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Miércoles, 31 de octubre de 2007

DISCOS › LO NUEVO DE CATUPECU MACHU

Viaje al laberinto de las reversiones

El grupo de Fernando Ruiz Díaz sublima el dolor con un doble CD caracterizado por un sonido noble, más allá del unplugged.

 Por Eduardo Fabregat

Frente a los datos formales de Laberintos entre aristas y dialectos, ¿es apropiado hablar de un nuevo disco de Catupecu Machu? El grupo de Fernando Ruiz Díaz acaba de lanzar un doble CD (casi al precio de uno) que presenta seis temas en estudio y nueve en vivo. De esas quince canciones, solo tres son nuevas: “Viaje del miedo”, “Dialecto” y “Foto en blanco y negro”. Así, la mirada prejuiciosa podría concluir que lo más novedoso del sexto disco de la banda es el lujoso packaging, que busca reforzar la idea de “disco conceptual” simulando un libro antiguo, con una sobria y cuidada gráfica. Pero los prejuicios suelen conducir al error. Y aunque Laberintos... deba ser considerado como un disco de reversiones, eso no le resta valor artístico.

Por razones de dominio público, la situación de la banda no es precisamente cómoda. Sólo el carácter hiperkinético de Ruiz Díaz le permite repartirse con igual pasión entre la necesidad creativa y la difícil recuperación de su hermano Gabriel, quien aparece en las tomas de diferentes conciertos acústicos de 2005 para el segundo volumen, “Registro de la materia en concierto”. Esa pasión se sintetiza y traduce en el desgarrador verso “Te resucito en el sueño / es lo que espero encontrar” de “Viaje del miedo”, apertura de “Tratado de la materia en estudio”. Si la banda salió a la luz con Dale!, salvaje propuesta emparentada con el espíritu de grupos como Primus, y supo reformularse con la atípica puesta en sonido de Cuadros dentro de cuadros, aquí el concepto va más allá del simple acto de desenchufarlo todo: hay en ese “Capítulo I” una densidad de climas, una nobleza de materiales sonoros que desactiva los lugares comunes del mero unplugged. Fernando, el pianista Macabre y el baterista Herrlein consiguen la paz del ojo del huracán, encuentran la esencia de su canción más allá de la electrización habitual del vivo. Lo que no quiere decir que Catupecu sea aquí una banda fogonera, concepto aplicable a la solitaria versión de FRD de “Magia veneno”, pero no a la crimsoniana tensión rítmica de la notable “Dialecto”, la particular épica de “Grandes esperanzas” o la urgencia de “El lugar”, canción de Gabriel incluida en el primer disco que aquí encuentra un pulso completamente diferente, e incluye a Zeta Bosio como invitado.

El segundo disco, si se quiere más previsible, opera como recorrido acústico por títulos efectivos como “El número imperfecto”, “Entero o a pedazos” y “A veces vuelvo”, y deja una versión sólo correcta, pero igualmente bella (imposible destruir semejante tema), de “Seguir viviendo sin tu amor”, de Luis Alberto Spinetta. Así, y de un modo curioso si se mira sólo la lista de temas, Catupecu Machu redondea un trabajo que no carece de ambición, de cierto instinto de recorrer otros caminos, probarse otros trajes. Eso sí: sólo los muy fans insistirán en llamarlo por su completo e intrincado nombre.

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Laberintos... cuenta con una presentación de lujo.
 
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