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Sábado, 13 de febrero de 2016

TEATRO

Comediante por naturaleza

Vázquez es un comediante hecho y derecho. Es en ese registro donde se siente más a gusto. No es de esa camada de humoristas que cargan con el complejo de querer demostrar sus dotes dramáticas; no siente que tenga que transitar por el drama para sentirse pleno. “La comedia es lo que más me tira y donde más desarrollé mi carrera. Pero me ofrecieron hacer Kryptonita y disfrute mucho del papel dramático. Como actor, me gusta jugar. Pero no me corro de lo que más felicidad me da. Entre la mejor obra dramática y la mejor comedia, elijo hacer la mejor comedia. No cambio por nada hacer reír. De hecho, rechacé propuestas para hacer teatro en el Cervantes porque sentía que no era lo que necesitaba en ese momento. Si puedo elegir, elijo siempre escuchar las risas del otro lado del escenario”, reconoce.

–¿Aun cuando el prestigio parece estar asociado al drama?

–Nunca entendí la tensión entre el humor y el drama. Existe, claro. La comedia parece menospreciada en comparación con el drama. No creo que hacer comedia sea más fácil que el drama. Al contrario, la comedia requiere de un tempo musical que si no se logra, no engancha a nadie. Conozco a muchos compañeros que buscan hacer drama porque tiene mejor prensa. No los juzgo. Yo siento que el prestigio te lo ganás en cualquier género. Muchos me alabaron por mi trabajo en Kryptonita porque “había hecho algo distinto”. Muchas veces hice algo distinto y muchas otras me repetí. Como todos los actores. No necesité que Ricardo Darín hiciera algo distinto a la comedia para creer que es un gran actor. Lo sabía de antes, de cuando hacia Mi cuñado. Lo mismo de Guillermo Francella, que es capaz de meter 3 millones de personas en el cine con Los bañeros más locos del mundo y la misma cantidad de gente con El secreto de sus ojos. Adrián Suar es un comediante tremendo, que te garantiza la risa. Hay que valorar a los comediantes tanto como a los grandes actores dramáticos, como Alfredo Alcón, Héctor Alterio o Pepe Soriano. O Miguel Angel Solá, otro monstruo. ¡Al lado de ellos uno siente que está robando!

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