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Jueves, 15 de marzo de 2007

CINE › “PARIS JE T’AIME”

De las Tullerías a la Torre Eiffel

Un puñado de actores y directores famosos en una película en demasiados episodios.

 Por Horacio Bernades

Suele creerse que no queda nada por inventar, y sin embargo el siglo XXI tal vez haya dado a luz un nuevo formato cinematográfico. Se trata del film-en-demasiados-episodios-dirigido- por-un-montón-de-nombres-prestigiosos. Así lo hacen pensar películas como 11’09”01, las aquí desconocidas Ten Minutes Older: The Trumpet y Ten Minutes Older: The Cello, y ahora Paris je t’aime. Efecto de la globalización, todas ellas son productos de alta gama, todas se lanzaron en festivales de primera línea y todas están dirigidas y actuadas por grandes firmas del mundo entero. Todas tienen un tema en común: los atentados a las Torres Gemelas la primera de ellas, el paso del tiempo en el caso de las mellizas Ten Minutes Older y la cité-lumière en esta ocasión. Como sucedía con las anteriores, Paris je t’aime lleva a preguntarse por el sentido y la eficacia de este invento o tic del siglo XXI.

Por su propia naturaleza, el film en episodios es necesariamente desparejo, irregular, como suelen serlo un compilado musical o una antología de cuentos. O más, teniendo en cuenta que el film en episodios es siempre, o casi siempre, una idea de productor, y por lo tanto un trabajo de encargo. En las ocasiones más afortunadas (Truffaut en El amor a los 20 años, Fellini en Bocaccio 70 e Historias extraordinarias, Pasolini en RoGoPaG, las primeras Historias breves), los realizadores contaron con un tiempo razonable para desarrollar una historia, un mundo propio, un estilo. Que eso no suceda en los últimos exponentes del rubro es una posible explicación para la agudización de sus problemas. Los diez minutos por episodio que comprimían a Jim Jarmusch, Aki Kaurismaki, Wim Wenders, Werner Herzog, Spike Lee et al en Ten Minutes Older se ven estrangulados aún más en Paris je t’aime, que reúne 18 episodios en dos horas de proyección. No llama la atención que pocos de ellos lleguen a trascender el destino de flashes, de cabalgata rápida y epidérmica, de “que pase el que sigue” que embarga a este film, ideado por un par de productores franceses y lanzado al mundo en Cannes 2006.

Con los nombres de Gus Van Sant, Joel y Ethan Coen, Alfonso Cuarón, Walter Salles, Wes Craven y Olivier Assayas al frente de la marquesina, y Juliette Binoche, Willem Dafoe, Fanny Ardant, Nick Nolte, Gérard Depardieu y Steve Buscemi en los elencos, cada uno de los cortos transcurre en un arrondissement o distrito de la capital francesa. La cosa empieza de modo tentativo e irresoluto con los tres primeros. Incluyendo el de Gus Van Sant, cuyo mayor interés parecería residir en la aparición de Marianne Faithfull, a quien apenas llega a entreverse. Aunque parecería faltarle un punchline, el de los hermanos Coen es el primer episodio logrado, con un aterrorizado Steve Buscemi como turista confundido y vapuleado. Walter Salles pone un digno toque tercermundista en su participación, con la colombiana Catalina Sandino Moreno viviendo en carne propia la alienación del extranjero pobre.

La cosa toca fondo en los cortos dirigidos por Christopher Doyle (sí, el fotógrafo de cabecera de Wong Kar-wai), Sylvain Chomet (sí, el de Las trillizas de Belleville), Wes Craven (sí, el de Scream) y Nobuhiro Suwa (¡sí, el de Una pareja perfecta!). Sus fantasías protagonizadas por un vendedor de productos de belleza y la hermosa dueña de un salón de belleza oriental; un matrimonio de mimos callejeros; un Oscar Wilde redivivo en Père-Lachaise y una Juliette Binoche que recupera al hijo muerto gracias al cowboy de sueños Willem Dafoe, sumen al espectador entre la vergüenza ajena y la risita nerviosa. Por suerte, el mexicano Alfonso Cuarón y el estadounidense Richard Lagravenese (guionista de Pescador de ilusiones y Los puentes de Madison) aciertan al elegir estructuras de cuento para sus cortos, con desarrollos absorbentes y finales sorpresa. Cuarón, concentrado en un largo plano secuencia, con Nick Nolte y Ludivine Sagnier dando toda la impresión de ser una cosa y resultando algo totalmente distinto, y un Lagravenese que desorienta, divierte y emociona con su historia de amor matrimonial perdido y recuperado, protagonizada por unos formidables Fanny Ardant y Bob Hoskins.

Es un acierto de los productores haber dejado para el final los dos mejores episodios. Codirigido por Gérard Depardieu, el reencuentro de los cassavetianos Ben Gazzara y Gena Rowlands en un bistró anula con picardía cualquier recaída en el reblandecimiento nostalgioso, mientras que la gordita-de-ninguna-parte conjurada por Alexander Payne confirma que hay aquí un cineasta (el mismo de Las confesiones del Sr. Schmidt y Entre copas) capaz de amar a personajes de los que otros se burlarían. A pesar de esas victorias parciales, la sensación general que deja Paris je t’aime es que no basta una ciudad bellísima para hacer una película ídem, cuando a un grupo de directores de cine se les encaja un proyecto en el que no creen.

6-PARIS JE T’AIME

Francia, 2006.

Dirección y guión: Gus Van Sant, Joel y Ethan Coen, Walter Salles, Alfonso Cuarón, Olivier Assayas y otros.

Intérpretes: Juliette Binoche, Willem Dafoe, Fanny Ardant, Nick Nolte, Ludivine Sagnier, Steve Buscemi, Nathalie Portman, Ben Gazzara y Gena Rowlands.

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Steve Buscemi es un turista aterrorizado en el sketch de los hermanos Coen, uno de los más logrados.
 
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