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Miércoles, 24 de julio de 2013

DISCOS › JOHN FOGERTY Y SU WROTE A SONG FOR EVERYONE

Nuevas voces para viejos hits

El ex líder de Creedence invitó a un puñado de amigos –desde Foo Fighters hasta Bob Seger, pasando por Kid Rock y Tom Morello– para versionar sus mejores clásicos. El resultado es un CD prolijo y amable, con canciones que perdieron su aspereza original.

 Por Fernando D´addario

La aparición del disco Wrote a Song for Everyone ha sido celebrada por muchos de los que sienten por Creedence una pasión tímidamente culposa. Los fans todoterreno de John Fogerty, en cambio, lo escuchan y lo disfrutan en el living de su casa, con la indulgencia que se merecen los iconos de la música popular; inmediatamente les da ganas de subirse a la moto, al auto o al camión –depende de cómo les haya ido en la vida– y poner Green River, de 1969, a todo trapo.

Wrote a Song...es un regalo que Fogerty se hace a sí mismo. Se lo merece. Para homenajearse decidió convocar a un puñado de amigos músicos –en general irreprochables– para que destrozaran, todos juntos y felices, sus más grandes éxitos. La convocatoria no fue definida seguramente en términos tan tajantes, pero la idea del ex cantante de Creedence era que cada artista invitado, desde los Foo Fighters hasta My Morning Jacket, pasando por Kid Rock y Tom Morello, les añadiera subjetividad interpretativa a clásicos solidificados por la idolatría popular.

Casi todos ellos, acaso sin proponérselo, estilizaron el repertorio de Fogerty. Añadieron matices, coloraturas, detalles y pinceladas que “embellecieron” las canciones tras pasarlas por el canon de la amabilidad folk, country & blues. Ese dispositivo estético, sumado a una cuidada producción y a un sonido perfecto, concluyó en versiones bonitas que sustraen lo esencial de aquellos temas: la urgencia (tensión irrecuperable cuarenta años después, nobleza obliga), la aspereza, el olor a asfalto y pasto mojado que se desprendía de los registros originales de “Proud Mary”, “Lodi” y “Fortunate son”. Aquella grasitud.

En ese contexto, y más allá de este parámetro valorativo, debe decirse que hay versiones “mejores” y “peores”. Entre estas últimas, cabe anotar la participación guitarrística de Morello, completamente descolgada del apacible espíritu que anima a “Wrote a Song for Everyone”. Foo Fighters aporta furia previsible a la inmortal “Fortunate son”. Shane y Tyler Fogerty, hijos de un padre talentoso, le regalan todo su amor filial (pero muy poco más) a “Lodi”. Bob Seger aporta dignidad (tampoco es que le faltara) a “Who’ll stop the rain”. La frescura de la voz y el banjo de Keith Urban se funde espontáneamente con Fogerty en “Almost saturday night”, tema extraído de su etapa solista.

Esta crítica comete el error voluntario de dejar para el final al verdadero protagonista de este asunto. Es que Fogerty, con su voz gastada y su alma rockera intacta, termina siendo lo mejor del disco. Inclusive, las únicas dos canciones nuevas, “Mystic highway” y “Train of fools” (sin invitados famosos), destilan una vivacidad genuina, propia de un tipo que a los 68 años disfruta de lo que hace y tiene con qué. El elogio a los dos temas que no rankean ni rankearán da cuenta, lamentablemente, de la inutilidad del proyecto general. No hacía falta armar un karaoke de elite para descubrir las raíces gospel de “Proud Mary”, porque la canción primitiva invita a ser escuchada como le cuadra a un hit entrañablemente cabeza: tres tonos, en una ruta suburbana y bien acompañado. O, en su defecto, tres tonos, solo en el living de casa, recordando viejas rutas y viejas compañías.

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John Fogerty rockea a los 68 años.
 
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