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Sábado, 26 de agosto de 2006

VIDEO › “DUELO A MUERTE”

Steven Spielberg, la otra dimensión

El director rodó a los 24 años este telefilm, un hallazgo en su filmografía.

 Por Horacio Bernades

Veinticuatro años tenía Steven Spielberg cuando filmó su cuarto telefilm, tras un año de trabajar en la tele, filmando episodios de series como Columbo y Marcus Welby. Duel es el título del telefilm que la ABC emitió en 1971 y al año siguiente se estrenó en cines en toda Europa, en versión ampliada por el propio Spielberg. En Argentina se la conoció unos cuantos años más tarde como Reto a muerte, y ahora el sello AVH lanza la edición especial en devedé, con unos cuantos (y muy buenos) extras y el título de Duelo a muerte, mucho más respetuoso del original. Reverla es reiterar el asombro ante una película tan precisa, tan económica, tan lúcida en su rescate de toda una tradición cinematográfica, que difícilmente podría adivinarse que su realizador tuviera la edad que tenía.

Basada en un relato de Richard Matheson que el propio autor de Soy leyenda (y de gran cantidad de episodios de Dimensión desconocida) convirtió en guión, Duelo a muerte tiene dos protagonistas excluyentes: un hombre y un camión. Versión trágica del Coyote y el Correcaminos, el camión quiere asesinar al tipo del Valiant en medio de una ruta en las afueras de Los Angeles. La razón aparente es nimia: el otro (Dennis Weaver, por ese entonces protagonista de la serie McCloud y fallecido en febrero de este año) osó pasarlo en la ruta. Y el que quiere liquidarlo es el camión, bien dicho, porque al camionero no se lo ve nunca. “Da mucho más miedo lo que se ve que lo que no”, confirma Spielberg en la sustanciosa entrevista incluida en el DVD, antes de comentar que el camión elegido fue resultado de un casting. Lo eligió porque “tenía cara: los parabrisas parecían ojos, y el frente sobresalía como un hocico”. Más aún: lo maquillaban antes de cada toma, agregándole suciedad y pegándole bichos muertos sobre el parabrisas. “La idea era convertirlo en una especie de Frankenstein”, dice Spielberg, en una informal clase magistral.

Compacta y poderosa (aunque los 20 minutos de más de la versión cinematográfica con respecto a la hora y pico original pueden llegar a notarse), Duelo a muerte revela hasta qué punto los wonder boys de comienzos de los ’70 bebían del cine de sus mayores. Suerte de episodio ligeramente extendido de Dimensión desconocida, algo debe haber aprendido Spielberg de la proverbial economía de medios que caracterizaba a los cineastas de clase-B: en apenas 13 días filmó Duel, unas seis veces menos de lo que dura un rodaje standard. Más allá de las referencias a los clásicos del terror, no extraña que Spielberg mencione a Hitchcock en la entrevista. La construcción de suspenso plano a plano, en ese verdadero estudio de la paranoia que es la escena del bar al costado de la ruta, es puro Hitchcock. Y de dónde sacó Spielberg a su actor sino de Sed de mal, de Orson Welles, donde Weaver robaba escena como el enloquecido encargado de un hotelucho.

Esa es la diferencia. Tipos como Spielberg, Coppola, Scorsese, De Palma o Joe Dante habían visto y asimilado el cine de los que vinieron antes. Los anónimos jóvenes que Hollywood hace debutar hoy en día, en cambio, parecerían tener como único modelo los comerciales y videoclips que la televisión pasa a repetición, y que ellos reproducirán más tarde en sus así llamadas películas.

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El camión del film fue elegido en un “casting”.
 
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