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Viernes, 29 de noviembre de 2013

HISTORIETA  › LOS GRUPOS DE ILUSTRADORES Y LOS PROYECTOS DE LEY

Tirar para el mismo lado

Los integrantes de la Asociación de Dibujantes de la Argentina, el Foro de Ilustradores y el Movimiento Cultural Banda Dibujada se reunieron para que la iniciativa de jubilación para autores los incluya y para apoyar la creación del instituto.

 Por Andrés Valenzuela

Una noticia puede tener repercusiones inesperadas. Cuando un grupo de ilustradores leyó en Página/12 acerca de la presentación de un proyecto de ley de jubilación para autores, se puso en marcha para reclamar que ese derecho los incluyera. Integrantes de los tres principales grupos del sector (la Asociación de Dibujantes de la Argentina, el Foro de Ilustradores y el Movimiento Cultural Banda Dibujada) se juntaron a debatir. Uno de ellos, militante de Nuevo Encuentro, los acercó a los asesores del entonces diputado nacional en ejercicio Martín Sabbatella y desde allí pasaron al despacho de Carlos Heller, del mismo bloque. La ley vigente los reconoce como autores, pero en la práctica muchos de sus derechos son negados o soslayados. ¿Cómo cambiar esa situación?

Del trabajo conjunto de artífices del lápiz y congresistas surgieron dos proyectos en un mismo sentido: garantizar a estos artistas una jubilación digna, en reconocimiento a su aporte a la cultura. Uno de esos proyectos es el de Sabbatella. Otro fue presentado recientemente por la diputada del Frente para la Victoria María del Carmen Bianchi (ver página 31) en compañía de otros nueve de legisladores. Y aún más, hay otro de la diputada Marta Brawer, dedicado a los artistas visuales.

“El de Bianchi es más inclusivo y no es sólo para los dibujantes y artistas gráficos, también incluye a los visuales y a los plásticos”, explica Gustavo Mazali, del Foro de Ilustradores. Además, el reconocimiento se equipara con una pensión, con lo cual alcanzaría como derecho a los deudos del beneficiario, quien también accedería a una obra social como PAMI. “Algo importante es que la diputada nos prestó los proyectos antes de presentarlos en el Congreso para que pudiéramos discutirlos, y alrededor del 95 por ciento de nuestros aportes fueron incluidos en la redacción final, con lo cual realmente logramos un trabajo conjunto con ella y sus asesores”, destaca Mazali. Agustín Riccardi, de la ADA, y Fabián Gordillo, de Banda Dibujada, asienten.

Tras el ingreso de los distintos proyectos al trámite parlamentario, la semana pasada un dictamen de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados incorporó cambios y unificó los distintas propuestas en danza. Por eso ahora el proyecto volvió a girarse a la Comisión de Previsión Social para incorporar esas modificaciones antes de llegar a la fundamental Comisión de Presupuesto. Allí recién se debatirá en 2014.

Pero el proceso de diálogo con los legisladores rindió otros frutos además de los proyectos presentados en la Cámara de Diputados. El proceso de debate colectivo derivó en un fortalecimiento y acercamiento de los integrantes del sector. De sectores moderadamente activos y con intereses particulares se fueron consolidando como colectivo y ahora encaran reclamos y banderas comunes bajo el perfil de Dibujantes Trabajando.

Un censo autogestivo y un relevamiento de las necesidades de los dibujantes llevó a nuevas reuniones y más reclamos. También a descubrir intereses comunes y la necesidad de encarar una lucha conjunta. “Ahí surgió la idea de armar un sindicato, pero como casi todos somos monotributistas, es complicado”, explica Gordillo. La situación los impulsó a considerar constituirse como asociación, y en ese momento volvió a cobrar relevancia la ADA, que ya tiene personería jurídica y un estatuto redactado. El siguiente paso fue reformar ese estatuto para hacerlo más inclusivo a los nuevos profesionales del sector y llamar a elecciones. “Al trabajar en conjunto nos dimos cuenta de que funcionábamos”, recuerda Mazali.

Mientras en los despachos cobraban forma los distintos proyectos de jubilación, los dibujantes avanzaban también en otras áreas. La más importante, generar una conciencia común sobre el peso de la ilustración en el sector editorial y el respeto que se le debe a su trabajo. Así, denunciaron un concurso del Grupo Santillana que “era una cosa muy negrera” y empezaron a reclamar en distintas instancias gubernamentales (Conabip, Ministerio de Educación nacional y su par porteño) que exigieran a las editoriales los contratos de los dibujantes al momento de hacer compras institucionales. Un primer paso para monitorear el cumplimiento de sus derechos.

“El ilustrador está acostumbrado a que la editorial te manda el contrato y te dice ‘firmalo acá’. Lo que queremos generar es un poco de educación entre nosotros, no hay que firmar nada automáticamente”, comenta Riccardi. Gordillo acuerda y advierte que los dibujantes, en general “trabajan en una isla” y que por eso “cada uno negocia como puede”. Así, cunde la desinformación y aparecen los contratos leoninos que se sellan sin ningún tipo de reclamo.

El trabajador del lápiz está históricamente desprotegido, lamentan los autores. Un poco por desconocimiento, otro poco por los usos y costumbres del sector. “Cuando empezamos con esto, nos dimos cuenta de que hay colegas que por no prever su futuro quedaron a la deriva”, lamenta Mazali. Se trata de dibujantes que tienen décadas de trabajos publicados y leídos por media Argentina, pero cuyos editores jamás hicieron ningún tipo de aporte ni recibieron ninguna clase de respaldo. Y más allá de un par de privilegiados, la mayoría arriba a la tercera edad necesitada de trabajar para llegar a fin de mes. “Hay casos de autores que tuvieron un ACV, quedaron en la lona y sin posibilidades de trabajar, y también sin un contexto que los contenga”, ejemplifican. Las leyes presentadas por Sabbatella y Bianchi pueden cambiar esa situación y al menos aportar cierta contención al sector.

El resto dependerá del trabajo conjunto de los dibujantes. Su capacidad para consensuar reclamos comunes y plantarse ante las editoriales. Como señala Riccardi, “eso lo podremos hacer en tanto y en cuanto nos juntemos y tiremos todos para el mismo lado, si estamos solos será al pedo ir a la editorial y pedir mejoras, porque atrás va a haber otro que va a sufrir lo mismo que sufrís vos”.

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“Al trabajar en conjunto nos dimos cuenta de que funcionábamos”, dicen Mazali, Riccardi y Gordillo.
Imagen: Jorge Larrosa
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