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Martes, 13 de septiembre de 2016

PLASTICA › ANTOLOGíA RETROSPECTIVA DE KAZIMIR MALEVICH EN PROA

El nacimiento del arte abstracto

Pionero de la abstracción y el constructivismo, teórico del Suprematismo, el artista ruso es una figura crucial del arte del siglo XX. La exposición, que incluye más de medio centenar de obras, proviene del Museo del Estado Ruso.

Anteayer se inauguró una muestra excepcional en la Fundación Proa: se trata de una antología retrospectiva del pintor ruso Kazimir Malevich (1878-1935), figura crucial en la historia del arte abstracto y pionero del constructivismo. También fue un teórico, autor del manifiesto suprematista. Su influencia transformó el diseño, la arquitectura el mobiliario y la tipografía del siglo XX.

La exposición, que sigue hasta noviembre, proviene de la colección del Museo del Estado Ruso y su concepto es de Evgenia Petrova, curadora (quien trabaja desde 1966 en el Museo en el que actualmente se desempeña como directora adjunta de investigación) y de Joseph Kiblitsky.

Como explica la directora de Proa, Adriana Rosenberg: “Desde sus inicios, en nuestro programa expositivo consideramos que la presencia de los grandes maestros de la historia del arte del siglo XX, Lucio Fontana, Marcel Duchamp, Rufino Tamayo, Giacometi, el Universo Futurista, Louise Bourgeois o Dan Flavin y Sol LeWitt, entre muchos otros, a lo largo de vente años, son fundamentales para el conocimiento de artistas y público en general. Y así, año a año construimos un extenso y abarcador panorama de los movimientos artísticos destacados desde las vanguardias históricas hasta la contemporaneidad. Malevich se incorpora a esta lista. Por primera vez en nuestro país y en Latinoamérica, Proa organiza una monumental retrospectiva del artista”.

La exposición se abre con una cronobiografía del y un video realizado por Kiblitsky en donde se resume el contexto social en Rusia desde fines del siglo XIX hasta comienzos del XX.

La muestra también traza un recorrido cronológico, empezando con el particular simbolismo de Malevich, de 1907. Por ejemplo, en tres óleos sobre cartón (un autorretrato, un estudio para pintura al fresco y un orante).

Malevich había llegado a Moscú desde Kiev en 1905, a los 27 años, y ya era considerado un maestro del impresionismo ruso. En esta línea hay dos pequeños paisajes en óleo, de 1906. A partir de entonces tomó contacto, en los museos y a través de los libros, con el postimpresionismo francés y los pintores fauvistas.

En esta sala puede verse el modo en que el pintor va adaptando su formación más clásica a lo que comienza a deslumbrarlo en Moscú. Hay aquí unas pinturas en las que el artista ruso reinterpreta el cubismo. Se incluye un collage en el que se advierte la acumulación y yuxtaposición de elementos compositivos (entre los que se cuenta una imagen de La Gioconda) a la manera picassiana.

La pintura, ideas y conocimientos de artistas de vanguardia como Larionov y Natalia Goncharova maravillaron a Malevich, junto con el proceso revolucionario ruso, que en el capítulo de la estética postulaba la función social del arte. El pintor transformó la sofisticación impresionista en un primitivismo ex profeso, con motivos campesinos, combinados con aspectos de la estética cubista. En este recorrido, ciertas formas tubulares en la composición de las formas exhiben notorias huellas de la pintura de Léger, combinadas con planos que conforman un sistema y que rebaten la imagen para generar poca ilusión de profundidad y colores contrastados. Es el caso de Retrato perfeccionado de Ivan Kliun, óleo de 1913.

La articulación de volúmenes y planos generan una abstractización de la imagen hasta conseguir que la temática quede subsumida por una sistematización del modo en que aplica los colores y las formas.

De algún modo se ve en sus pinturas la influencia del cubismo analítico, con elementos del futurismo, en una síntesis que el artista clasifica como cubofuturismo.

En la segunda sala se puede ver la obra suprematista.

La velocidad de los acontecimientos políticos y sociales se entrelaza con el vértigo de la producción y la teoría artísticas. Malevich se enfoca en una serie de pinturas no objetivas que derivan en la teoría suprematista, según la cual combina elementos constructivos para generar formas geométricas no objetivas.

Desde el suprematismo el pintor postula la construcción de formas que eluden la representación objetiva, para alcanzar un estado de pureza pictórica que, en sus palabras “desenmascare” a toda otra pintura y permita analizar la vida en profunidad. El suprematismo se opone a que el “sentimiento estético” esté en función de los social y político. El alfabeto se reduce al rectángulo, el círculo, el triángulo y la cruz. El cuadrado supone una imagen de pureza.

En la tercera sala se muestra la vuelta a la figuración, con un nuevo ciclo campesino. Las figuras no tienen cara y sus cabezas son cuadrados negros o rojos. Los fondos geométricos y coloridos permiten inferir, de manera abierta, algo sobre el contexto y la relación de la vanguardia con la política.

En la sala 4 hay 15 enormes réplicas de personajes con los trajes que Malevich diseñó para la “anti-ópera” futurista La victoria sobre el sol, de 1913, con textos de Kruchenyk y música de Matiushin. Allí aparece por primera vez el cuadrado negro en la producción de Malevich.

* En la Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, hasta noviembre.

EL MANIFIESTO SUPREMATISTA

La pureza sensible

En su manifiesto, de 1915, Malevich escribe, entre otras definiciones y consignas:

  • “Por Suprematismo entiendo la supremacía de la sensibilidad pura en las artes figurativas. Los fenómenos de la naturaleza objetiva en si misma, desde el punto de vista de los Suprematistas carecen de significado; en realidad, la sensibilidad como tal es totalmente independiente del ambiente en que surgió. La llamada ‘concretización’ de la sensibilidad en la conciencia significa, en verdad, una concretización del reflejo de la sensibilidad mediante una representación natural. Esta representación no tienen valor en el arte del Suprematismo. Y no solo en el arte del Suprematismo, sino en el arte en general, porque el valor estable y auténtico de una obra de arte (sea cual sea la escuela a que pertenezca) consiste exclusivamente en la sensibilidad expresada”. (Imagen: óleo de 1929.)

  • “El arte ya no quiere estar al servicio de la religión ni del Estado; no quiere seguir ilustrando la historia de las costumbres, no quiere saber nada del objeto como tal, y cree poder afirmarse sin la cosa (por tanto, sin la fuente válida y experimentada de la vida), sino en sí y por sí”.

  • “El cuadrado negro sobre fondo blanco fue la primera forma de expresión de la sensibilidad no-objetiva: cuadrado=sensibilidad; fondo blanco=la Nada, lo que esta fuera de la sensibilidad”.

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Cuadrado, cruz y círculo negros, óleos de Malevich de 1923, que representan el alfabeto suprematista. Abajo: óleo de 1913.
 
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