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Lunes, 10 de febrero de 2014

LITERATURA

Imágenes como disparadores

Hace unos siete años apareció una primera versión, antecedente de Informe sobre ectoplasma animal, en una serie de posteos en la página Fotolog. Larraquy subió fotos de animales, intervenidas digitalmente, que al ser llevadas a un contraste muy fuerte entre blanco y negro adquirían una dimensión espectral, acompañadas por un puñado de textos. “Una vez que terminó esa intervención en la red, retiré todo el material y le propuse a Diego que comenzáramos un trabajo desde cero en el cual pudiéramos plantear un aspecto distinto desde lo visual. Pero que al mismo tiempo lo visual pudiera intervenir en los textos. Con cierta lentitud, y muchos encuentros y debates, salió el libro. De esa primera versión, una especie de borrador, quedó poco”, revela Roque Larraquy. Las ilustraciones –plantea Diego Ontivero– partieron de la idea de no hacer observaciones literales o didácticas de cada uno de los escritos. “Si vamos a hablar de fantasmas, no vamos a mostrar nunca fantasmas. Me parecía muy importante trabajar desde una distancia con el texto que permitiera un tiempo de lectura entre uno y otro relato. Que las imágenes estuvieran cerca, pero que por momentos se acercaran más. Hay registros que son más figurativos, que son pequeñas puertas para poder entrar al relato. Y hay momentos en que se aleja desde un lugar más abstracto. Pero siempre teniendo en cuenta ciertos elementos que parten de un lenguaje y que unifican un relato visual, que va acompañando desde una distancia saludable a lo escrito, para que las imágenes sean disparadores de lo que ocurre. Hay tanta riqueza en la literatura que una imagen que represente literalmente lo que está sucediendo en el texto reduciría un universo que se puede potenciar con la ilustración. Estuvimos discutiendo mucho sobre cada imagen en relación con cada texto”, reconoce el ilustrador. “Fueron muchos años de trabajo; no hubo una intensidad de vernos todos los días para trabajar, pero los dos nos fuimos contagiando una suerte de obsesión con el tema. Llegué a hacer siete versiones ilustradas de un mismo texto.”

–¿Quién decidía qué versión de las imágenes quedaban? ¿Se ponían de acuerdo o ardió Troya en algún momento?

Diego Ontivero: –Siempre llegamos a un acuerdo mutuo, pero discutimos muchísimo.

Roque Larraquy: –Troya ardía una vez por semana (risas).

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