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Viernes, 4 de junio de 2010

La educación sexual no se borra

Desde 2006 es obligatorio que en el jardín de infantes, la escuela primaria y la secundaria se enseñe educación sexual. Sin embargo, todavía de esto no se habla en las aulas. Para alentar y concretar la circulación de estos conocimientos, el Ministerio de Educación de la Nación lanzó 300.000 cuadernillos con herramientas prácticas para implementar en los colegios. Mientras que en Río Gallegos, Santa Cruz, se realizó el Primer Congreso Provincial de Educación Sexual Integral, donde los y las docentes contaron sus dudas, trabas y ganas y se reforzó el compromiso de poner a la escuela en su lugar de formadora integral de las personas.

 Por Luciana Peker

Desde Rio Gallegos, Santa Cruz

Hace falta sólo escribir en Google una palabra clave para ver a una chica de 14 años obligada a tener sexo oral con tres hombres. Es un click. En cambio, el tiempo se vuelve lentísimo –casi cuatro años– para poder prevenir abusos sexuales como el de General Villegas. Todavía hay que empujar, pedir y alentar a que las palabras claras –que pueden funcionar como una símil vacuna contra la violencia sexual– lleguen a niños, niñas y adolescentes.

“Las partes del cuerpo que están cubiertas por la malla o la ropa interior se llaman ‘íntimas’. Son aquellas que podés ver o tocar sólo vos o aquellos que te cuidan, cuando lo hacen por razones de higiene y salud. Si alguien quiere tocarlas o te pide que las muestres por otros motivos, no lo hagas y contáselo a una persona adulta para que te pueda ayudar”, dice una lámina que acaba de lanzar el Ministerio de Educación de la Nación con dibujos ilustrativos para que estén a la vista en todos los colegios del país. Son palabras, pero que si se las dicen pueden llegar a evitar otros casos como el de General Villegas o el del chico que necesitó mandar un sms para contar que estaba siendo abusado. Son palabras que no se las lleva el viento si la educación sexual realmente se planta en el lugar que, en este momento, más contiene a los chicos y chicas argentinos/as: la escuela.

“El caso de General Villegas reafirma la necesidad de educación sexual. En una investigación que hizo el Instituto Gino Germani en las escuelas cuando les preguntaban a los chicos su acuerdo sobre una frase que decía ‘las mujeres que son golpeadas por sus parejas realizaron alguna conducta previa por lo que les sucede eso’ más del ochenta por ciento de los encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación. Por lo tanto, es fundamental trabajar sobre estos temas. Tenemos una larga historia, en nuestro país, de culpabilizar a las víctimas y de pensar que las conductas de los varones en relación con la sexualidad lleva a que ellos instintivamente realicen ciertas conductas y que son las mujeres las que deben cuidarse y tener conductas decorosas. El respeto por el otro y que cuando una mujer dice ‘no’ es ‘no’ es un tema a trabajar en las escuelas”, remarca Mara Brawer, subsecretaria de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación.

“Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos de gestión estatal y privada, de la jurisdicción nacional, provincial y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, ordena la Ley 26.150, sancionada el 4 de octubre del 2006 y promulgada el 23 de octubre del 2006. Pero, a pesar de que la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación ordenaron la creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral y que después se definieron los lineamientos curriculares –en consenso entre los ministerios provinciales, representantes eclesiásticos y religiosos y expertas/os en educación–, la letra de la ley sigue chiquita y las dudas de los chicos y chicas cada vez más grandes.

Los objetivos de este Programa son: incorporar la Educación Sexual Integral (ESI) dentro de las propuestas educativas orientadas a la formación armónica, equilibrada y permanente de las personas; asegurar la transmisión de conocimientos pertinentes, precisos, confiables y actualizados sobre los diferentes aspectos de la educación sexual integral; promover actitudes responsables ante la sexualidad; prevenir los problemas relacionados con la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular y procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres. Sin embargo, todavía, casi cuatro años después, la ley no se cumple. Todavía, ni siquiera, la mayoría de los padres, madres, docentes y alumnos/as saben que esta norma existe y rige.

“Las instituciones tienen que enseñar educación sexual junto a las familias. Esta ley no es materia opinable, sino un extraordinario cuerpo normativo que debe cumplirse”, remarcó el ministro de Educación Alberto Sileoni, en el marco del lanzamiento de 300.000 cuadernillos con herramientas prácticas para que los y las docentes puedan llevar este derecho de niños, niñas y adolescentes al aula y 200.000 láminas gráficas y explicativas.

Todavía falta una capacitación masiva de maestros/as (ya que la educación sexual no está pensada como una materia específica, sino como parte de un conocimiento dictado transversalmente desde matemática, historia, biología o educación física) y, según una encuesta realizada en el 2007, con 2261 docentes de diez provincias de todo el país, el 50 por ciento de ellos/as piden ser ayudados/as para poder enseñar estos contenidos, pero el 95 por ciento está de acuerdo con qué hablar del cuidado del cuerpo es parte de su rol.

Además, es imprescindible una campaña de difusión sobre la existencia de la ley, más materiales prácticos y frenar algunas resistencias (como las de provincias conservadoras como San Juan y Salta) o retrocesos, como el de la ciudad de Buenos Aires –que teniendo una ley propia de avanzada y materiales ya realizados, como “La caja de Pablo y Julieta”– tiene en un stand by en el que la H de hacer que caracteriza a la gestión PRO no se aplica a la prevención de abusos sexuales y de embarazos no deseados.

La idea es que los cuadernillos, junto con láminas y folletos, se repartan en las 45.000 escuelas del país para intentar que los –aproximadamente– tres millones de alumnos/as –de los cuales el 35 por ciento no habla de sexualidad con sus padres y madres– puedan recibir información sobre el cuidado de su cuerpo, en una época donde están bombardeados por la sobreerotización de la televisión y la pornografía y/o la pedofilia que les llega a través del acceso a Internet.

La sobreinformación es un hecho. Pero todavía cuesta que en la escuela se pueda hablar con naturalidad y responsabilidad de la sexualidad: desde que el “no” de una nena es “no”, hasta que los varones también lloran, no hay que discriminar a alguien por ser distinto, hay una diversidad de familias y no un solo modelo familiar o cómo colocarse un preservativo.

Hasta ahora la realidad indica que las buenas intenciones quedan borroneadas por el silencio, que también es una forma de educar (o de desamparar) con la idea de que “de eso no se habla”. Romina va a segundo año de una escuela industrial de Río Gallegos y expresa tímidamente: “Sería bueno que den educación sexual porque hasta ahora no tenemos mucho, ni siquiera de biología”.

La contraparte es que en esa ciudad, de la provincia de Santa Cruz, se realizó –el 26, 27 y 28 de mayo– el “Primer Congreso Provincial de Educación Sexual Integral en el Bicentenario de la Patria”, organizado por el Ministerio de Educación de la Nación y el Consejo Provincial de Educación de Santa Cruz, al que asistieron alrededor de 600 personas. Y en el que Las12 pudo escuchar las voces de la vida escolar real y cotidiana:

Si bien muchos docentes reclaman más capacitación, también cuentan la necesidad de que la ley se haga palabras. “Yo recibí un video con un abuso sexual concreto en mi celular”, cuenta angustiada una maestra sin saber cómo deglutir, gritar, denunciar y evitar esas imágenes. Los abusos están, pero se tratan –cuando se tratan– en la sección policiales de los diarios como un expediente más.

En cambio, explicarles a los chicos que no hay que guardar secretos si, por ejemplo, un tío les pide que le hagan algo feo, como explica en un rompecabezas hiperdidáctico, claro y concreto de La caja de Pablo y Julieta, creada por chicos.net y respaldada –pero no repartida– por el Ministerio de Educación porteño sigue siendo un tabú. Los abusos se ven. Pero de la prevención todavía no se habla.

Aunque no es que haya temas más sencillos. Toda novedad implica un esfuerzo. Laura es maestra jardinera y también relata sus obstáculos para romper los moldes de los estereotipos de género. “Un papá vino horrorizado a preguntarnos por qué habíamos dejado que su hijo jugara en la salita con una muñeca”, se ríe –en ronda de pares– pero sabe que hasta hamacar a una muñeca es un paso adelante –y una dificultad– cuando se trata de desmontar los prejuicios existentes en la sociedad.

El presidente del Consejo Provincial de Educación, Roberto Borselli, se comprometió a que en el 2010 la educación sexual llegue a las aulas de ese sector de la Patagonia y a que la diversidad y la prevención formen parte de la currícula y de la nueva alfabetización, tanto digital –con el reparto de netbooks a los alumnos/as– como sexual.

“Nosotros estamos trabajando fuertemente para que la educación sexual, que es un derecho, llegue a las aulas de todo el país. Por eso lanzamos estos materiales que guíen a los docentes para que puedan contar con herramientas didácticas e institucionales en educación sexual”, refuerza Mara Brawer. Y acentúa que del dicho al hecho ya no tiene que haber tanto trecho.

–¿Ya no hay excusas para que la educación sexual no se concrete en los colegios?

–Estos materiales van a llegar a todas las escuelas públicas y privadas. Ya no hay excusas. Es ley que los chicos tengan clase de educación sexual.

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