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Miércoles, 3 de octubre de 2007

TEATRO

Retrato de una dama

Los retornos de la actriz y directora China Zorrilla al escenario fueron siempre muy esperados. Esta vez casi no hubo pausa después del éxito de Camino a la Meca, donde compuso a la escultora Helen. Un papel que la acercaba a sus vivencias sobre el oficio de su padre, José Zorrilla de San Martín, quien vivió años en Buenos Aires y ha sido el artífice de varios monumentos. Eso en lo personal, porque también la atrapó reflexionar sobre el tema del apartheid, central en esa obra de Athold Fugard. Tampoco ha estado ausente del cine y de la televisión, salvo en períodos puntuales. Uno de esos raros intervalos de esta “artista de dos ciudades” fue el que precedió al estreno de Delirante Leticia, de Peter Shaffer, que dirigió Agustín Alezzo. Una de esas obras de humor inglés “que deja caer el chiste para que uno vaya a buscarlo” y que tanto le gustan a la actriz. China estudió en Londres, becada; creó una compañía en Montevideo, en la década del 60, junto a Enrique Guarnero y Antonio Taco Larreta, y ofició de periodista para el diario El País, de Montevideo, escribiendo desde Francia e Inglaterra. Homenajeada en diversas ocasiones, e incluso en algún acto oficial conducido por Carlos Perciavalle, a Zorrilla se le adivina la remembranza por los lugares y las obras que transitó: los estrenos de Emily (Emily Dickinson), de William Luce; Cartas de amor, Eva y Victoria, y entre muchas otras esta que presenta en El Nacional. Está entre las intérpretes que no desaparecen fácilmente detrás de sus personajes, y en este punto la pregunta es si el espectador quiere que su traviesa presencia no esté tan en primer plano o si prefiere que la actriz adapte los personajes a su medida.

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