películas de Coppola y Scorsese.

 Por Mike Balaban

Con El lado luminoso de la vida (Silver Linings Playbook), David O. Russell (Nueva York, 1958) confirma el giro dado a su obra a partir de la anterior El ganador (The Fighter, 2010). En la revulsiva Secretos íntimos (que aquí se estrenó con cortes, en 1994), la aquí inédita Flirting with Disaster (1996), Tres reyes (1999) y la calamitosa (en términos de recepción, al menos) I Heart Huckabees (2000), Russell exponía con ferocidad y sarcasmo la disfuncionalidad familiar y la locura americana. Pero algo cambió y este otrora enfant terrible se volvió un cineasta más clásico, dado a dramas en los que los lazos familiares y comunitarios tienen un valor crucial. Nominada nada menos que a ocho Oscar (todos los principales: Mejor Película, Dirección, Guión, Actor Protagónico y Actriz Protagónica y Actor Secundario y Actriz Secundaria), El lado luminoso de la vida se estrenará en Buenos Aires mañana.

El lado luminoso... cuenta el regreso de un joven con trastornos de bipolaridad (Bradley Cooper) a casa de sus padres (Robert De Niro hace del padre obsesivo-compulsivo), tras varios años de internación en una clínica mental. El regreso al barrio, y su encuentro con una chica (la cada vez más poderosa Jennifer Lawrence) tanto o más conflictuada que él. En la entrevista que sigue, Russell cuenta por qué para él El lado luminoso... no es una película cualquiera, cómo hizo para obtener de Robert De Niro su mejor actuación en años, cómo se le ocurrió arrancar a Bradley Cooper de las comedias para darle un papel complicado, qué representan para él las mejores películas de Coppola y Scorsese y cómo se hace para que en una película todo luzca absolutamente verdadero.

–Sus primeras películas eran mordaces y feroces. Pero tanto en El lado luminoso de la vida como en la anterior, El ganador, los afectos familiares pasan a primer plano. ¿Cómo ve este cambio?

–Danny Elfman, que hizo la música de El lado luminoso..., me dijo: “Convencete, David, no quieras negarlo: hiciste una película tierna”. Supongo que tendré que reconocerlo... (risas). En cuanto al tema de los afectos familiares, lo que más me interesó de El ganador fue eso, más que el mundo del boxeo. Así que me puse muy contento cuando me acercaron la novela en que se basa El lado luminoso..., que me permitía volver a tratar el tema y, a la vez, tocar temas que me atañen muy directamente.

–¿A qué se refiere?

–Tengo un hijo que sufre de bipolaridad y trastorno obsesivo-compulsivo. Y en esta historia hay un padre obsesivo-compulsivo y un hijo bipolar, así que no sólo para mí, sino para quienes me rodean, filmar esta película era una forma de abordar cuestiones que son centrales en nuestra vida.

–¿Su hijo aparece en la película, verdad?

–Sí, hace de un chico del barrio medio molesto, al que De Niro termina echando poco menos que a patadas.

–¿Cómo dio con la novela en que se basa la película?

–Me la pasó Sydney Pollack, unos años atrás. El tenía los derechos, junto con sus socios Anthony Minghella y Harvey Weinstein. Me puse a adaptarla yo mismo, cosa que nunca había hecho antes, y que dada mi implicación personal con el tema hice con mucho entusiasmo. En ese momento los protagonistas iban a ser Vince Vaughn y Zooey Deschanel. Pero surgieron algunas complicaciones, el proyecto no pudo concretarse en ese momento y llegado un punto me tuve que abocar a la preproducción de El ganador. El tiempo que pasó me permitió revisar mucho el guión, que tiene como veinte reescrituras.

–¿De Niro siempre fue parte del proyecto?

–Conozco a Bobby desde hace mucho, y muchas veces hablamos de temas personales. Tanto lo que sucede con mi hijo como con experiencias que él tuvo a lo largo de su vida. Así que era vital que estuviera, porque sabía que iba a darle a su papel una carga de verdad que otros no podrían darle. De hecho, cuando escribí el personaje del padre siempre lo hice pensando en él.

–Y logró obtener de él su mejor actuación en años.

–Creo que pudo volver a conectarse con papeles más intensos, como los que hacía en las películas de Scorsese, y eso le permitió volver a hacerlo de nuevo como en aquellos tiempos.

–¿Qué puede decir de Bradley Cooper y Jennifer Lawrence?

–Cuando me reuní por primera vez con Bradley confirmé un pálpito que había tenido: que es un actor absolutamente capacitado para hacer personajes que no necesariamente sean de comedia. Creo que en la película lo demuestra ampliamente. En cuanto a Jennifer, les tomé audiciones a un montón de actrices supertalentosas, porque sabía que el papel era exigente. Ella llegó sobre el final y lo hizo con tanta fiereza, y tanta vulnerabilidad a la vez, que no tuve dudas de que era la indicada. Es una dotada: puede estar dando vueltas por el set antes de filmar la escena, como desenchufada. Pero basta dar cámara para que se enchufe instantáneamente, con toda la carga.

–Lo que también estaba en El ganador y reaparece aquí son los lazos que se dan a nivel barrial.

–Me interesaba volver sobre esos ambientes. El barrio, la idea misma de comunidad. Pero no como idea, en verdad, sino como hecho concreto: una comunidad es un tramado de lazos afectivos, y eso es lo que estos personajes comparten. Eso es lo que me gustaba de las mejores películas de Coppola y Scorsese: el modo en que narraban esos mundos familiares y barriales, conociendo hasta el más mínimo detalle de ellos.

–En El lado luminoso... todo suena verdadero, todo parece real. Es algo que ya sucedía en El ganador. ¿Cómo hace para darles ese aire?

–Trato de que los personajes que tengan vida propia, independiente de mi escritura. No pongo el género por delante: para mí El ganador nunca fue “un drama de boxeo”, así como no veo El lado luminoso... como “comedia romántica”. Trato de hablar de gente específica, a la que le pasan cosas, y no al revés, que sería escribir ciertas cosas para que les pasen a unos personajes. En el caso de los actores, la clave es que logren meterse en la piel de esos personajes. Hasta ahora tuve la suerte de dar con los actores indicados. En términos estéticos se trata de ser coherente con esa propuesta: que la casa familiar parezca la casa en la que esa familia viviría, que la fotografía no embellezca nada, no buscar “el plano bonito”. Porque estamos hablando de gente de clase media tirando a baja, que no vive rodeada de lujos. Entonces las imágenes no pueden ser lujosas.

Traducción, edición e introducción: Horacio Bernades.

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“Quiero que mis personajes tengan vida propia”, dice David O’Russell.
 
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