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Viernes, 7 de abril de 2006

CIENCIA

A mayor jerarquia, menos proporcion de mujeres

Sólo el 7 por ciento de quienes acceden al cargo de investigador superior en física dentro del Conicet son mujeres, un porcentaje magro que sirve de ejemplo para mostrar la vigencia de un techo de cristal en la pirámide de las ciencias duras que ellas quieren romper en todo el mundo, generando un frente común que aporte diversidad también en este campo.

 Por Veronica Engler

En el terreno de las ciencias duras (como la física, la informática o la ingeniería), el estereotipo del investigador (hombre) un poco distraído y despegado de lo cotidiano sigue tan firme que pareciera que las mujeres o no se dedican al tema o bien son prácticas y eficientes ayudantes. Esta característica es un factor de empobrecimiento para la ciencia y así lo viven las protagonistas: “Es importante para el desarrollo de las físicas jóvenes ver mujeres exitosas en investigación, enseñanza y liderazgo”, concluían hace justo cuatro años en la primera Conferencia Internacional de Mujeres en la Física, organizada en París por la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (IUPAP, por sus siglas en inglés).

“El principal objetivo de la conferencia era entender la baja representación de las mujeres a nivel mundial y desarrollar estrategias para incrementar su participación en física”, rememora la brasileña Marcia Barbosa, presidenta del Grupo de Trabajo de Mujeres en la Física de la Iupap e investigadora de la Universidad de Rio Grande do Sul, en Porto Alegre.

En la Argentina el número de mujeres que se reciben de físicas es relativamente elevado –alrededor de un tercio del total– comparado con las cifras a nivel internacional. Pero la proporción de féminas que ocupan los cargos más altos dentro de la carrera académica es mucho más baja. Con la idea de modificar esta tendencia, algunas científicas argentinas se sumaron al Grupo de Trabajo de Mujeres de la Iupap.

“Fue una reunión interesantísima, con físicas de todo el mundo, cada una con sus propias experiencias, fruto de la idiosincrasia de cada país”, cuenta Karen Hallberg, investigadora del Centro Atómico Bariloche (CAB), en la provincia de Neuquén, y una de las dos representantes locales que acudieron a la conferencia inaugural en Francia, en la que participaron más de 300 físicas (también hubo algunos hombres) de 67 países. “Desde entonces formamos la comisión de género dentro de la Asociación Física Argentina para analizar este tema en nuestro país y colaborar con similares iniciativas en otros países.”

Después de París, Hallberg junto a sus colegas Silvina Ponce Dawson –la otra argentina que acudió a la conferencia– y Cristina Caracoche se dedicaron a recabar datos en el país con el objetivo de determinar cuál es la situación de las mujeres en la física, el tipo de posiciones que ocupan y analizar qué factores influyen en la elección y el avance en la carrera. “Ocurre algo similar en todos los países: se ve una disminución notable en la proporción de mujeres a medida que se asciende en la escala jerárquica de la carrera académica”, resume Ponce Dawson, directora del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos. “Se habla entonces de la existencia de un techo de cristal, invisible, que impide a las mujeres acceder a los puestos más altos y de dirección.” Para muestra, alcanza con ver lo que sucede en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). De quienes llegan al rango de investigador superior (el más alto) en física, tan sólo el 7 por ciento son mujeres. Cuatro puestos más abajo, cuando el cargo es el de profesor asistente, las mujeres alcanzan un 30 por ciento más representativo. De los siete institutos de investigación en física con los que cuenta el Conicet, apenas uno es dirigido por una mujer, y los comités de evaluación están conformados en un 86 por ciento por varones. En las distintas universidades nacionales la situación es similar o peor en algunos casos (como en el CAB). En la distribución de becas también se da una situación parecida.

¡Fisicas del mundo, unios!

Según la información recabada en los diferentes países y analizada el año pasado en Río de Janeiro (Brasil), donde se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres en la Física, hay varios factores que influyen tanto para que las chicas sean atraídas por la física en una proporción mucho menor que los varones, como para que las mujeres que optan por esta ciencia difícilmente acceden a roles de liderazgo en los institutos de investigación.

“Un factor importante es el tema de la familia. Habitualmente recae sobre la mujer el peso mayor en los temas domésticos y el cuidado de los hijos. Creo que las mujeres que están en pareja con científicos son las que mejor pueden combinar carrera y familia. En particular, son las que tienen mayores posibilidades de irse al exterior a hacer parte de su formación, algo que es importante y que pesa positivamente en el momento de las evaluaciones para poder ascender en la carrera académica”, comenta Ponce Dawson, casada con un colega con el que tiene una hija en edad escolar y un hijo adolescente.

“Algunas mujeres deciden tomarse un tiempo más largo para dedicarse a los bebés recién nacidos –ejemplifica Hallberg, también madre de un joven y una niña–. Estas licencias por maternidad deberían ser tomadas en cuenta por las instituciones científicas a la hora de evaluar a las mujeres físicas.”

La japonesa Masako Bando –de la Universidad de Aichi– desarrolló un estudio en su país que mostraba que luego de la licencia por maternidad las mujeres que se reincorporaban al sistema científico superaban ampliamente en su productividad a los colegas que estaban en la misma etapa de sus carreras. “Aunque el estudio no es conclusivo, sí sirve para destacar el hecho de que las carreras de hombres y mujeres son diferentes, por lo que no deben ser tratados igualmente, pero sí con equidad”, dice Barbosa, soltera y sin hijos.

Por otra parte, según la científica brasileña, el desarrollo de la carrera de las físicas muchas veces se ve afectado negativamente por cuestiones que no están relacionadas con la calidad de su trabajo sino con un estilo, diferente al de los varones, que suelen hacer más gala de su agresividad. “Antes de generar un debate mientras alguien está exponiendo un tema durante un seminario, por ejemplo, una mujer prefiere discutir el tema en privado con el disertante. Esto generalmente es visto como un signo de debilidad”, comentaba Barbosa en un artículo que escribió para la revista Physic Today.

“Hay una cosa de personalidad de las mujeres, algo que es un poco difícil de evaluar, un estilo diferente de relacionarse, de mostrarse como científica, tal vez un estilo menos agresivo, que puede afectar la visibilidad de la tarea y por lo tanto el impacto de sus desarrollos”, reflexiona Ponce Dawson. “Dando clases me doy cuenta de que las mujeres no preguntan tanto como los hombres. Los varones tienen menos vergüenza de preguntar cualquier cosa o de avanzar con teorías medio voladas que se les ocurren.”

Desde que comenzaron a juntarse y a comunicarse, las físicas del mundo se propusieron trabajar en dos sentidos para poder modificar la situación de inequidad que existe en la ciencia. Por un lado, fortalecer las redes de colaboración para contrarrestar la desolación que muchas veces sienten en sus laboratorios. Por otro lado, lanzaron una serie de recomendaciones dirigidas a las instituciones educativas, a los institutos de investigación, a los gobiernos, a las agencias que otorgan becas y a la propia Iupap, para que la equidad y la transparencia dejen de ser una declaración de principios y se conviertan en una realidad palpable en todos los niveles.

“Para romper el techo de cristal son necesarias acciones concretas. Es necesario desarrollar e implementar nuevas formas de enseñanza de la física que tengan en cuenta las peculiaridades de género, para combatir los estereotipos que suelen alejar a las jóvenes de la ciencia. Pero también es muy importante tener mujeres en comités de evaluación, en la organización de conferencias y como editoras de revistas científicas”, sintetiza Barbosa.

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