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Viernes, 20 de abril de 2007

CINE › “MADRES CON RUEDAS”

Un guión escrito por la vida misma

Mario Piazza y su documental sobre madres discapacitadas, que hizo junto a su mujer.

 Por Oscar Ranzani

Una de las epidemias nacionales de poliomielitis dejó a Mónica Chirife con una severa disminución de la movilidad de sus brazos y piernas. Corría 1957 y Mónica tenía tan sólo seis años. Después de una infancia con secuelas, Mónica creció amando la vida a pesar de las dificultades y años después, cuando ya era adulta, conoció al documentalista rosarino Mario Piazza. En 1981, le propuso hacer un documental sobre deportistas discapacitados. El proyecto se concretó bajo el nombre A bordo de un carrito. Ese no sería el último encuentro entre Mónica y Mario, sino más bien el comienzo de una relación que hoy perdura, imposible de quebrantar después de veinticinco años. La hija de Mónica y Mario se llama María Victoria y llena sus vidas desde 1990. Durante ese año, movilizada por la maternidad y las situaciones vividas, Mónica se propuso reflejar a través de un documental cómo viven las “madres con ruedas” y ese cambio profundo en sus vidas que provoca la llegada de un hijo. Habló con varias mujeres en situaciones similares a la suya, y su esposo filmaba los encuentros para el documental que se iba a llamar Ser mamá como las demás y que finalmente quedó inconcluso. Después de atesorar momentos importantes de sus vidas, decidieron retomar el proyecto en 2004 y buscaron condensar la profundidad de sus emociones en una película. Así nació Madres con ruedas, un documental dirigido por ambos y coproducido por Piazza y Cine Ojo. El film puede verse en cinco funciones diarias en el Complejo Tita Merello y los sábados y domingos próximos a las 17 en el Malba.

Madres con ruedas narra tanto la cotidianidad como los momentos históricos de la vida de esta pareja desde sus inicios (gracias a los registros audiovisuales propios) y luego se abre hacia lo colectivo a través de los testimonios que Mónica había recogido para el proyecto Ser mamá como las demás. Esos testimonios tomados en la década del ’90 están intercalados con nuevas entrevistas a las madres con las que Mónica había dialogado, acompañadas de imágenes tomadas por Mario y Mónica que dan cuenta de cómo la maternidad llenó la vida del grupo de mujeres retratadas. “Podría decir que el guión de la película fue escrito por nuestra vida misma”, asegura Piazza en la entrevista con Página/12.

–Antes que hablar del impedimento físico o de los cuestionamientos sociales, el documental relata la alegría con que este grupo de mujeres disfrutan de la vida y de la maternidad. ¿El objetivo fue mostrar que aun en situaciones difíciles es posible salir adelante y concretar una vida plena?

–Claro que sí. Y tal vez sirva para oponerse a una idea de los demás. Me parece que a una discapacidad por lo que física o sensorialmente uno no pueda hacer, también se agrega el efecto social. Digamos, la forma en que los demás ven a la persona discapacitada agregándole discapacidades. Es decir, la exclusión que se les hace a las personas más allá de la discapacidad estricta física o sensorial. Y, de algún modo, nuestro documental tiende a apuntar a eso. Hay aspiraciones a las que no hay por qué renunciar por una adversidad física.

–Una de las características sobresalientes de la película es que no cae en golpes bajos sino que genera emoción y a la vez invita a la reflexión.

–Lo de los golpes bajos nunca estuvo en nuestro horizonte. Respecto de la reflexión, puede ser pero antes que eso me parece que obra emotivamente. Lo digo en base a la experiencia de las exhibiciones que hemos hecho. Y puede ser que a partir de la emoción se llegue a la reflexión. Intimamente, creo que el film contiene acaso una reflexión acerca de qué somos. No digo solamente las personas con discapacidad. Qué es lo que somos como personas, como seres humanos. Un poco ampulosas pueden sonar estas palabras, pero no sé cómo expresarlo de otra forma.

–¿Madres con ruedas es, a la vez, un testimonio sobre lo que buena parte de la sociedad no quiere ver?

–También. Incluso eso puede ser un obstáculo para la exhibición de la película. La gente que la ha visto, la ha apreciado de manera muy importante. Pero me parece que va costar y cuesta llevar a la gente a que vea la película.

–¿Y a quiénes apunta?

–A toda la gente. Para la gente sensible y para la que no es sensible y que se puede convertir. Lo digo medio jocosamente.

–¿Fue una dificultad abordar un tema tan cercano?

–Puede ser. Pero no sólo por el hecho de tener que expresar cosas íntimas y el pudor que esto pudiera significar, sino también por la distancia con el tema que es necesaria para todo documentalista. Como documentalistas estamos acostumbrados a acercarnos desde afuera del tema mismo. Es decir, hacer una aproximación sobre el tema mismo. En este caso, como estaba dentro del tema mismo, significó tal vez una dificultad para visualizar el resultado final que debía tener el film. Ahora puedo relativizarlo. Viendo para atrás quizá no lo imagine tan difícil. Pero fundamentalmente considero que fue trabajoso expresar en el film nuestra historia con Mónica para que llegue de un modo interesante y que pueda servir de algún modo al público. Para que llegue de un modo coherente también.

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“Hay aspiraciones a las que no se debe renunciar”, dice Piazza.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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