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Jueves, 9 de febrero de 2006

CINE › “JOHNNY & JUNE: PASION Y LOCURA”

Luces y sombras de un héroe atípico de la música country

POR H. B.

6

JOHNNY & JUNE:
PASION Y LOCURA

(Walk the Line) EE.UU., 2005.

Dirección:
James Mangold.

Guión:
Gil Dennis y J. Mangold, sobre los libros Man in Black y Cash: The Autobiography.

Fotografía:
Phedon Papamichael.

Productor musical:
T. Bone Burnett.

Intérpretes:
Joaquin Phoenix, Reese Witherspoon, Ginnifer Goodwin y Robert Patrick.

Al público estadounidense la repetición parece entusiasmarlo tanto como a la Academia de Hollywood. Tal vez eso explique el curioso déja vu, el vértigo cíclico que Johnny & June desencadena. El año pasado, a esta misma altura del año se había conocido en Argentina Ray. Se trataba, como se recordará, de la biografía fílmica de una leyenda de la música, estrenada poco después de su paso a mejor vida. Sureño surgido de los más pobres barrios negros, a lo largo del siglo XX Ray Charles alcanzó sucesivamente la gloria y la oscuridad, construyéndose a sí mismo en contra de su origen y su destino, de los traumas infantiles y de su propia propensión a la autodestrucción. Días después de su estreno porteño, Ray ganó dos Oscar, de los seis rubros a los que fue nominada.

Ahora, casi exactamente un año más tarde, se conoce aquí Johnny & June, biografía fílmica de otro héroe de la música popular estadounidense del siglo XX, recientemente fallecido. Nacido en el sur, hijo de familia pobre de blancos (lo que se conoce como white trash), Johnny Cash alcanzó sucesivamente la gloria y la oscuridad ... y el resto de su historia, tal como el cine la narra, puede leerse en el párrafo anterior, ya que parecería calcada de la de Ray. Como calcado es su casi seguro destino a la hora de los Oscar, con sendas estatuillas esperando por sus intérpretes, Joaquin Phoenix y Reese Witherspoon, dos de las cinco nominaciones con las que Johnny & June llega a la ceremonia del próximo 5 de marzo.

Estrenada en Argentina con el subtítulo de Pasión y locura, tal vez la mayor diferencia entre Ray y ésta es que, además de todo aquello, el film dirigido por James Mangold hace hincapié en el largo enamoramiento de Cash por la cantante country June Carter, a quien interpreta con proverbial franqueza una Reese Witherspoon morocha, en rara incursión en el cine dramático. Junto con un transpirado Joaquin Phoenix de jopo y siempre vestido de negro –que se da el gusto de cantar con su propia voz los temas de Cash– es posible que sean ellos los mayores méritos de un film que se limita a seguir, al pie de la letra, el canon del género biopic. Como en El último emperador o en Bird, la película basada en sendas biografías de quien es sin duda uno de los grandes del country (una de ellas, escrita por el propio Cash) empieza en un momento culminante de su vida (la inminencia del famoso concierto que dio en la prisión de Folson, pie para un vibrante registro en vivo) para retrotraerse desde allí hasta su infancia.

A partir de ese punto, el film producido por el actor James Keach avanza en el tiempo, reencontrando al protagonista en aquella situación del comienzo y respetando luego la cronología. Hasta que se le declara al amor de su vida, en medio de un recital y como quien tira la última y desesperada carta. A diferencia de Ray, a Johnny & June parecería importarle menos la estructura de greatest hits que suele caracterizar a las biopics, prefiriendo concentrarse en el interior del personaje antes que transcribir prolijamente cada clímax de su vida pública. Esto le da cierta ventaja sobre aquella rutina fílmica encarada por Taylor Hackford. A ello debe sumársele que, en su acercamiento a los personajes, Phoenix & Witherspoon se han sentido eximidos de la agotadora mimesis de fotocopiadora humana en la que se embarcara Jamie Foxx para componer a Charles.

Claro que nada de eso aparta a Johnny & June de un convencionalismo que podrá no resultar irritante, pero sobre el que no deja de pesar la fatal sensación de línea de puntos predibujada que suele caracterizar esta clase de biografías fílmicas. De haberse planteado una forma más honda de fidelidad al personaje, la película dirigida por Mangold (uno de esos realizadores capaces de pasar de mediocres películas de terror a dramas aún más mediocres) debió haber sido más áspera y austera. Más reconcentrada, parca, solitaria y minimalista que ésta, teniendo en cuenta que es todo ello lo que viene a la mente cuando se evoca un sonido llamado Johnny Cash.

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El director J. Mangold hace hincapié en el enamoramiento de Cash por la cantante June Carter.
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