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Jueves, 29 de septiembre de 2005

CINE › OPINION

Dos espejos, dos miradas

En tiempos en que los lenguajes televisivos penetran al cine e impera la uniformidad hollywoodense, es un aporte refrescante y de ruptura el nuevo film de Alejandro Fernández Mouján Espejo para cuando me pruebe el smoking, que retrata el trabajo y obra del escultor Ricardo Longhini. Recolectando metales oxidados, chapas, hierros y viejas maderas del paisaje boquense, junto a pedazos de baldosas, proyectiles y cápsulas de la represión del 20 de diciembre, Longhini inventa extraordinarias piezas que tienen la fuerza de un grito hondo y persistente. La historia política reciente se funde y se recrea en nuevas formas y texturas.
En contrapunto con su entorno social y geográfico, Espejo... es un film que contiene más de uno: el del vecino de La Boca con su entorno y con los estallidos sociales y el del artista plástico con la materia y su imaginativo trabajo pleno de reflexión y búsqueda. En las obras de Longhini hay una nueva respuesta a la relación del arte con la política y esa relación también se expresa en el hermosísimo y ascético film de Fernández Mouján que rompe los clichés y los tiempos vertiginosos del cine actual, para revelarnos la intimidad y el “tempo” creativo de un grande. En Espejo para cuando me pruebe el smoking se da el feliz encuentro de dos talentosas miradas y obras: la de Longhini y las imágenes del film de Alejandro, que observa y sigue al escultor con paciente y precisa cámara. Gracias a los dos por lo que dan y descubren.

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