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Martes, 2 de diciembre de 2008

CINE › FINALIZó HABíA UNA VEZ UN CLUB, UN REALITY DISTINTO

Historias mínimas, relegadas en la grilla

Condenado a ser programado en el incierto horario de “al término de Talento argentino”, finalizó Había una vez un club, un reality show que, en vez de haberse pensado en términos de captar consumidores se ideó en función de contar historias mínimas, socialmente constructivas, sin apelar al morbo de los televidentes. Producida por 100 Bares producciones, la compañía de Campanella, la virtud del ciclo es que a lo largo de sus cinco episodios expuso cuáles son las ilusiones, realidades y sensaciones de esa otra juventud que los medios suelen discriminar de su agenda por no generar malas noticias. Una propuesta que demostró, al igual que Cuentos cardinales el año pasado, que otra TV es posible y que otro país está en camino. “Se trata de proyectos absolutamente enriquecedores, que me enorgullecen como productor –señala Campanella–. Darles voz a los jóvenes, desde una perspectiva inusual en nuestra TV y cine, es valiosísimo. La gente me pregunta si hice casting para conseguir estos chicos. La respuesta es no, éstos son los chicos que se encuentran normalmente. Para hacer Gran Hermano sí hay que hacer casting, porque gente con la cabeza tan quemada es difícil de encontrar. Hay muchos, muchísimos más pibes así, y este país sigue siendo este país. El problema son los mayores. Es una paradoja que Chiche Gelblung no deje de hacer programas sobre lo mala que es la juventud, presentando el sábado a la noche de Plaza Serrano como si ésa fuera toda la juventud, todos los días, y como si eso fuera el problema, cuando el problema son los Chiche Gelblungs.”

–Su experiencia en la TV argentina no es la mejor: el día y el horario de emisión de Vientos de agua, en Canal 13, fueron modificados infinidad de veces hasta su término. Y ahora Había una vez un club se emite los lunes a la 1 de la mañana...

–Creo que no tengo lugar, ni me quieren realmente en la televisión abierta argentina. Sí, son muy amables conmigo, muy cariñosos, me llevo bien con la gente. Pero a la hora de proponer un programa lo mandan al tercer turno, o se considera alternativo. Había una vez un club es un programa emocionante, apasionante, divertido, además de útil. No lo veo como un mero servicio público, ni como algo alternativo. Los adolescentes que lo pudieron ver quedaron enganchadísimos. Y sin embargo, ahí está, a la una de la mañana, y ojo, no por bronca ni por ganas de hacerle daño. Todo lo contrario, la teoría es que ese horario lo protege al programa. Entonces llegamos a un punto de diferencia irreconciliable. Si lo que hago es para ese horario, y a mí no me interesa, respeto muchísimo las decisiones, lo digo sin ironía, pero mi decisión es que es mucho esfuerzo, mucha energía gastada, poco dinero (nada), para ir a ese horario.

–Finalmente, ¿el año que viene va a hacer una ficción para Canal 7?

–Todo eso está en veremos. Todavía no encontré una idea que me caliente. Me encantaría poder ayudar a Tristán (Bauer) en la renovación que quiere llevar a cabo. Es un profesional como pocos, le tengo plena confianza, y sé que se maneja con valores de calidad y transparencia absoluta, no de politiquería. Le deseo la mejor de las suertes y la muñeca más firme que pueda tener. Yo sigo pensando qué le puedo ofrecer.

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