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Martes, 24 de octubre de 2006

PLASTICA › MUESTRA-HOMENAJE A JEAN ARP EN MADRID A CUARENTA AÑOS DE SU MUERTE

Las vanguardias empiezan con Arp

Cofundador del dadaísmo, compañero de ruta de Kandinsky, Delaunay y Klee, integrante del surrealismo, artista constructivista, Jean Arp fue una figura central de las vanguardias y del arte del siglo XX.

 Por FabiAn Lebenglik
Desde Madrid

El Círculo de Bellas Artes de esta ciudad presenta hasta fines de octubre una exposición-homenaje a Jean Arp, en forma de antológica-retrospectiva, a cuarenta años de su muerte, que incluye esculturas, pinturas, obra gráfica, collages, relieves, tapices, libros de artista y documentos. Un artista múltiple, fuera de serie, que utilizó para sus piezas materiales diversos como los que aquí se pueden apreciar: bronce, piedra, madera, plata, cobre, papel, aluminio, objetos encontrados. La mayor parte de las doscientas piezas que componen la retrospectiva, curada por Serge Fauchereau, provienen de la Fundación Arp de Clamart y de la galería Denise René, de París.

Simultáneamente, en otras salas del mismo centro cultural se exhibe una muestra de otro poeta y artista: Henri Michaux (1899-1984), en la que se pueden ver dibujos, grafismos, pinturas, libros, cartas y documentos.

La figura de Jean Arp (Hans Peter Wilhelm Arp; Estrasburgo, 1887-Basilea, 1966) resulta clave en la conformación de las vanguardias históricas y luego fue sumamente influyente en todo el arte del siglo XX.

La obra de Arp recorrió las principales vanguardias históricas, en las que participó intensamente o ayudó a fundar: expresionismo, abstracción, dadaísmo, surrealismo, automatismo. Estuvo incluso cerca del constructivismo, enemigo estético del dadaísmo y el surrealismo.

Luego de Picasso y Braque, Arp fue uno de los impulsores de la técnica del collage, llegando a imponerla como una técnica habitual entre las artes visuales. A pesar de su enorme influencia sobre el arte del siglo pasado, Arp no deja de ser un artista secreto, por su perfil reservado y su obra silenciosa.

En 1911 funda con Oscar Lüthy y Walter Helbig una agrupación que organiza exposiciones colectivas de pintores como Gauguin, Klee, Matisse y Picasso. Después de su temprana formación en Alemania y Francia, Arp (que cambió su nombre Hans por el de Jean, como muestra de amor por Francia) viajó a Suiza, donde conoció a Paul Klee. En 1912 conoció a Kandinsky en Munich. Participó del calendario Der Blaue Raiter (El jinete azul) y de la segunda muestra del grupo creado por Kandinsky y Klee. Este grupo proponía la huida del realismo a través de una gestualidad antimimética; recomendaban la introspección, contra las miserias del mundo, y la entronización de la música como vía para la combinación entre las artes.

En la exposición madrileña se pueden ver las particulares abstracciones de Arp, las figuras biomórficas, ameboideas, que parecen constituir el lenguaje visual básico del artista en cualquiera de las técnicas y materiales que utilizara a lo largo de su vida. Al presentar la poesía, textos y documentos de Arp, esta muestra permite ver la relación y articulación entre letra e imagen y viceversa, entre las pinturas y esculturas con los poemas. Su obra siempre exhibe una frescura y un candor notables, así como una actitud lúdica que le da una visualidad muy actual, sostenida en el tiempo a lo largo de las décadas. Mientras que algunas obras de otros vanguardistas hoy parecen arqueológicas, las de Arp ofrecen una contemporaneidad intacta, en parte lograda por esa suerte de poética de la ingenuidad. Paradójicamente, sus ojos de niño se combinan con una actitud radicalmente crítica. Su capacidad para participar y ser aceptado en todos los frentes de la batalla cultural y visual que llevaban adelante las distintas agrupaciones de vanguardia –muchas veces peleadas entre sí– le permitió transformarse en un vaso comunicante entre los distintos movimientos y tendencias durante las primeras décadas del siglo XX.

Participó de la fundación del dadaísmo en Zurich, en 1916, luego de haber exhibido durante un año sus obras abstractas.

Durante la mayor parte de la Primera Guerra mundial vivió en Suiza, donde conoció a la artista Sophie Taeuber, con quien se casó en 1922.

Produjo mucha obra en la que prevalecían las curvas y formas ovaladas que terminaron caracterizándolo. En 1921 el arte Dadá se difunde más allá de Suiza: entonces Arp conoce a André Breton, a Soupault y Aragon en París. Se contactó también con los dadaístas de Berlín y colaboró en la revista Merz, de Schwitters, pubicando algunas litografías.

La difusión del psicoanálisis y su relación con el naciente surrealismo volcaron a Arp hacia el automatismo. Participó de la primera muestra surrealista de 1925, en París. Se unió al grupo Cercle et Carré en 1930 y luego fue uno de los fundadores del grupo Abstraction-Création en 1931, donde se defendía la abstracción geométrica. Sin embargo, Arp no comulgaba con la idea del arte como puro artificio y pensaba que había una relación intrínseca entre las formas pintadas, grabadas o esculpidas, con las formas de la naturaleza. Una de sus evocaciones visuales permamentes es la figura del ombligo, por considerarla una parte primordial del cuerpo humano. En su obra puede verse que muchas veces el ombligo es la forma germinal, el punto de partida de la forma pintada, grabada o esculpida.

Arp fue un pionero en la superposición de planos de madera coloreada, con lo cual produjo una serie de pinturas objetos o de objetos pictóricos que luego reinventaron los artistas concretos y geométricos.

Las formas orgánicas de Arp parecen provenir de la mano de un artista que destila arte en todas su formas. Así, tanto la poesía como las distintas técnicas plásticas y visuales lucen como un continuo que fluye tomando perfiles biomórficos que se contagian de obra en obra. Ese cruce transgenérico, que pasa de un lenguaje al otro, escrito y visual y dentro de este de un género al otro, también sucede con el itinerario vital del artista, que atraviesa una y otra vez fronteras geográficas de ida y vuelta.

Durante los años de la Segunda Guerra Mundial el artista se retira de la escena con su esposa, quien muere en un accidente al promediar la guerra. Durante los años cuarenta se dedica especialmente a la escultura. Luego comienza a exponer en Nueva York, adonde viaja a fines de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta. La Universidad de Harvard le encarga una escultura monumental que el artista realiza en madera. Y también la Ciudad Universitaria de Caracas le encarga una obra monumental en bronce. En 1954, Arp gana el Premio Internacional de Escultura en la Bienal de Venecia. En 1958 la Unesco, en su sede de París, le pide la realización de un relieve mural. Y luego el Museo de Arte Moderno de Nueva York organiza una gran retrospectiva de su obra y luego se hace una muestra similar en París.

La sencillez, economía, originalidad y humor de su obra, tanto como la mezcla de ingenuidad y mirada crítica, le permitieron a Arp atravesar todas las vanguardias y que su obra fuera incluso reivindicada por movimientos muy posteriores, tan radicales como el minimalismo. Como dice el curador Serge Fauchereau, Arp fue un artista sin “padres” ni “maestros”, que creía en las leyes del azar y concebía el arte como algo “natural”.

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Vista parcial de la muestra de Arp en Madrid. Al lado, afiche con autorretrato.
 
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