Fuguet trasciende las viejas definiciones de lo que significa ser “autor”. Su película anterior, Se arrienda, puede descargarse gratis desde Ci nepata.com, un site con licencia Creative Commons (bienescomunes.org) que reúne propuestas de directores independientes de la región, incluyendo al argentino Ezequiel Acuña. “Estas iniciativas parten de que yo no creo eso de que no hay público para el cine alternativo. El público no está en las salas porque le quedan lejos, son raras y son caras. Tienen la computadora en casa, la usan y ya. Y quizá tú estás deprimido y tienes cien mil tipos alrededor del planeta a los que les encantaría lo que haces, sólo que no están dentro del cine”, dice. Es un experimento con coloraciones éticas. “El primer derecho de un espectador –arriesga Fuguet– sería el de poder acceder a lo que se está haciendo en su país, en su sociedad. Por más que la legislación sobre propiedad intelectual muchas veces esté en contra, aspirar a eso nunca será un crimen. Porque una cosa es que tú como creador quieras recuperar la plata que invertiste en un proyecto y otra es que quieras seguir lucrando indefinidamente”.

Decenas de autores estarán preparando las antorchas para ir a buscar al hombre que vierte esas opiniones con la paz de quien recita lo obvio. “No digo que los autores no deben ganar lo suyo”, recalca. “Si estás haciendo millones con una peli mía, algo me deberías dar. Pero tampoco es racional que los nietos de artistas famosos deban vivir de lo que hicieron sus abuelos.” Hay quien sostiene que si se anulan estos incentivos económicos, la creatividad humana se adormecerá. “No es verdad, Shakespeare desmiente eso. Está en dominio público y se siguen sacando ediciones de lujo, obras de teatro, films. Los grandes autores siempre generan movimiento.”