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Lunes, 7 de diciembre de 2009

LITERATURA

La familia política

En uno de los relatos de Los muertos no mienten, en “Coincidencia”, recuerda la caída de Perón en el ’55 y dice: “Sin Perón pensaba que el mundo, mi casa, iban a estar a la deriva”. La angustia que plantea en esta zona del relato, donde cuenta cómo parte de su familia celebró la caída de Perón, ¿fue del orden de lo vital?

–El sentimiento fue puntual; eran tiempos en que la radio tenía una importancia muy fuerte. Transmitir en cadena nacional implicaba la inminencia de un peligro, la idea de un golpe militar. Lo que pasó en la Argentina durante muchos años, que se volvió a instalar en los últimos tiempos a partir del conflicto con el campo, fue la discusión política intensa en el seno de las familias. Recuerdo en mi infancia que las discusiones políticas terminaban mal, separaban las familias, podían arruinar una fiesta de casamiento, Navidad o Año Nuevo. Y a veces se decía “hoy no se habla de política” para evitar que ardiera Troya. Esta discusión se volvió a instalar, para mí como algo positivo. Una parte de mi familia, mi padre incluido, eran radicales, pero mis abuelos maternos eran peronistas, aunque mi madre era radical. Esa angustia estaba puesta más del lado de los abuelos, de un mundo peronista que veía que se perdía. Había conflictos familiares pesados, discusiones de clase no solamente políticas.

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