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Sábado, 19 de febrero de 2011

VIDEO › CYRUS, DIRIGIDA POR JAY Y MARK DUPLASS

De la banalidad a la patología

Con antecedentes en Sundance y notorios representantes de la corriente conocida como mumblecore, los hermanos Duplass terminaron filmando, con actores profesionales, una película “regular” de Hollywood, producida por la compañía de Ridley Scott.

 Por Horacio Bernades

De filmar películas que cuestan lo que un auto a ser producidos por los directores de Blade Runner y Top Gun hay una diferencia. La clave para que sigan siendo buenas es, en tal caso, que la diferencia no se note demasiado. De ser así, puede afirmarse que con Cyrus, su primera película “industrial”, los hermanos Duplass pasaron la prueba con un aprobado +. Treintañeros nacidos en Nueva Orleans, Jay y Mark Duplass empezaron haciéndose conocidos en el circuito indie estadounidense gracias a un puñado de cortos filmados durante la primera mitad de la década pasada. En 2005, su ópera prima en el largometraje, The Puffy Chair –que consistía en el traslado de un sillón de una punta a otra de los Estados Unidos– resultó favorita del público en el festival de Sundance. Tras un par de largos más, que aquí pudieron verse en el Bafici (uno de ellos, Baghead, se editó el año pasado en video, con el desencaminado título de Noche macabra), los Duplass, notorios representantes de la corriente conocida como mumblecore, terminaron filmando, con actores profesionales, una película “regular” de Hollywood, producida por la compañía de Ridley Scott y su hermano Tony. Estrenada en su país en septiembre pasado, la semana próxima Sony Pictures lanzará aquí Cyrus en DVD, manteniendo el título original.

Mumblecore viene de mumble, que quiere decir “balbucear” y es lo que los protagonistas de las películas de esa corriente (muchas de ellas vistas en Mar del Plata y el Bafici, como Mutual Appreciation, Daddy Longlegs o Humpday) suelen hacer. Lo siguen haciendo en Cyrus, aunque esta vez no se trate de actores anónimos sino de gente como John C. Reilly, Jonah Hill (ver recuadro) y hasta Marisa Tomei y Catherine Keener. La gente mumblecore no se caracteriza por ser exitosa ni muy apegada al trabajo, como tampoco por cuidar su imagen o tener la autoestima muy alta. Así lo confirma el John de John C. Reilly, a quien en la escena inicial Jamie, su ex (Catherine Keener) viene a rescatar de una larga reclusión. “Parezco Shrek, ¿no?”, reconoce John, que dice trabajar en su casa como editor free lance, aprovechando para vivir en pijama y chancletas. Hace seis años que se separó de Jamie y hace seis que no sale a la calle. Ante los ruegos de su ex, que a punto de volver a casarse sigue cuidando de él como una madre, el tipo irá a una fiesta, hará todos los papelones posibles (su versión borracha de Don’t you Want me, de The Human League, es un monumento a la vergüenza ajena) y como premio conquistará a Molly (Marisa Tomei), que se enamora perdidamente de él, llevándosela a la cama esa misma noche.

¿Será que Molly anda, como alguna vez Jamie, en busca de un hijo sustituto? Hijo ya tiene. El Cyrus del título (Jonah Hill, el gordito de Supercool) se le aparece a John la mañana siguiente, sin previo aviso. Como si no fuera suficientemente preocupante que el tipo parezca, más que hijo, pareja de su madre (anda por los veinte y Marisa Tomei “da”, como se sabe, bastante menos edad de la que tiene), no la llama “mamá” sino Molly, y aunque se muestre muy amable y comprensivo con el pretendiente, ante la aparición de éste cierra filas y lo hace sentir como un intruso. En algunas de sus películas previas, los Duplass manejaban, de modo inquietante, ese borde entre la normalidad más banal y la patología de chaleco. En Cyrus vuelven a hacerlo, generando una gran incomodidad, hasta que la cosa deriva hacia una suerte de Mujer soltera busca en versión madre-hijo-novio nuevo. Aun entonces, cuando la ambigüedad tiende a disolverse, que John se comporte con Jamie como hijo celoso y posesivo, redobla el interés, haciendo de la presunta víctima el espejo deformante del victimario.

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Cyrus: una película “industrial” con espíritu indie.
 
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