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Jueves, 25 de agosto de 2005

TELEVISION › OPINION

Elemental, Watson

 Por Alcira Argumedo*

En 1996 el Parlamento europeo aprobó una legislación sobre el espacio audiovisual, incluyendo cine, radio, televisión, agencias de noticias y demás aspectos, como fruto del acuerdo alcanzado en un debate, donde durante más de dos años participaron unos 3500 artistas, escritores, directores de cine y teatro, intelectuales, universitarios y representantes sociales o políticos de los países miembro. Además de los contenidos de esa legislación –de por sí muy loables–, constituye un buen ejemplo de lo que significa el tratamiento serio de un tema que es estratégico, si se ha de garantizar el pluralismo cultural y político en sociedades democráticas. En contraste, mediante el decreto 527 del mes de mayo –sin consultas previas ni intervención del Parlamento–, el presidente Néstor Kirchner dispuso la prórroga, por el término de diez años, de las licencias a los actuales concesionarios de servicios de radio y televisión. En el acto realizado para anunciar la medida –acompañado del interventor del Comfer, Julio Bárbaro–, el Presidente finalizó su discurso expresando que tenía un sueño: “Que hayamos logrado que los medios estén en manos argentinas”. Pero omitió decir que entre esas manos argentinas están, entre otras, las de José Luis Manzano y Raúl Moneta. Como decía el General, a Julio Bárbaro lo conocí de naranjo y recuerdo que cocinaba muy bien, cuando cenamos a principios de 1978 en ese departamento prestado de un ambiente, donde vivía con su mujer y su pequeña hija en una crítica situación económica. Situación económica que, luego de varios años de dedicarse a la política, parece haber mejorado sensiblemente; justo en el mismo período en el que más del 80 por ciento de los argentinos se empobreció en forma dramática. A José Luis Manzano y Raúl Moneta los conozco –como tantos otros compatriotas– sólo por la información periodística: evocan términos como robos para coronas; millones de dólares de ahorro trabajando como médico y diputado al mismo tiempo; Miami, vaciamiento de bancos, lavado de dinero. Tres meses más tarde, en América TV –donde participan las manos argentinas de Manzano– se censura el programa TVR (Televisión Registrada) en el cual se había invitado al arrepentido Pontaquarto, quien denunció el escándalo del cobro de coimas en el Senado de la Nación durante 2000, para votar la ley de flexibilización laboral que por entonces demandaba el FMI. Más allá de las tensiones y las disímiles conductas exhibidas por periodistas o artistas en los distintos canales, el mensaje es claro: en ciertos medios masivos de comunicación beneficiados por el decreto 527, el tema de la corrupción no se trata; de eso no se habla. Elemental, Watson.

* Socióloga.

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