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Miércoles, 15 de febrero de 2012

TEATRO › LOS CASOS DE CHICOS ROBADOS

Horror y negocios

–¿Se avanza en los casos de chicos robados?

S. H.: –Hay casi mil denuncias y dos asociaciones que trabajan específicamente sobre el robo. Una de éstas sobre las apropiaciones en las clínicas. Lo real y concreto es que el robo se ha dado en dictadura y continuó en los ochenta largos. La estructura se armó entre las clínicas y la Iglesia y no se cortó con la llegada de la democracia.

–¿Era un negocio?

Z. R.: –Los primeros niños robados eran hijos de “rojos”, arrancados a las presas. Después, en la España de los ’50 a los ’70, eran hijos de señoritos con sirvientas, chicas de campo a las que en el momento de parir mandaban a una clínica donde le quitaban al niño.

S. H.: –Se sabe quiénes fueron esos médicos y esas monjas. Se había creado la figura de la adopción anónima. El bebé llevaba el nombre de los adoptantes sin dejar ningún otro registro. Armengou realizó el documental Los niños perdidos del franquismo, junto con Ricard Bellis, con guión de Ricard Vinyes. Otro documental de Armengou es Devolvedme a mi hijo, sobre los niños robados en democracia. Son espeluznantes. El juez Garzón investigó también sobre los niños robados.

–Años atrás se divulgaron documentales sobre niños enviados a Rusia durante la Guerra Civil. Se decía que era para protegerlos...

Z. R.: –Sí, esa etapa la iniciaron los republicanos, y en principio nació de una buena intención. Para que no sufrieran, los llevaron a Rusia, México y Cuba, países con los que la República era afín. Pero cuando termina la guerra y gana el franquismo, se deja a esos niños o se los trae para meterlos en orfanatos públicos, cambiándoles los documentos. Esa es la parte más conocida, pero la etapa posterior es maquiavélica.

S. H.: –Aparece el negocio. Los testimonios de las mujeres son tremendos. En las clínicas les decían que el bebé había muerto, aunque ellas hubieran oído el llanto.

Z. R.: –Cuando la madre se ponía extremadamente pesada, le entregaban un cadáver sacado del frigorífico. Esto se supo después de recoger numerosos testimonios. Las madres decían que el bebé que les entregaban estaba congelado.

S. H.: –Una de ellas quiso que le sacaran una foto con su niño muerto. Es terrible, pero quería tener algo. Viendo la foto que la mujer conservó se nota que no es un recién nacido sino un bebé de, por lo menos, ocho meses. Y ella está ahí, en la foto, con su carita cerca de quien creía que era su niño. A otras madres y familiares les dijeron que estaban enterrados en un determinado lugar. Los médicos forenses fueron hasta allí y no encontraron rastros.

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