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Martes, 28 de abril de 2009

PLASTICA › EDUARDO HOFFMANN DA ALGUNAS CLAVES DE SU OBRA

Las ciudades construidas sobre otras ciudades

 Por Eduardo Hoffmann

Freud dice “esto es una pipa”, Magritte dice “esto no es una pipa”; yo, desde la imagen, también digo otra cosa: no hay solo dos maneras; ésta es la mía y un movimiento produce infinitos movimientos.

El cuadro en parálisis por muchos años, latente como un jurásico en un fósil a la Spielberg.

Los franceses son autorizados a cruzar España para conquistar Portugal, mientras tanto en el camino aprovechan para fusilar a algunos españoles: el fusilamientos del 3 de mayo, de Goya. La animación lúdica pero referida al “juego serio” (investigación, reconocimiento, movimiento), ofrece entonces otras mil posibilidades. En este cuadro histórico, por accidente divino, cae un fusil y la víctima es victimario y viceversa; en mi obra el ejército francés se rinde ante la pueblada española. E insisto con unos supuestos rayos X de la obra donde se ven no sólo las tablas del bastidor, sino además toda otra historia (en la foto), sepultada por otra pintura, y como me quedaba cerca me meto también con su vecino, Velázquez y La rendición de Breda. Aquí los españoles son los malos de la película y al entregar la llave de la ciudad a los holandeses, es una daga que se entierra y hasta se sorprenden los caballos y los modelos del cuadro con semejante cambio en la historia. El papel que soporta la firma de Velázquez también huye despavorido de la escena.

El tercero en cuestión, y bastante arbitrario por cierto, es la obra de Magritte que niega la pipa. Aquí se llena la obra con un humo que tapa la escena y aparece la palabra “pipe”, que en su origen establecía Freud. Para que este cambio pueda hacerse gradualmente, necesito entre 100 y 150 cuadros según la obra en cuestión.

Toda obra emblemática es una fuente inagotable y no hubo nadie más pragmático que Picasso para revelar las infinitas posibilidades que tienen las obras que tomaba como fuente.

Hay una obra de Capellan y de las pocas obras de este autor que me interesan: millones de autorretratos in memorian a los millones de espermatozoides que no llegan, para que uno solo salga a la vida.

Estas obras me remiten a los millones de cuadros que quedan en el camino para que uno solo sea inmortalizado por la posteridad.

También está Matisse y ese desnudo reclinado que, de no haber existido las fotos documentando los cambios en el proceso, no nos hubiéramos enterado.

Brodway Boogie Woogie, de Mondrian, es una obra a la que con el tiempo le tomé gran cariño, una obra sobre “la que no está todo dicho” porque se reinventa y recrea en sí misma. Es la menos “latente” de todas, la más activa. Contada como yo la cuento aún es más simple, pero son como el aire que tiene algunas familias, donde el común denominador es la belleza, y que es lo contrario de lo que sucede en algunas familias de la realeza, que hay un aire de familia dominado por la fealdad.

El formato de la paleta industrial pantone me ha servido para poder acceder a las variantes desde un patrón de colores, y luego con un movimiento se generan infinitos movimientos, organizados (y aquí es donde no puedo ir contra mi naturaleza) en forma atractiva.

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Eduardo Hoffmann cita y corrige a Goya.
 
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