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Martes, 5 de marzo de 2013

CINE › ANDRéS Y BáRBARA MUSCHIETTI PRESENTAN SU éXITO MAMá

“Los sustos funcionan mejor cuando antes hay emoción”

Argentinos radicados en España desde hace una década, los Muschietti se dieron el lujo de hacer su primer largo con producción de Guillermo del Toro y consiguieron uno de los films de terror más exitosos del último Hollywood.

 Por Ezequiel Boetti

La inspiración llegó de la forma en que suele hacerlo: cuando menos se la espera, proveniente de un lugar igualmente inesperado, no racional. Menos que un sueño, pero más que una vivencia real, la imagen de una persecución por una casa irrumpió vaciada de contexto o sentido. ¿Quién era el perseguidor? ¿Por qué se dio esa situación? ¿Desde cuándo? Andrés Muschietti tuvo claro que allí había buena materia prima para un cortometraje, que no necesariamente respondiera esas preguntas. Así surgió un film de tres minutos llamado Mamá, éxito inmediato desde su estreno en esa Meca del cine fantástico y de terror que es el festival de Sitges, en Cataluña. “Era más que nada un ejercicio de estilo para apoyar de manera visual un proyecto sobre fantasmas que en ese momento estábamos escribiendo. Pero la gente se acercaba muchísimo más a preguntarnos por el corto que por lo otro. Entonces empezamos a desarrollar la historia hasta llegar a un primer tratamiento de veinte páginas”, recuerda este argentino radicado en España desde 2001, cuya única experiencia en el país fue un corto de 1999 llamado Nostalgia en la mesa 8.

El interés por el corto crecía exponencialmente a medida que pasaban los meses y con ellos el acercamiento de distintos colegas y potenciales financistas de la transposición al largo. “Hablamos con Juan Carlos Fresnadillo, director de Intacto y Exterminio 2, quien nos contactó con sus productores madrileños. También con los hermanos Weinstein, con la compañía de Sam Raimi y con varios españoles, así que estábamos un poco mareados”, enumera Bárbara Muschietti, coguionista, hermana y socia de Andrés en la productora Toma 78. Hasta que aquel trabajo bautismal llegó a las manos indicadas en el momento ídem. Esto es, a las de Guillermo del Toro cuando el mexicano es un reconocido director y productor con suficiente banca para apoyar proyectos de cineastas nóveles de países periféricos a la gran industria. “Cuando llamó nos dijo: ‘Miren, yo los quiero ayudar. La película la vamos a hacer en inglés, español o chino, pero la vamos a hacer’. Eso nos dio una seguridad enorme, así que empezamos a buscar nuevas fórmulas hasta que pudimos cerrar el trato”, asegura ella. De ahí en más, el sueño del pibe: ópera prima en Hollywood, respaldo de los estudios Universal, protagonismo de una estrella en franco ascenso (Jessica Chastain, la agente de la CIA en La noche más oscura) y, frutilla del postre, una recaudación de poco más de 33 millones de dólares en los primeros cuatro días de explotación en el mercado estadounidense, cifra suficiente no sólo para recuperar con creces la inversión de 17 millones de dólares, sino también para encabezar la taquilla de ese período. Los números son aún más redondos si se tiene en cuenta que en seis semanas la cifra trepó hasta los 90 millones en todo el mundo y que próximamente se lanzará en veinte países. Entre ellos, claro, la Argentina, donde se verá desde pasado mañana.

Las razones del éxito de Mamá deberían buscarse en una película perteneciente a un género con buena llegada al público como es el terror. Al fin y al cabo, el film no ahorra sustos para narrar la historia de dos chicas aisladas durante años en un bosque que son rescatadas y cedidas al cuidado de su tío (Nikolaj Coster-Waldau) y su pareja (una Chastain ideal para casarse: pecosa, ojos claros, poco maquillaje, pelo corto renegrido, violera, remera de Los Ramones y pantalones de jeans rasgados). ¿Cómo sobrevivieron durante años en esa inhóspita cabaña en medio de la nada? Gracias a los cuidados de la “mamá” del título, una entidad fantasmagórica que no parece muy dispuesta a perder a las pequeñas. “Cuando empezamos a escribir, me encontré con un documental en YouTube sobre un leopardo que se comía a un mandril, y cuando se lo estaba llevando, el cadáver daba a luz. Ahí el leopardo se olvidaba de la madre, se quedaba mirando a la cría y, en lugar de comérsela, empezaba a protegerla y después a interactuar naturalmente. Ahí dije: ‘Claro, ésta es la historia: dos chicas que creen que esa entidad es su madre’. Después, investigando, salió la idea del instinto protector de un adulto para con un bebé y el de un bebé para aferrarse naturalmente a lo primero que ve. Me pareció una idea fascinante, que la había visto en Tarzán y El libro de la selva, pero nunca en una película de género con una criatura del más allá”, justifica Muschietti.

Sin embargo, la primera razón difícilmente hubiera sido tal sin la inteligente campaña de marketing orientada a la comunidad latina en Estados Unidos. Campaña que se valió, claro, en las voces hispanas del trío creativo. “Hicimos muchísima prensa en español, pero no para Latinoamérica. Creo que en cierta forma significó una suerte de experimento en el que se apostó a un mercado que ahora es mucho más sofisticado que antes, cuando no se sabía muy bien para dónde orientarlo. Ya hay una segunda o incluso tercera generación latina que tiene dinero para ir al cine”, observa Bárbara, aquí también coproductora. Para su hermano, el éxito de Mamá es una buena oportunidad para que los financistas del Norte miren de reojo a los cineastas hispanoparlantes. “Ellos agarran nuevas voces dentro del género porque está estancado. Los directores de terror norteamericanos crecen mirando sólo sus películas, así que se forma una suerte de endogamia. En Europa o la Argentina, en cambio, hay una formación más amplia”, teoriza el realizador antes de adentrarse en los detalles de su trabajo, el vínculo con Del Toro y los cambios (o no) que generó el peso de su figura.

–¿Cuánto quedó de aquel tratamiento inicial de veinte páginas después de que el proyecto se transformara en una producción de Hollywood?

Andrés Muschietti: –Sobrevivió más que nada el planteo inicial, la premisa de dos nenas abandonadas en un bosque que son adoptadas por una pareja y abordadas por un fantasma cuyo trauma es buscar a su hija. Todo eso estaba. Pero originalmente la película transcurría en el bosque, y una de las primeras sugerencias de Guillermo fue desplazarla a la ciudad para hacer un contrapunto entre el entorno urbano y el monstruo.

Bárbara Muschietti: –Además, Guillermo en ese momento estaba haciendo una película con una casa en el medio de un bosque, así que creo que fue inteligente avisarnos que teníamos que ir por otro lado.

–Ustedes mencionan la sugerencia de Del Toro, y en la película hay algunos elementos que remiten a su cine, como por ejemplo el desenlace o la idea latente de lo fantástico. ¿En que medida su presencia condicionó el contenido?

A. M.: –No creo que el desenlace sea algo impreso por él, sino que se fue dando muy naturalmente en la historia. Sí es verdad que hay ciertos detalles, como por ejemplo que a él le gustan mucho los monstruos y tiene una tendencia casi natural a mostrarlos, incluso desafiando algunas leyes del cine de género. Entonces quizás en Mamá esté esa especie de contradicción sana entre mostrar a la criatura quizás algunos segundos más de lo que se debería o no. Eso sí tiene la firma de él, aunque siempre fue un tipo que, al menos en este proyecto, tuvo una posición muy humilde respecto de sus sugerencias, y básicamente las cosas que como director no me gustaban no las incluí. Para él había solamente un par de cosas que tenían que estar sí o sí para que la película funcione.

–¿Cómo cuáles?

A. M.: –Mamá es una película con un estudio grande de Hollywood detrás, y Guillermo era un poco nuestro cuidador de los ataques de la compañía diciéndonos qué batallas convenía pelear y cuáles no. Había cosas que él sabía que podían no gustarme, pero me decía que tenían que estar para que la película fuera comprensible para el público y que nadie se pierda, como por ejemplo la línea argumental de la investigación.

B. M.: –Además es un tipo brillante, que tiene una capacidad enorme para discutir. No importa cuán preparado creas que estés, él siempre puede darle una vuelta de tuerca. Pero lo hace con mucho humor y respeto.

A. M.: –También es llamativo que tenga como dos mitades que juegan todo el tiempo. Por un lado es un tipo muy sofisticado, con un alto conocimiento del cine fantástico y de terror. Y por otro lado es un fan mucho más tolerante, y esa parte es la que suele ser más complaciente con el público en general.

–La fisonomía y las motivaciones del personaje de Mamá parecen remitir a los fantasmas de los films de terror japoneses. ¿Es así?

A. M.: –Creo que su motivación tiene que ver con lo instintivo y eso no es distinto de la de cualquier fantasma clásico que se queda acá para resolver algún asunto pendiente o inconcluso. Ese tópico es más bien universal; no tiene que ver con una vertiente particular del cine o la literatura. Podría decirse que estéticamente hay algunos elementos japoneses, pero no creo que sea una influencia muy consciente de mi parte.

–Uno de los elementos centrales de la película es la utilización del fuera de campo. ¿Cómo trabajaron ese aspecto?

A. M.: –Siempre me imaginé una película en la que la inquietud venga por un lado elegante y que se note la mano de un narrador que deja ver ciertas cosas y otras no. Eso es algo que aparece, pero no de forma molesta. Cuando un personaje mira fuera de campo con intensidad y la cámara decide quedarse en ese rostro en lugar de mostrar lo que se está viendo, es un recurso que se repite de distintas maneras a lo largo de la película. Quizás el momento más notorio es la primera vez que Mamá está en la casa. Ahí se corta la transparencia de la narración y la cámara se pone en un lugar molesto porque deja ver lo suficiente.

–¿Cuánto influyó la arquitectura de la casa en ese recurso?

A. M.: –La casa me ayudó mucho porque el piso de arriba fue diseñado con la manera de narrar en mente y especialmente para que este tipo de juegos visuales fuera posible. Respecto de la casa del bosque, yo quería evitar el lugar común del lugar abandonado y la transformé en una especie de cabaña glamorosa de la década del ’50 venida a menos para jugar la decadencia y la decrepitud por ese lado: un lugar que en su momento fue glamoroso y hoy se está pudriendo.

–En una entrevista previa decían que no les interesaba asustar sino conmover. ¿Por qué esa idea?

B. M.: –Es que para nosotros las películas que lo logran son las memorables. Ver una seguidilla de sustos cuando no importa el villano ni que descuartice o no a decenas de adolescentes hace que te olvidés ni bien salís del cine. Nosotros crecimos con películas como Encuentros cercano del tercer tipo, Poltergeist, en mi caso El resplandor, todas historias con un componente emocional muy fuerte. Creo que los sustos funcionan mucho mejor precisamente por eso, porque primero te ablandan.

Un futuro más que promisorio

Difícilmente podría imaginarse un comienzo más promisorio para la carrera de un director cómodo en el cine de género. Y todo indica que, de aquí en adelante, para Andrés Muschietti las cosas seguirán en ascenso. Pocos días después de esta entrevista, el sitio Screen International confirmó la realización de una secuela de Mamá, mientras que Hollywood Reporter indicó hace algunos días que Muschietti será el encargado de llevar a la pantalla grande una novela inédita del escritor y músico Josh Malerman Bird Box, con su hermana Bárbara entre los coproductores. “Ahora se abre una serie de posibilidades que hay que recibir con mucha alegría y tratar de optar por las mejores. Pero también con cuidado, porque la industria es una especie de maquinaria y nosotros queremos mantener una idea autoral”, dice Andrés. “Ahora me mandan guiones ya armados para ver si me interesa dirigirlos, pero el riesgo es que haya un productor grande que termine usándote como un mero director a sueldo. Como autor tenés el poder de las decisiones, y eso es algo que nos gustaría conservar. Guillermo conoce muy bien esa idea porque siempre pudo imprimir su estilo más allá de que hiciera películas por encargo. Hoy en Estados Unidos tiene una fama de creador de culto a la que no hubiera llegado sin El espinazo del diablo y El laberinto del fauno. Viendo ese ejemplo me parece muy claro que tenemos que mantenernos como autores. Ahora estoy escribiendo dos guiones, uno de terror sobrenatural como Mamá, pero más intenso, y otro de ciencia ficción”.

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Andrés Muschietti, guionista y director, junto a su hermana Bárbara, coguionista y coproductora de Mamá.
 
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