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Sábado, 21 de enero de 2012

VIDEO › PAUL, CON LOS COMEDIANTES BRITANICOS SIMON PEGG Y NICK FROST

Una “road movie” de casa rodante

Es un extraño cruce entre la ciencia ficción y el tipo de comedias a las que se ha dado en llamar bromance, por centrarse en el amor sin sexo de dos amigotes. La pareja protagónica se babea en Comic-Con, la mayor reunión de los fans de historietas y aledaños.

 Por Horacio Bernades

Paul se estrenó en cines aquí unos meses atrás: pasó casi inadvertida.

¿Y si los aliens fueran realmente como nosotros? Esto es: ¿si dijeran e hicieran groserías, si fueran medio vagos y medio chantas, si fumaran porro como cualquier hijo de vecino? Esa es la pregunta que se hace Paul, extraño cruce entre la ciencia ficción y el tipo de comedias a las que se ha dado en llamar bromance, por centrarse en la clase de amor sin sexo que los amigotes inseparables pueden permitirse (de allí lo de bromance, traducible por “romance cumpa”). Los cumpas en cuestión son aquí la pareja de comediantes británicos Simon Pegg y Nick Frost, conocidos en el mundo entero por las farsas de género Shaun of the Dead y Hot Fuzz (la primera de zombies, la segunda de hiperacción machota), que en Argentina fueron directo a DVD. Como en aquéllas, además de reservarse los protagónicos Pegg y Frost también escribieron el guión de Paul. Hay un tercer protagonista, claro, que es el que da título a la película. Grisáceo, retacón, lampiño y con unos gigantescos ojos rasgados, por muy digital que sea Paul tiene una voz (un vozarrón) bien terrenal. Como que es el de Seth Rogen, ese dude ni fino ni elegante que protagonizó Ligeramente embarazada, y que en 50/50 hace de amigo misógino del protagonista.

Frost y Pegg son aquí la típica pareja de adolescentes de treinta y largos (¿cómo puede ser que todavía no se haya inventado ningún neologismo para definir a esta especie?), que se babean por los pasillos de Comic-Con, la mayor reunión universal de los fans de las historietas y aledaños, que se celebra todos los años en San Diego. Rodeados de trekkies, fans de La guerra de las galaxias y escritores de novelas pulp, Frost (el equivalente de Oliver Hardy de la pareja) es autor de historietas que, por supuesto, nadie parece haber leído. Pegg es el ilustrador. Basta que hagan un pedido de room service en un hotel rutero para que el camarero latino que los atiende los tome por tortolitos en luna de miel. Algo parecido piensan de ellos dos rednecks con los que se cruzan en un bar de la ruta (uno de los pesados es el genial David Koechner, el tipo más animal de la comedia actual; la camarera es la aún más genial Jane Lynch, rubia de un metro noventa cuyo papel más popular es el de entrenadora de Glee).

Huyendo de los pesados fachos que los quieren asesinar, a Clive y Graeme se les pararán los pelos del cuello cuando, en medio de la noche y en un camino solitario, salga a su encuentro el alien parlanchín, que los saluda con algo parecido a “¿Qué onda, man?”. Con –el genial, por supuesto– Jeffrey Tambor como émulo de Stephen King, Jason Bateman como el muy serio agente del FBI Lorenzo Zoil, la gran Sigourney Weaver como The Big Guy, la meteórica Kristen Wiig como chupacirios tuerta, Bill Hader como otro agente y –faltaba más– el mismísimo Steven Spielberg en un cameo vocal, Paul –que aquí se estrenó en cines unos meses atrás, pasando casi inadvertida– es tan episódica y llena de personajes como las road movies suelen serlo. Road movie de casa rodante, en este caso. Si de road movies en clave de comedias se trata, qué más adecuado que llamar a Greg Mottola, un señor completamente calvo que antes de ésta había filmado ya esos otros exponentes del subgénero que son Deseos y sospechas (The Daytrippers) y Supercool. Donde también actuaba Seth Rogen, claro, pero al natural.

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