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Viernes, 4 de diciembre de 2015

CINE › VALDENSES, DOCUMENTAL DEL PERUANO MARCEL GONNET WAINMAYER

Historia de una comunidad religiosa perseguida

 Por Ezequiel Boetti

El nombre de los valdenses recorrió los medios en junio de este año, cuando el papa Francisco pidió perdón a los miembros de esa comunidad “por las actitudes y los comportamientos inhumanos” registrados a lo largo de la Historia, convirtiéndose además en el primer Pontífice en pisar una de sus iglesias, siempre según las crónicas periodísticas de esos días. Los analistas catalogaron los dichos como un pequeño acto de reparación para una Iglesia que, desde su surgimiento en el siglo XII, supo ser lo más parecido al progresismo que pueda encontrarse bajo el paraguas conservador del cristianismo. Como es de suponerse, a los cabecillas de la Inquisición no les satisfacía demasiado ese liberalismo, y decidieron combatirlo con la especialidad de la casa: persecución, censura, prohibición, hoguera y masacres. El resultado fue la diáspora de sus miembros a lo largo del mundo, incluido, claro está, la zona del Río de la Plata. Ellos llegaron a mediados del siglo antepasado a Uruguay, y a principios del XX a la Argentina, donde actualmente registran, según Wikipedia, diez congregaciones con unos tres mil miembros activos.

El documental del peruano Marcel Gonnet Wainmayer campea entre el pasado y presente, entre lo político y lo religioso, entre lo personal y lo comunitario, para dar cuenta no tanto de los hechos como de sus representaciones. No es casual, entonces, que su narración descanse principalmente en tres expresiones artísticas, todas provenientes del riñón comunitario: la reciente restauración del film mudo Fideli per secoli, fechado en 1924 y en su momento prohibido por el incipiente fascismo, y las obras de teatro Li Valdés, del Gruppo de Teatro Angrogna, durante su gira por la Argentina y Uruguay, y una realizada por fieles de Carolina del Norte llamada From This Day Forward. A lo anterior, Gonnet le suma una serie de testimonios de intelectuales, en su mayoría italianos, que completan la faceta histórica de lo narrado.

Es loable la premisa de “contar la historia a partir de los reflejos, del contrapunto entre los primitivos valdenses medievales y la actualidad de personajes con idiomas diversos”, tal como adelanta la información de prensa. Los reparos, en todo caso, pasan porque para que un contrapunto sea tal, el objeto de estudio debería problematizarse mediante una tensión ideológica o formal aquí ausente. Gonnet enhebra con precisión, sentido del ritmo y de la composición de la imagen distintos fragmentos de las obras en cuestión y otros filmados especialmente para la ocasión, pero la sumatoria de voces y representaciones unidireccionales generan una sensación circular, como no él pudiera despegarse del discurso de sus protagonistas, limitando su film al carácter de biografía oficial valdense.

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