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Lunes, 17 de septiembre de 2012

TEATRO

El discurso del método

Autora de La Dama de la Noche, des/Enlace, Ninguna imagen, Shador (De todas las noches); y directora, entre otras obras, de Hombre de la esquina rosada, Asunción, Finlandia y No te soltaré hasta que me bendigas, las tres de Ricardo Monti; y Geometría, de Javier Daulte, Mónica Viñao multiplica hoy sus talleres entre Argentina y Brasil, donde ahora estrenará su pieza Shador..., con la actriz Ana Woolf, en el Festival del Proyecto Magdalena (Red Internacional de Mujeres en el Teatro). Ha realizado versiones de obras dispares, como La mujer del abanico y Sotoba Komachi, las dos de Yukio Mishima; Hamlet, de William Shakespeare; Medea, de Eurípides; y Ana Querida, basada en La dama del perrito, de Anton Chéjov. Tiene en vista varios proyectos, uno de éstos en el Teatro Nacional Cervantes, con una obra de Víctor Winer; otro, una pieza de Harold Pinter, y acaso un espectáculo en el circuito comercial. Se entusiasma con Venus in Fur, de David Ives, estrenada en Nueva York; destaca obras en cartel, como Cenizas, de Neil LaBute, protagonizada por Patricio Contreras; y las piezas de Mike Bartlett (Cock) y los textos de Donald Margulies. No abandona el Método Suzuki, que –dice– ha sido “un punto importante en mi formación”. Cuenta que fue invitada por el maestro al Festival Internacional de Edimburgo y a la presentación de un libro en el que ha participado. Viñao es miembro del Comité Internacional de Profesores del Método Suzuki, que la acredita a dictar cursos de entrenamiento. El próximo curso se inicia en el Teatro San Martín. “(Tadashi) Suzuki ha pedido a los profesores del Comité un artículo sobre la experiencia artística en relación con el Método y con la propia cultura. Nos propuso esta idea dos años atrás, cuando nos reunió en Toga (una aldea en las montañas de Toyama, a 400 km de la ciudad de Tokio).”

¿Cómo existir arriba del escenario cuando no se tiene un texto? Esta es una de las preguntas que surgen en relación con el Método Suzuki. “Qué pasa con el soldado mientras Hamlet dice su monólogo? –inquiere Viñao–. Muchas veces, hemos visto que actores con menos texto se roban el escenario. Esto ocurre porque su presencia es lo que cuenta, porque el personaje no es el texto, el personaje es el actor”, resume. En Recordando..., Jimmy es el que tiene mayor cantidad de texto, pero es la presencia de los otros la que conforma la escena, y “la violencia y profundidad de lo que sucede tiene que ver con los cuatro personajes”. Del Método surgen también otras respuestas a los actores que en el elenco sienten la necesidad de moverse para “sostener” un texto largo. “Es al revés –apunta Viñao–. Decir y al mismo tiempo moverse resulta demasiado para el público. Pensemos que va a escuchar la obra por primera vez y lo que se diga debe ser potente y mucho más intenso que el deslizamiento. Mi idea es que el texto vaya por delante y el movimiento por detrás. No vamos a estar pulseando.”

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