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Martes, 30 de mayo de 2006

PLASTICA › “PINTURA SUBYACENTE”, EN EL CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA

Nuevas citas con la pintura

Un recorrido visual a través de la obra de once artistas que de manera más o menos explícita dialogan con sus modelos pictóricos. Referencias, citas y apropiaciones varias.

 Por Fabián Lebenglik

Desde que las conexiones casi ilimitadas entre computadoras se impuso como una herramienta cotidiana y casi imprescindible, la noción de red (inscripta en la misma palabra Internet) forma parte de la rutina tanto laboral como educativa, artística, social y familiar (no necesariamente en ese orden). Pensadores como Foucault (que hablaba de las redes de discursividad sin principio ni fin) o Deleuze (quien escribió que “las cosas y pensamientos arrancan o crecen desde el medio y desde allí hay que comenzar a trabajar, allí es donde todo se despliega”) postularon desde la década del 60 el funcionamiento en redes como constitutivo del pensamiento, la producción, circulación y reproducción de saberes. La idea de red como origen y horizonte –incluso como sistema– también guía de un modo intencional y bastante explícito buena parte de la producción artística de los últimos años.

Si bien toda obra surge de otra, de manera implícita o explícita, las artes visuales –como campo de la cultura– se convierten cada vez más en un sistema de citas, apropiaciones y redes donde aparece la propia cultura como fuente constante: artes plásticas, cine, literatura, música, etc., son siempre revisitados.

Como explica Nicolas Bourriaud en su libro Post-producción, desde principios de los años ’90 cada vez más obras de arte se producen sobre la base de obras preexistentes: cada vez más artistas interpretan, reproducen y reexhiben obras de otros artistas o de productos asequibles de la cultura. Esta actitud responde al caos proliferante de la cultura global. Tal procedimiento contribuye a erradicar la distinción tradicional entre producción y consumo, creación y copia, ready-made y obra original. La noción de originalidad y creación se desdibuja en este nuevo panorama cultural en el que se destaca la figura del disc-jockey y el programador, cuyas tareas consisten en seleccionar objetos culturales insertándolos en un nuevo contexto.

La muestra Pintura subyacente, concebida por la investigadora y curadora Viviana Usubiaga para el Centro Cultural de España, toma el término del ámbito de la restauración, que denomina de este modo a las composiciones que se descubren por debajo de la capa pictórica visible cuando se somete a un cuadro a los rayos X. En este sentido, la curadora tomó el término “como metáfora de la presencia de un sustrato pictórico en las prácticas contemporáneas”. Los artistas seleccionados son Fabián Burgos, Max Gómez Canle, Silvia Gurfein, Lux Lindner, Emiliano Miliyo, Res y Constanza Piaggio, Miguel Rothschild, Alessandra Sanguinetti, Nahuel Vecino y Mariano Vilela.

La exposición, según escribe Usubiaga, “avanza sobre el terreno de las imágenes de la historia del arte acumuladas en las obras de artistas que las retoman como modelos, aun cuando éstos no se observen nítidamente en sus superficies”. Cada artista establece una genealogía artística propia y un sistema dentro de los que elige colocarse. La fuente común de todos ellos es menos el museo que la reproducción, menos el panorama histórico que el fragmento y el detalle. “Es menos en los viajes iniciáticos a los centros artísticos internacionales –dice la curadora– que en las bibliotecas de sus entornos familiares donde ellos comenzaron a formarse.”

Así, la cultura familiar de fascículos se transforma en cada artista y en cada obra a través de operaciones culturales y formales muy complejas. La obra que sirvió de modelo a veces está muy presente, otras veces es una referencia rápida; en algunos casos se trata de una huella perdida, que sólo puede rastrearse a través de un relato complementario. Entre otras citas, relecturas y apropiaciones, con mayor o menor grado de evidencia, aquí se ve a Burgos citando, entre otros, a Soto; Gómez Canle a Van Eyck o Pettoruti; Gurfein a Henri Rousseau; Lindner a Aizemberg, Miliyo a Warhol, Res-Piaggio a Van Gogh; Rothschild a Duchamp; Sanguinetti a Millais, Leonardo y Caravaggio; Vecino a Veronese, Goya, Delacroix y Spilimbergo; Vilela a Corot, Braque y Manet.

Las relaciones tempranas con el arte también toman la ineludible forma del consumo y de los relatos que circulan alrededor de cada práctica, estructurándola. La relación entre arte y consumo tiene larga data, pero el movimiento artístico que mejor la tematizó fue el pop, porque allí se logró condensar la ambigüedad entre la celebración y la crítica mordaz del mercado y la sociedad de consumo. A partir del pop, el fenómeno del arte cada tanto reedita imágenes y reflexiones acerca de esta relación compleja. Mucho de eso se advierte en la exposición.

En el ensayo que prologa la muestra, la curadora escribe que “este arte apropiacionista que desenmascara la ilusión del propio arte requiere entonces examinar críticamente qué diálogos establece entre el pasado y el presente, qué poderes revela y qué valores inscribe en cada momento. Esta preguntas, junto a otras tantas que indagan qué aspectos de las imágenes primigenias los artistas contemporáneos retoman, en qué sentido las articulan en sus obras y qué significados despliegan las alteraciones producidas, son el punto de partida de esta exposición, entendida menos como resultado de una curaduría restringida que como prólogo de una investigación que se despliega en el espacio, cual laboratorio de ideas”.

La sociedad está estructurada por relatos que a su vez se traducen en modos de vivir, de trabajar, de relacionarse. Y los artistas construyen escenarios posibles en los que muchas veces estas relaciones se juegan en clave. En este sentido, Liam Gillick explica que “somos prisioneros del escenario del capitalismo tardío... la producción de escenarios es uno de los principales elementos que permiten mantener el nivel de movilidad y de invención que necesita el aura dinámica de la así llamada economía de mercado”. Y desde esta perspectiva los artistas de hoy ponen en juego en sus obras una noción de uso que les viene tanto de la conformación ideológica del arte –en cuanto sistema de ideas que busca ser crítico y de avanzada– como del pragmatismo proveniente del mercado, que siempre avanza en todas direcciones y a toda costa.

(Florida 943, hasta el 21 de julio.)

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Pintura de Silvia Gurfein, que cita –con procedimiento complejo– la paleta de Henri Rousseau.
 
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